Día de los Patrimonios
Esta jornada, instituida hace varios años, ha servido para que la población se empape de la riqueza cultural del país. Siempre será conveniente que la ciudadanía conozca la historia de su territorio; aquello aporta una necesaria cuota de identidad.
En el año 1999 se acordó en Chile la celebración del Día del Patrimonio Cultural, con el fin de que en la última semana de mayo se desarrollen actividades en las que la ciudadanía conozca y disfrute su quehacer cultural, histórico y arquitectónico. Se dispuso entonces que el Consejo de Monumentos Nacionales coordinara esta programación para que el público aprecie esa riqueza que se ha ido construyendo por generaciones.
En los últimos años, producto de la pandemia, estos encuentros se realizaron de forma remota, pero en esta oportunidad las celebraciones en el país de nuevo son presenciales, con diversas entidades que han desplegado sus esfuerzos para que esos recorridos por construcciones patrimoniales se realicen de la mejor forma posible. Las autoridades han dicho que en 2022 este evento cambia su nombre a Día de los Patrimonios, con el objetivo de destacar y visibilizar la pluralidad de patrimonios e identidades presentes en Chile, así como la diversidad de culturas, comunidades y pueblos que habitan en los territorios, y que definen, valoran y transmiten diferentes manifestaciones y bienes patrimoniales.
Desde que fue instituido este día de celebración, ha sido una instancia para la riqueza espiritual, considerando que parte del patrimonio nacional ha sido dañado por terremotos, incendios y otros desastres. La geografía chilena sufre cotidianamente los embates de la naturaleza y con el paso del tiempo han ido desapareciendo iglesias, antiguas casas particulares, obras arquitectónicas e inmuebles de rico valor en su diseño. La demanda de suelo para la construcción también ha significado la destrucción de edificaciones emblemáticas, así como ha ocurrido con los tan necesarios humedales naturales.
Es importante tomar conciencia de lo que representa el patrimonio cultural, histórico y arquitectónico, para comprometerse en su cuidado, porque es bueno que la sociedad sea capaz de poner a buen resguardo lo que hicieron y construyeron las generaciones anteriores. Pero no sólo hay que pensar en la declaración de algunas obras como monumentos nacionales, sino también es necesario resguardar las zonas típicas en las ciudades, que se constituyen en cartas de presentación para quienes van a visitarlas, sean turistas nacionales o extranjeros.