El pasado mes de julio el IPC anotó un inédito aumento mensual de 1,4%, acumulando un alza de 13,1% en doce meses, su mayor registro desde inicios de 1994. Muchos expertos piensan que la inflación interanual se empinará hasta el 14% en los próximos meses, y concuerdo con ellos. Si bien es cierto que en estas proyecciones influyen factores como el precio del petróleo, el valor de las materias primas importadas y el tipo de cambio, es el desmedido nivel de consumo interno que se ha observado durante muchos meses el gran causante de este proceso inflacionario.
Teniendo en cuenta lo anterior, las ayudas económicas del Gobierno deben efectuarse con gran cautela pues le agregan combustible a una situación económica extremadamente frágil, incentivando así incrementos en el gasto privado. El Banco Central estima que la variación anual del IPC seguirá aumentando durante el tercer trimestre, y que a partir de ahí comenzará a descender, terminando 2022 en torno al 10%. Pero el BC se ha equivocado consistentemente en estas proyecciones, y es muy posible que el necesario descenso en el consumo privado no se produzca con la velocidad necesaria para neutralizar la inflación, a pesar de las fuertes alzas en la tasa de interés (rozando el 10%). Los efectos del interés no se sentirán hasta el último trimestre de 2022, que es cuando la economía nacional debería entrar en un proceso recesivo. Mientras tanto, el principal factor tras el alza inflacionaria continúa siendo el significativo aumento de la demanda privada durante 2021 y gran parte del actual ejercicio. La falta de prudencia de los consumidores es la gran culpable de la inflación, y los estragos que ésta actitud ha producido en sus propios "bolsillos". Los encargados de la economía del país deberían estar alertando permanentemente sobre esta disyuntiva, pero por razones políticas no lo hacen.
Este escenario, en consecuencia, ha producido una disminución del poder adquisitivo en el último tiempo. Por noveno mes consecutivo el INE informó que el poder adquisitivo de los chilenos cayó a causa de la inflación y el alza de los precios. El Índice Nominal de Remuneraciones disminuyó en doce meses un 2,2%, y es muy probable que dicha caída se duplique de aquí a fines de año. Indudablemente, para los sectores de menores recursos el impacto ha sido muchísimo mayor.
Las expectativas negativas respecto del crecimiento de la economía nacional para los próximos meses se refuerzan al mirar el desempeño que muestran nuestros principales socios comerciales internacionales, incluyendo un fuerte ajuste a la baja en el crecimiento de China (en torno a 4% en 2022), y en Estados Unidos que ya se encontraría en una recesión técnica, a pesar de que el mercado laboral sigue manteniendo cifras positivas.
En este contexto, el Banco Central proyecta que el crecimiento previsto para 2022 estará en torno al 1,5%. Ello considera una reducción de la actividad que irá adquiriendo mucha fuerza a medida que avanza el año. En 2023, el escenario central del Banco prevé que la economía tendrá una variación anual entre -1,0 y 0,0%, lo cual habla de la probable recesión que se avecina.