Correo
Proceso constituyente I
A raíz del movimiento, en sus inicios de carácter social, de octubre de 2019, que se alzó en contra de las políticas económicas de los últimos gobiernos, se introdujo el garlito de una nueva Constitución, el que junto con la llegada de la pandemia acalló el clamor popular que ya escalaba a la estabilidad del gobierno. Fue así como se acordó un plebiscito de entrada para lograr una nueva Constitución, el que fue aprobado por un 80% de quienes concurrieron a sufragar con voto voluntario, 7.600.000 ciudadanos. Esto es, alrededor del 51% del padrón electoral total, de modo que ese 80% en realidad se reduce a un 39% del padrón electoral total.
Se trata entonces de un 80% mentiroso. Como resultado de este Apruebo del plebiscito de entrada, el Congreso hubo de modificar la actual Constitución para encauzar el nuevo plebiscito, ahora de salida. Fue así como se dictó la Ley N° 21.800, que fijó el nuevo texto del artículo 142 de la actual Constitución, que entre otros temas establece el voto obligatorio para dicho plebiscito de salida; cómo se implementará la nueva Constitución para el caso que triunfe la opción Apruebo, y en su inciso final establece que si triunfa la opción Rechazo, "continuará vigente la Constitución actual".
Triunfó el Rechazo, o sea, por mandato constitucional emanado de una reforma impulsada desde el plebiscito de entrada, ha quedado convalidada la actual Constitución, y ello por el 62% del padrón electoral total, habiendo concurrido a votar, esta vez con voto obligatorio, 13 millones de ciudadanos. Si hablamos de cantidad de votos, el plebiscito de entrada fue aprobado por 5.900.000 votos, en tanto el plebiscito de salida fue rechazado por 7.900.000 votos. Son 2 millones la diferencia entre la entrada y la salida. ¿Es serio seguir sosteniendo que el pueblo en un 80% exigió que de todas maneras hay que tener nueva Constitución?
Evidentemente no, porque no es el 80% del total, sino el 39% del total. Y en cambio, el Rechazo fue por un 62% del total, con una diferencia de 2 millones de votos a su favor, y además porque la actual Constitución dice que si triunfaba la opción Rechazo, "continúa vigente la actual Constitución". ¿O hay que repetir el proceso indefinidamente hasta que triunfe el Apruebo? Simplemente infantil.
No existe obligación alguna, ni constitucional, ni legal ni política, para una nueva Constitución, por lo que si se desea insistir en el tema, hay que partir de cero, de manera voluntaria. En tal caso y de recurrirse de nuevo a plebiscitos, habría que partir por uno que consulte si realmente se quiere una nueva Constitución, porque no es posible soslayar que ese tema fue rechazado por 2 millones de votos, por más que digan que en realidad el rechazo fue a un proyecto constitucional determinado, pero no a la idea de nueva Constitución.
La verdad es que idea y texto fueron rechazados por el 62% del padrón electoral total, cantidad insoslayablemente significativa.
Juan Soto Q.
Proceso constituyente II
Los chilenos nos debatimos entre mantener la Constitución promulgada por el gobierno militar, que fuera sujeta a revisión durante el gobierno del Presidente Ricardo Lagos, y una Constitución moderna con proyecciones alcanzables hacia un futuro mejor. Hasta aquí pareciera que a las corrientes políticas les es difícil ver más allá de sus propios beneficios y expectativas.
Lo lamentable es que nuestras propias limitaciones tampoco nos facilitan entender que no se está buscando una quimera o panacea para todos los males. Desde los años 90, países en Sudamérica, Asia y África han enfrentado situaciones similares, donde heridas históricas profundas -políticas y sociales- continúan siendo difíciles de curar. Aun cuando hoy con sólo apretar un botón podemos tener en frente las constituciones de casi todos los países, pudiendo extractar ideas aplicables a nuestro proyecto constitucional, nos hace falta liderazgo transversal para enfrentar dicho desafío.
Ciertamente esta no es una actividad técnica, pero requiere elegir chilenos para su "construcción" que sean capaces de asegurarnos que los resultados de los procesos seguidos sean legítimos y aceptados ampliamente por los ciudadanos. A ese respecto, me parece interesante traer a colación lo expresado por Torquato Jardin, ex ministro y consejero constitucional de la Comisión Constitucional de Brasil: "La redacción de una Constitución es un ejercicio para historiadores, sociólogos, antropólogos, filósofos, escritores y poetas. Dejarla a políticos profesionales es invitar a una isla de Hidra; dejarla en manos de juristas es una invitación a una abstracción de normativas desprovista de alma. La historia difícilmente puede enseñarnos una lección más dolorosa".
Como en "El Mercader de Venecia", disponemos de las herramientas necesarias para llegar salvos a puerto.
Gustavo Astorquiza
Acuerdo "a la chilena"
Con una premura inusitada las fuerzas políticas sellaron un nuevo acuerdo constitucional. Y como esto es Chile, y todo se hace "a la chilena", una vez pasada la efervescencia comenzaron a aflorar los primeros atisbos de realidad. Por un lado, ya existen voces en algunas colectividades que intentarán modificar el acuerdo en su tramitación. Otros simplemente no respaldaron, pero participarán en los comicios para elegir representantes.
Otro tema ha sido si, quienes participen, deberán (o no) percibir remuneración, una discusión en la que primero fue "no" y luego "sí". Y por si fuera poco, ahora se dieron cuenta que las reglas del juego electoral son otras, disminuyendo el número de representantes.
¿Será que alguna vez hacer las cosas "a la chilena" será sinónimo de hacerlas bien y no de un transversal despelote?
Rodrigo Durán Guzmán
Política monetaria
A propósito de la reciente decisión adoptada por la Reserva Federal de los Estados Unidos, decretando un alza de su tasa en 50 puntos base, y de las buenas cifras inflacionarias conocidas con antelación, llama positivamente la atención que se pudo tomar la decisión de política monetaria con el dato de inflación de noviembre ya en la mano.
A diferencia de esto, en lo más reciente el Banco Central del país emitió su comunicado de política monetaria el 6 de diciembre, esto es, un día antes de conocerse el decepcionante dato de inflación para el mes de noviembre. En vista de lo anterior, cabe preguntarse, ¿no hubiera sido más conveniente que el Consejo del Banco Central hubiera tomado la decisión de política monetaria con el dato de noviembre ya en la mano (aunque ex post parece haber sido correcta la decisión)?
Siempre es preferible contar con más y mejor información, y la decisión de política monetaria no es la excepción.
Rodrigo Montero, académico de la Universidad Autónoma