No debe llamar la atención que la palabra "unidad" es la que más se ha reiterado en los discursos pronunciados en los actos oficiales y en otros de convocatoria ciudadana, con motivo de Fiestas Patrias. Es que todo buen chileno sabe que hemos atravesado por días difíciles y que en ocasiones nos han puesto en veredas opuestas, casi como enemigos debido a pensamientos distintos de cómo podemos construir un país más justo y respetuoso de sus habitantes.

Sí, porque en esas últimas palabras está la clave de lo que acontece en el país. Tras el estallido social, con sus bemoles, comprendimos que el grueso de nuestra población quiere cambios en el país, el modo de hacerlo es el que genera controversia.

La Convención Constitucional fue el camino elegido, pero el resultado final no satisfizo a más del 60% de los chilenos lo que obliga a repetir o buscar un mecanismo igual de democrático pero en el que todos los sectores sean escuchados.

Como lo decía el profesor Patricio Peñailillo, no nos podemos olvidar que somos un país moderado y que ha forjado su carácter en años de precariedades. La visión generalizada -que se puede colegir del plebiscito- es que si bien todos apuestan por cambios, hay una mayoría que los pide de modo gradual y sobre lo bueno logrado hasta hoy. Lejos están de ideas refundacionales o revolucionarias. Eso provoca temor e incertidumbre y es lo menos que se quiere en este momento.

Por ello la palabra unidad es la que se repite en este ambiente de celebración patrio, en el que brindamos por nuestra nación para que prospere y que el fruto del trabajo permita a las familias vivir con tranquilidad y holgura económica.

Esa tiene que ser la mirada y para lograrla se requiere que nos respetemos, que sepamos oír, sepamos dialogar, sepamos transigir y ceder cuando sea necesario. Puede que no sea fácil ponerse de acuerdo, que las diferencias se vean insalvables, pero siempre está la posibilidad de llegar a sanos equilibrios.

En estas Fiestas Patrias que mejor regalo para Chile que su gente pueda entenderse y marchar unida.

Hace pocos días atrás el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirmó que se vislumbra el fin de la pandemia. En paralelo, en nuestro país la Cámara de Diputados aprobó una resolución para que el Presidente elimine el pase de movilidad. Parece que es un hecho que la pandemia comienza a despedirse, al igual que los cambios que ella produjo en nuestra vida.

Uno de ellos fue el teletrabajo, que hasta antes de la crisis sanitaria se miraba con recelo, pero que hoy gracias a la forzosa y al mismo tiempo exitosa experiencia a nivel público y privado, logró instalarse culturalmente y asentarse en muchos casos como eficiente y eficaz fórmula de gestión. Dentro de las áreas que la incorporaron con fuerza se encuentra la justicia y, en particular, el Poder Judicial, donde la implementación online no se redujo sólo a la forma en que realizan su trabajo quienes integran dicha institución, sino que incluyó a las audiencias orales y alegatos en tribunales, que pasaron de presenciales a ser virtuales por sistema de videoconferencia.

Las dudas originales sobre la posible vulneración al principio de inmediación -entre otros- y los prejuicios de algunos fueron rápidamente disipados por la praxis y gracias a la impecable y exitosa gestión desarrollada por el Poder Judicial en la materia. Es que el cambio ha sido demasiado importante y al mismo tiempo extraordinariamente positivo, no sólo para los operadores del sistema y los abogados en general, sino que también y por sobre todo a nivel del acceso a la justicia y de la protección y trato hacia las víctimas y los usuarios. En materia penal, por ejemplo, las víctimas, los imputados y los testigos pueden comparecer de manera remota y segura desde cualquier lugar en que se encuentren, sin que se vean obligados a coincidir en el mismo espacio físico que representa la sala de audiencias.

El sistema funciona y funciona bien. Eso está probado. Los enormes beneficios también están a la vista e importan un sustantivo avance para la administración de justicia en nuestro país. La tecnología aquí de verdad se ha puesto al servicio de las personas y de la gestión pública. Por ello es de esperar que el comienzo de la despedida de la pandemia anunciada no implique necesariamente un adiós para las audiencias online.

Marcos Emilfork Abogado, Fundación para la Justicia

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