El VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) es otra pandemia y ha quedado invisibilizada por la actual crisis sanitaria por coronavirus, pese a que, efectivamente, sus cifras han aumentado en la última década en el país, siendo los jóvenes de entre 15 y 29 años las personas más afectadas.

El incremento de casos en la población general es para alarmarse: 63% de casos nuevos al año. En Chile, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 2020 más de 77.000 personas viven con VIH. La curva de casos muestra un aumento de siete mil casos nuevos entre 2010 y 2018, y en 2021, por un probable efecto de la pandemia, disminuye a 5.031 casos nuevos. Lo dramático es que de esos casos nuevos, 1.975 corresponden a jóvenes de entre 15 y 29 años.

Según la académica de Obstetricia de la Universidad Andrés Bello, sede Viña de Mar, Daniela Araneda, "uno se infecta con el virus por contagio de persona a persona o a través de otros vectores animales u objetos contaminados con fluidos vivos como semen, saliva, sangre, etc. Y luego al infectar el organismo y dañar el sistema inmune se producen enfermedades secundarias a la patogenia". Lo importante es tomar en cuenta que la trasmisibilidad va a ser alta en personas que no sean conscientes de su condición de infectados y en aquellos que no controlen su infección.

Existen diferentes familias de medicamentos antirretrovirales que actúan en distintas etapas de la replicación del virus. En Chile, los Tratamientos Antirretrovirales (TARV) para el VIH están garantizados a través de la Ley GES-Auge, que asegura el acceso a TARV para todas las personas que viven con VIH en cualquiera de sus etapas, independiente de su edad y previsión de salud de acuerdo a lo señalado por el Protocolo Nacional vigente.

Convivir con VIH actualmente es como tener una enfermedad crónica: si la carga viral es baja, la posibilidad de transmisión es baja. Es fundamental la realización de prueba rápida de VIH con frecuencia, sobre todo quienes tienen actividad sexual con diversas parejas.

El turismo antes del covid estaba en crisis. Tuvimos un tremendo veranito de San Juan por casi 10 años que tuvo su peak en 2017, cuando a Chile llegaron más de 6 millones de turistas extranjeros. Al año siguiente habíamos bajado a 4, 5 millones porque nos hicimos caros para los argentinos, que son nuestros principales visitantes. Después vino el estallido, luego el covid y nuestras visitas se redujeron a cero.

Hoy los gurús de Santiago dicen que tenemos que volver a niveles pre pandemia. Eso es más de lo mismo. Si les hacemos caso vamos a seguir siendo unos mediocres y, junto a nuestros vecinos argentinos, nos conformaremos con un máximo de 6 millones de visitantes.

Se dice que luego de la pandemia los turistas van a preferir otros destinos, sin aglomeraciones, limpios, seguros, de naturaleza, prístinos. Y la conclusión es obvia: Europa ya no será más el 50% del turismo mundial.

Este diagnóstico hace que uno se prepare para un vuelco en la política nacional de turismo. No es así: ya se ha aprobado el presupuesto de promoción internacional en Europa y Estados Unidos, donde antes de la pandemia se gastaba más del 60% del presupuesto en promoción. O sea, más de lo mismo. El resultado lo conocemos: a lo más que podemos llegar es a los 6 millones. Hay que cuestionar la medida. Por ejemplo, podríamos darnos a conocer a los países que nutren de turistas a Europa (Asia, por ejemplo) y traernos algo del 50% histórico.

Lo que se está haciendo no es innovación. Si todos dicen que el turismo debe ser un pilar fundamental del desarrollo no podemos tratar de alcanzar metas pasadas. Primero, tenemos que unirnos; segundo, tenemos que darle espacio a todos para que participen; tercero, tenemos que abrir otros destinos (Chile no tiene turismo sólo en los cinco o seis destinos que son sujetos de promoción); cuarto, tenemos que priorizar el empleo; quinto, tenemos que priorizar la periferia (los destinos prístinos de los que hablan). Y así, nuestra meta de mediano plazo debe ser traer 12 millones de visitantes extranjeros.

Por eso me sorprendió y gustó la promoción que hizo Sernatur regional con los países vecinos. Es una pequeña innovación. Si bien no participaron todos los que debían, se salió de la manía santiaguina por los grandes.

Jorge Tramón Guarda, empresario turístico

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