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Planteó que "la opinión pública se va en contra de los propietarios de la casa, pero es una sucesión, no soy yo, no es mi papá, sino que somos cuatro familias (...). Este no es un tema exclusivo de un inmueble como la Casa Ebel, sino que todos los inmuebles patrimoniales que existen Puerto Montt tienen problemas".
A su parecer, es un contratiempo que no exista una actualización de la ley, aunque aporta que hay una iniciativa en ese sentido, "que está descansando en el Congreso. ¿Por qué? Imagínate lo que es para una sucesión, donde fallecen los padres, los hijos directos de un dueño... Entonces, hoy son muchos los propietarios de la Casa Ebel y para hacer cualquier obra de reparación, tienes que, digamos, juntar un capital. Pero para eso tienes que poner de acuerdo a todas las personas que integran la sucesión. Ahí nace el problema".
Consultado sobre la posibilidad de buscar una salida con las autoridades, como ha trascendido en más de una oportunidad, asevera que "hasta el día de hoy no hemos tenido contacto del municipio para intentar comprar la casa. Tal vez no tienen el teléfono, pero al día de hoy, no hemos sido contactado ni por el municipio, ni alguna entidad gubernamental. Hace un año y medio o dos años, me llamó el diputado Alejandro Bernales y conversamos sobre el tema, conversamos sobre esa ley".
Reconoce que la situación actual de la casona "es compleja", pero que "estamos haciendo las gestiones pertinentes para llevar a cabo un resguardo. No sé cómo llamarlo, pero hemos puesto a las autoridades en conocimiento respecto al estado en que se encuentra la casa. No podemos hacer más. Tuvimos alguna propuesta (de restauración), llamémoslo así, pero no llegó a buen puerto. Algunas notas (periodísticas) deberían hablar del traslado justamente al parque Luis Ebel, pero ninguna de esas propuestas prosperó. La familia hoy está abierta, siempre hemos estado abiertos a rescatar la casa, pero si esta ley no cambia y los propietarios de inmuebles patrimoniales -no sólo de la casa Ebel- no reciben aporte del Estado para restaurarlas y salvarlas, hacerles un salvataje, no hay ninguna posibilidad que resistan los gastos que conlleva la mantención de un inmueble patrimonial".
El reconocido historiador local Pablo Fábrega cree que "es muy difícil estimar cuándo se derrumbará. A esta altura, con todos los intentos que ha habido de restaurarla, resulta casi imposible. Habría que hacerla de nuevo, lo cual también es una opción para las escuelas de arquitectura".
Dijo que la familia Ebel ha sido parte importante de la historia de la ciudad y que a pesar de que cuenta con recursos económicos suficientes, no ha mantenido adecuadamente su propio patrimonio.
- ¿Cuál cree que es el peligro que reviste para los vecinos el estado de la casa?
- Más allá de que un inmueble tenga una categoría de protección, es fundamental que los dueños particulares no los dejen abandonados, que los cerquen y mantengan ese resguardo, pues de otra manera se transforman en un foco de insalubridad y de peligros asociados a la delincuencia. Es increíble que en nuestra legislación se permita esta especulación inmobiliaria con los terrenos baldíos o casas abandonadas por años. Deberían cambiarse las leyes, como en Países Bajos, donde se penaliza duramente.
Sebastián Bruna, presidente del Colegio de Arquitectos Llanquihue, argumenta que "hay que hacer un diagnóstico estructural, un diagnóstico de instalaciones, un diagnóstico del estado de las maderas, de los revestimientos, hay que hacerle radiografías, hay que hacerle exámenes. A simple vista, se nota que es una casa que está en un deterioro avanzadísimo, en un estado terminal. Los diagnósticos probablemente arrojarían que es una casa. Hay muchas infraestructuras que llegan a un estado que ya se transforman en un riesgo para su entorno. La orden, y lo que corresponde, es desarmarlas y demolerlas. Muchos particulares no tienen interés o la capacidad económica para sostener patrimonios y quedan en estado de abandono, hasta que estos mueren. Probablemente es el destino de la casa Ebel".
90 años de existencia tiene la Casa Ebel, considerada como un inmueble de Conservación Histórica de Categoría A1 en la capital regional.