El desafío de la solidaridad
La vulnerabilidad de miles de chilenos debe ser un factor movilizador para contribuir a una mejor sociedad. En un mundo tan individualista, el legado de Alberto Hurtado, fundador del Hogar de Cristo, es un faro a seguir para ir en ayuda de los más postergados.
Agosto ha sido declarado el Mes de la Solidaridad, en reconocimiento a Alberto Hurtado, fundador del Hogar de Cristo, organización social y de sensibilización solidaria que atiende a miles de personas en condición de vulnerabilidad. El recuerdo de Alberto Hurtado sigue vivo gracias a su legado e inspirador mensaje en el ámbito social y espiritual para los chilenos. Trabajó con la juventud universitaria y poco a poco su interés lo fue llevando a acercarse al mundo de "los más pobres entre los pobres".
El compromiso con los más necesitados debe ser permanente, como lo hacen muchas personas que buscan el bien de la sociedad. Es indispensable que el dolor ajeno conmueva y movilice para construir una patria más justa y mejor. Lo mismo en las ciudades: si se actúa como cuerpo, todo será mejor.
La solidaridad, entendida como la adhesión o apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones difíciles, distingue a la humanidad para bien en un mundo donde prima el individualismo.
San Alberto Hurtado tiene un legado inspirador al respecto. Una de sus frases sostiene: "Mi misión no puede ser solamente consolarlos con hermosas palabras y dejarlos en su miseria, mientras yo como tranquilamente y mientras nada me falta. Su dolor debe hacerme mal: la falta de higiene de sus casas, su alimentación deficiente, la falta de educación de sus hijos, la tragedia de sus hijas. Que todo lo que los disminuye me desgarre a mí también".
Su mensaje llama incluso al necesario dolor que debe provocar la tragedia de los más vulnerables. Ello debe inspirar en lo social y espiritual para bien de miles de chilenos que lo pasan mal. Por lo anterior, la solidaridad no puede ser sólo un concepto o uno más de los elementos de una sociedad que busca expiar sus responsabilidades de alguna forma. La solidaridad es entender el dolor de los demás y ayudarles a hacer la vida mejor, lo que debe estar presente de manera permanente. No se queda en las fechas simbólicas, ni en algunas ocasiones, sino que debe determinar la existencia de las personas como una prioridad a desarrollar de manera persistente en todo el quehacer.