La política como espectáculo
El actual momento del país necesita representantes que estén a la altura, y no que busquen el aplauso fácil. En Santiago y Valparaíso se hacen "puntos políticos" con una guitarra y una pelota; y acá, un legislador retira por su cuenta una señal de tránsito.
En el complejo momento político y económico que vive el país, con la falta de rumbo respecto de la discusión constitucional, la crisis económica galopante y las prioridades ciudadanas enfocadas en el avance de la delincuencia y del narcotráfico, bien valdría la pena que los representantes elegidos por votación popular recordaran que están ahí para atender los intereses de la población, que les ha delegado la soberanía popular, y no para satisfacer gustos personales, vanidades ni cobrar revanchas. En una época tan inestable como la actual, o "líquida", según la terminología actual, se requiere de autoridades mesuradas, que actúen con templanza, que sepan negociar -equilibrando sus convicciones con la realidad- y que tengan claridad respecto de los horizontes de corto, mediano y largo plazo.
Tristemente, más representantes de los que se quisiera se han acostumbrado a ejercer la política como un espectáculo, buscando el aplauso fácil detrás de performances de dudosa reflexión, con la complicidad de asesores que en lugar de poner la cuota de cordura, pareciera que felicitan esas salidas de madre. Ejemplos hay varios. Un senador que llevó a La Moneda una guitarra, para "entregar" un mensaje al Presidente; o un parlamentario que ante la discusión constitucional, seguramente imbuido de la fiebre mundialera que hay por estos días, se presentó en un punto de prensa con un balón de fútbol, para -según él- colocar la "pelota en el piso".
A nivel local también ha habido performances de este tipo, acercando la política más a las artes escénicas que a la seriedad que requieren los asuntos de gobierno, con un diputado que decidió por su cuenta retirar una señalética de tránsito reservada en el centro de Puerto Montt para un colega suyo (que por lo demás, nunca apareció para pedir disculpas o por último para explicar). Como acto testimonial estuvo fantástico, igual que para las vocingleras redes sociales, pero como alguien que debe respetar las normas, estuvo fatal. Si cada ciudadano siguiera ese ejemplo, en pocos días la anarquía sería total.
Mesura, eso es lo que necesita el país ahora de parte de sus representantes, no espectáculos ni show, que para eso hay otras instancias de mejor calidad.