La quinta versión del Termómetro de Salud Mental en Chile, elaborado por la Asociación Chilena de Seguridad y la Universidad Católica, mostró una disminución en el nivel general de malestar psicológico de la población, si se compara con lo que ocurría a inicios de la pandemia, pero persisten problemas mentales como el gran temor a ser víctima de la delincuencia. El estudio, realizado a 3.600 personas mayores de edad en mayo de este año, reveló que el 21,1% exhibió una probable presencia de problemas de salud mental, el número más bajo desde que la encuesta se creó en julio de 2020, aunque las cifras siguen siendo preocupantes.

Se estima que hoy uno de cada cinco chilenos presenta sospechas o problemas de salud mental, mientras que durante el período de cuarentenas esa proporción era de uno cada tres. Los investigadores estiman que el plan de vacunación contra el covid, el control de la crisis sanitaria y la recuperación de los empleos fueron algunos de los factores que influyeron en esa mejoría.

Sin embargo, el análisis detectó que ahora hay otros factores que detonan el estrés de las personas y que deterioran la salud mental, como la preocupación por la situación económica, los cambios políticos y, mayormente, el alto temor a ser víctima de la delincuencia. En efecto, el 70% de las personas mencionó este último caso.

Las encuestas confirman que la delincuencia es uno de los problemas que más preocupa a la población, porque deja una sensación de inseguridad, la que ya no se da sólo en los tradicionales barrios peligrosos, sino en amplios sectores de las zonas pobladas. La comunidad tiene conciencia del esfuerzo que realizan las policías, pero con frecuencia se dan a conocer informes que muestran el altísimo porcentaje de causas que reciben las fiscalías y que se archivan sin tener un resultado.

La delincuencia es una realidad que atemoriza y afecta la salud mental de las familias, y la percepción ciudadana es que no se hace lo suficiente por resolverla. Por ello, las instituciones y autoridades requieren de nuevos modelos de gestión que fortalezcan las acciones preventivas y de persecución criminal, a fin de reemplazar una estructura esencialmente reactiva.

Los resultados del Barómetro Regional de Los Lagos, presentado recientemente por la Universidad de Los Lagos, revelan un panorama inquietante para nuestro territorio. Si bien existen datos alentadores, entre ellos la revalorización de la democracia como forma de gobierno, el estudio también muestra la existencia de una profunda desconfianza. Un 65% afirma no confiar en las otras personas. A la hora de evaluar la confianza en las instituciones, con notas de 1 a 7, el promedio es un desalentador 2,9. Los peores calificados no son sólo los políticos y las autoridades, sino también las empresas privadas y universidades.

El estudio expone también un profundo desconocimiento de la población respecto del proceso de descentralización, y a la vez da cuenta de un conjunto de percepciones negativas sobre la situación regional. Cerca de un 60% considera que la región está estancada o en decadencia, y al perfilar los obstáculos para el desarrollo del proceso descentralizador, el principal resulta ser la falta de profesionales capacitados en los servicios públicos (26,9%), seguido de la poca calidad de autoridades y dirigentes (16%), la falta de seguridad y orden público (11%), la carencia de una estrategia común de desarrollo (10%) y la mala calidad y poca eficiencia de los servicios públicos (8,8%). En efecto, el desconocimiento puede influir en la evaluación negativa, pero más allá de cualquier reparo metodológico, lo concreto es que hay una percepción ciudadana sombría respecto de la manera en que se están haciendo las cosas.

La creación de las gobernaciones regionales y el traspaso de competencias y atribuciones desde el nivel central supuso un avance importante para enfrentar el reto de la descentralización. Como todo proceso, su puesta en marcha no ha estado exenta de problemas, pero -sin lugar a dudas- ha abierto la posibilidad de generar nuevas y mejores condiciones para la valorización de las capacidades e inteligencias regionales, puestas ahora al servicio del propio territorio y de sus habitantes. La Región de Los Lagos, y todas las regiones del país, claman por servicios públicos de excelencia, por una menor burocracia y por más facilidades para desarrollar emprendimientos. Hay allí un mensaje claro. Las personas, incluso las más críticas y desencantadas, siguen esperando por una mayor injerencia del Estado y sus instituciones en el ordenamiento de los procesos de desarrollo.

Aún falta mucho por hacer y los resultados del Barómetro dan cuenta de las brechas que es necesario superar. Hoy, más que nunca, está en manos de las instituciones revertir esta situación. O recuperamos la confianza de la gente, o se pierde para siempre. No hay espacio para improvisar.

Rabindranath Quinteros, presidente

de la Fundación Región y Futuro

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