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Colonización alemana
Las actividades desplegadas a propósito de los 170 años de la llegada de los pioneros alemanes a nuestra provincia sólo se comparan con aquellas desarrolladas a propósito de los 150 años del inicio de la gesta de nuestros antepasados, allá por 2002, pero además con un significado adicional.
El famoso tango canta que "veinte años no es nada", pero en nuestro país y para nuestra comunidad ha sido mucho. Mientras en 2002 existía una conciencia universal del aporte de la inmigración germana al desarrollo de nuestro país y el bienestar de todos, se fueron incubando tesis deconstructivistas que fomentan el conflicto entre las personas. Ya hemos visto en nuestra zona desfilar a falsos indigenistas con lienzos de "fuera los colonos alemanes", demonizar su obra, tomarse sus campos y vandalizar sus construcciones.
Es por eso que las actividades del hoy son tan importantes y superan esencialmente a las del año 2002. A veinte años desde entonces estamos conscientes de estar en una zona de conflicto, de que el anhelado progreso puede detenerse, de que el bienestar puede acabarse y de que los políticos, que son tan locuaces a la hora de pedir colaboraciones, no lo son a la hora de defender los intereses de sus electores.
Pero no estamos solos, porque nos tenemos a nosotros y a nuestros antepasados que velan por nosotros, no sólo desde el cielo, sino dentro de nuestras venas. Ellos cruzaron el océano en tiempos aciagos, sufrieron mil penurias en su nueva patria y se levantaron una y otra vez, cada vez con más fuerza, y nosotros no seremos menos.
René Fuchslocher Raddatz
Misil en Polonia
Podemos estar más aliviados. Al menos en esta oportunidad, un misil en un país de la OTAN, como el que terminó en Polonia y dejó dos fallecidos, en plena andanada de proyectiles rusos contra Ucrania, se estableció que no fue una acción deliberada. Se investiga y estamos más tranquilos, por ahora.
Las acusaciones mutuas no tardaron y las propagandas políticas, tampoco. Primó la prudencia, y el riesgo cierto de una reacción de toda la Alianza, con Estados Unidos incluido, no se materializó. Ucrania reconoció que la afirmación rusa de no ser responsable era cierta. Privilegió la verdad, en contraste con las continuas falsedades rusas contra Ucrania, plagadas de amenazas mayores, como la nuclear. Hubo contención y afortunadamente, tiempo para aplicarla
Sin embargo, quedó en evidencia la fragilidad de la cual depende la guerra a gran escala, o una a nivel mundial. Un error técnico, o un desperfecto de lanzamiento, un disparo en falso, o deliberadamente aprovechado en el campo paralelo de la información y de los medios, todavía ponen en riesgo la estabilidad de la región y del mundo.
Un conflicto de nueve meses que no cesa ni tiene posibilidades reales de terminar todavía, al no existir tratativas confiables ni métodos pacíficos de solución aplicándose, mantiene la tensión y los peligros latentes. Los costos gigantescos de la agresión siguen y aumentan, en vidas y destrucción, no sólo para Ucrania y a quienes la apoyan, sino que igualmente para Rusia, pese a que el régimen absoluto los oculta y sofoca toda información confiable.
En algún momento, aún indeterminado, se sabrá, y el veredicto será lapidario para Putin. Cuesta mantener el control y la calma ante tales hechos, si bien Occidente no debe entrar en el juego de las provocaciones irresponsables. El misil en Polonia ha logrado demostrarlo, de momento, aunque la inseguridad prosigue. No solamente entre las partes en guerra, sino también frente a la eventual acción de terceros, como Corea del Norte, Irán u otros, que busquen posicionarse.
Dependemos del curso de la guerra, de actores desquiciados, y en gran medida, de una tecnología bélica incierta.
Samuel Fernández, académico de la Universidad Central
Ucrania y Rusia
Creo que la guerra sólo responde a los poderes fácticos basados en la capacidad de Ucrania y Rusia en hacer presión. Un elemento vinculado directamente a este problema es la violencia como mecanismo para generar daño. Porque una guerra no es iniciada sin motivo, mucho menos se puede conseguir armamento de guerra rápidamente y también por el dinero que se dispone para estos fines violentos.
Una guerra no es un hecho fácil de sostener si se tiene que tener en cuenta todos los elementos que conllevan como, por ejemplo, la muerte de personas inocentes, la clara violación a los derechos humanos y los daños a los patrimonios culturales. Por esto tenemos que tener claro que las fuerzas armadas y personas de la sociedad civil que participen de forma voluntaria para defender su soberanía territorial tienen que tener una formación adecuada para enfrentar esta lucha.
María José Cárcamo
Cuidados paliativos
Con el aumento de enfermedades graves, es cada vez más necesario promover cuidados paliativos para las personas que las padecen, los cuales a través de un enfoque terapéutico integral prometen mejorar la calidad de vida de quienes afrontan un sufrimiento grave vinculado a su salud. Estos incluyen prevención y alivio mediante la identificación temprana, evaluación y tratamiento del dolor, así como de otros problemas físicos, psicosociales y espirituales.
Cuando se habla de cuidados paliativos se suele relacionar con aquellas personas que padecen cáncer o que se encuentran en etapa terminal de una enfermedad. Sin embargo, según datos estadísticos de la Organización Mundial de la Salud, se estima que 56,8 millones de personas en el mundo necesitan cuidados paliativos cada año, y de esas personas, 28,2% tienen neoplasias malignas o cáncer. El 71,8% restante está representado por individuos que tienen VIH/SIDA, enfermedades cerebrovasculares y pulmonares, demencia u otras patologías en etapa avanzada.
Un 88% de las personas que necesitan cuidados paliativos no tienen acceso a ellos. En nuestro país la atención paliativa para personas con cáncer está incorporada al Programa de Alivio del Dolor por Cáncer y Cuidados Paliativos. Recientemente, en octubre de 2021 se promulgó la Ley 21.375 que consagra sus beneficios y derechos, permitiendo dar un impulso hacia la ampliación progresiva de este tipo de atención para enfermedades no oncológicas.
Estos cuidados incluyen la atención y asesoría tanto al enfermo como a sus familiares o cuidadores, siendo entregada por un equipo interdisciplinar. Las intervenciones pueden otorgarse en casa, hospitales y centros de salud, reduciendo así las hospitalizaciones innecesarias.
Claudia Barría, académica de la Universidad de Las Américas