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Los 17 estudiantes de Rolecha que sueñan con conocer Santiago

AISLADOS. Apoderados, alumnos y profesora lideran una campaña para reunir fondos y concretar un inédito viaje fuera de la Región de Los Lagos.
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Carlos J. Véjar

Aislados en el aislamiento. Ese es el día a día de los 17 estudiantes de octavo básico de la escuela rural Semillero de Rolecha, establecimiento educacional de Hualaihué distante a unas 3 horas de Puerto Montt en barcaza.

Antes de terminar su enseñanza primaria, el sueño de los adolescentes es poder salir no solo de la Provincia de Palena, sino que llegar a la Región Metropolitana y el norte del país.

Sin embargo, tras dos años crudos de pandemia, de actividades presenciales suspendidas, de clases a distancia en un rincón apartado de la región, de dejar de ver a sus compañeros y estudiar con medios mínimos, los alumnos quieren hoy terminar la enseñanza básica con una gira que los acerque a sitios que solo han visto por TV o internet.

Uno de ellos es Benjamín González, quien está en una cruzada junto a su familia, sus amigos y la profesora Vannesa Alveal para viajar a Santiago y La Serena.

"Me gustaría conocer el zoológico, los museos, La Moneda, Fantasilandia. Nos encantaría llegar mucho más al norte, pero por los temas de la pandemia, durante dos años no pudimos hacer ninguna actividad para reunir recursos. Ojalá se pongan una manito en el corazón y nos ayuden a cumplir nuestro sueño", sostiene el adolescente.

$7 millones

Hoy la meta de estos jóvenes y sus familias es reunir al menos $7 millones, tarea que aún está en desarrollo. Con estos fondos buscan costear los pasajes, la estadía, alimentación y las respectivas salidas a terreno.

Sandra Vásquez, madre de Benjamín, comenta que desde hace tres años están reuniendo fondos para concretar la travesía de los 17. Para tales fines han hecho bingos, rifas, ventas de curantos, entre otros. "Hemos tenido harta ayuda y agradezco a la gente que desinteresadamente está dando una mano para que nuestros niños puedan viajar", explica.

Unas de las principales motivaciones para reunir los fondos y concretar el viaje es que la mayoría de estos niños nunca ha salido de la región. Como mucho, conocen Puerto Montt y su entorno, por lo que la zona centro sur y centro norte es todo un misterio.

"Somos de una localidad de escasos recursos. Queremos que nuestros niños puedan cumplir su sueño de conocer la capital, de estar en los museos, de saber de otras tradiciones y visitar otras partes. En el futuro esto les puede servir, porque como somos de una zona tan vulnerable, muchos niños se quedan para siempre acá", agrega la apoderada.

Desde contao

La profesora básica con mención en Lenguaje, Vanessa Alveal, vive a unos 25 km de la escuela, en Contao, sector del que también es oriunda. Durante 11 años ha trabajado en el mismo colegio, viajando todos los días hasta la escuela, la que hoy tiene una matrícula de 107 estudiantes, entre prebásica y octavo año.

Respecto al viaje que planifican, cuenta que durante los últimos dos años, debido a la pandemia, no lograron realizar actividades a beneficio, por lo que están en una carrera contra el tiempo para juntar la plata. "Nuestra escuela tiene un alto índice de vulnerabilidad, enfocada en el acceso de los estudiantes y también al nivel socioeconómico de las familias", sostiene.

Como la mayoría de los padres y apoderados de los 17 estudiantes, 10 varones y siete mujeres, son de hogares de pescadores, carpinteros y otras labores independientes, su fin es evitar que sean las mismas familias las que deban costear la gira de estudios.

Quienes puedan aportar dinero, pueden depositar en la cuenta de ahorro del Banco Estado 85960027553, a nombre de Karina Cayun (15.303.485-0), quien es la presidenta del curso. La copia de las transferencias, así como otro tipo de colaboraciones, pueden ser notificadas al correo vane.alveal.romero@gmail.com.

$7 millones deben reunir los estudiantes. La profesora Vanessa Alveal, a través de su Twitter (@vanesitadelsure), divulga las actividades solidarias. Por ejemplo, un hotel en La Serena ya les regaló la estadía durante un fin de semana.

"Tuvimos que hacer todo con material impreso"

Vanessa Alveal,profesora de Rolecha y trabajo en pandemia.
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La profesora Vanessa Alveal asumió este año la jefatura del octavo básico de la escuela Semillero de Rolecha.

Y si bien desde marzo se planteó como meta encabezar la campaña para conseguir recursos para la gira de sus alumnos, también se toma el tiempo para reflexionar sobre cómo desde la ruralidad enfrentaron la etapa más dura de la pandemia y la suspensión de las clases presenciales, con el principal escollo de superar la falta de acceso expedito a internet.

-¿Cómo llevaron adelante las clases a distancia en Rolecha, pensando en lo complejo que debe ser acceder a señal telefónica y de internet, por ejemplo?

-Una gran parte de los estudiantes no tuvo clases presenciales durante un espacio largo, debido a temas sanitarios, de un año y medio aproximadamente. Nosotros tenemos un problema adicional, que es la cobertura en cuanto a internet, la que es casi nula. Incluso hoy, si llueve mucho ya no tenemos señal.

Como los estudiantes se distribuyen alrededor de toda la costa, con peor conectividad incluso, tuvimos que hacer todo con material impreso, creado por nosotros mismos. Salíamos a repartirlo casa por casa. Además, usamos mucho el WhatsApp.

-Desde la ruralidad, ¿cómo fue para ustedes el retorno a clases en marzo? Ello a propósito que, a nivel de las grandes ciudades, los casos de violencia escolar y bullying fueron frecuentes, en medio del estrés del reencuentro.

-Nosotros tuvimos un acercamiento el año pasado, porque tuvimos modalidad semipresencial, en donde todos los niños asistieron en diferentes grupos; por ejemplo, en este curso que tiene 17 alumnos, como las salas son muy chicas, el grupo se dividió e iban a clases tres veces por semana.

Respecto al retorno en marzo, la forma de enfrentar el cara a cara fue muy distinto a lo que comentas de otros lugares del país o Puerto Montt. La verdad es que era todo más feliz, se notaba hasta con nosotros. Nos querían abrazar… contarnos sus cosas. Sin embargo, por protocolo, tuvimos que frenarlos.