Los profundos cambios políticos, geográficos y culturales que se estarían intentando implementar a través de la propuesta Nueva Constitución, son indicativos del camino equivocado que se está trazando para Chile, donde han primado las posturas más extremas, influenciadas por la hegemonía política y filosófica ejercida por los comunistas. En palabras simples, lo que se busca es la desaparición de la Nación, de la patria física, para transformar a Chile en una entelequia cuyas consecuencias ulteriores la mayoría de los constituyentes no ha medido seriamente.
Ha caído sobre Chile un manto de confusión que ha implicado que muchos individuos ultra progresistas, cuyas mentes aparentan estar siendo manejadas, propongan normas y políticas claramente dañinas para nuestro futuro, para la permanencia de un país unitario, como ha sido la tradición de nuestra administración política y geográfica nacional. La más perniciosa de estas propuestas siendo el concepto de "Estado Plurinacional", es decir, la idea de un país con varias naciones semiautónomas en lo jurídico, económico y administrativo (en nuestro caso etnias), unidas en un Estado con un gobierno central representativo, multinacional, cuyas entidades estarían sujetas a una Constitución Política marco, o general. Nuevamente, una ficción, una fantasía que sólo existe en la imaginación. Cualquier estratega político serio podría darse cuenta que considerando la realidad histórica de Chile, y su composición racial, aquí estaría la plataforma para crear disputas étnico-territoriales mayores, sobre todo al sur del Bio-Bio, y una semilla de la discordia implantada para el futuro descalabro de Chile. Somos una sociedad con una combinación étnica pareja, un mestizaje uniforme, donde nos sentimos chilenos y chilenas sin la necesidad de hacer distinciones enojosas, pues nunca formaron parte de nuestra tradición.
Es cierto que en Chile tenemos por lo menos diez pueblos originarios, algunos numerosos y otros casi extintos. Y también teníamos a los Selk'nam, ese pueblo extraordinario que fue perseguido y exterminado por el hombre blanco en el extremo austral del país, en una página funesta de nuestra historia nacional. Pero reconocer este hecho no implica que debemos cambiar los conceptos sobre la "estructura física" de nuestro pueblo, el cual está muy ajeno a esta noción totalmente foránea de lo plurinacional. Los chilenos y chilenas conviven felices, trabajan, estudian, se unen y forman familias, sin tener ningún designio de estar separados por una suerte de "apartheid" étnico y geográfico totalmente innecesario, e irreal.
Al parecer, al ser Chile un país muy abierto hacia el mundo, se fueron dejando de lado nuestras tradiciones, incluso se comenzó a mirar en menos al Huaso chileno y sus costumbres campestres. A muchos de los filósofos y pensadores de este Chile alternativo, se les introdujo en sus mentes la idea de una nación multirracial con pueblos autóctonos viviendo en sus propios territorios. Los inmensos avances científicos actuales permiten a la psicofísica utilizar herramientas de control de la mente; lo estaríamos viendo actualmente cuando se intenta propagar esta cuestión absurda de lo "plurinacional", como algo moderno y necesario.
Atomizar el país en comunidades cuasi autónomas regidas las leyes de la biología conlleva inmensos riesgos para preservar la integridad territorial y nacional. Las guerras de las últimas décadas en Europa han sido causadas por la errada aplicación de estos conceptos, pues la política de la plurinacionalidad confunde, divide, y a la larga siembra el caos.