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Un palo que nació "doblao"

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El panameño Omar Alfanno escribió la letra de "El gran varón", la canción que con ritmo de salsa Willie Colón, el cantante puertorriqueño nacido en Nueva York, popularizó en 1989. La canción es pegajosa, está estupendamente bien orquestada como todas las interpretaciones de Colón (un gran trombonista él mismo) y aborda un tema social que entonces estaba en el primer plano y que no me corresponde tratar ahora, porque lo mío en esta página es el estribillo de la canción, que dice "Palo que nace doblao, jamás su tronco endereza".

Una frase muy certera que vino a mi cabeza cuando se iniciaron los trabajos de la Convención Constitucional y que volví a tener presente esta misma semana, cuando esa Convención hizo público los 499 artículos en que finalmente se materializó su trabajo. Y es que, por más buena voluntad que tuviéramos quienes, conscientes de la necesidad de una nueva Constitución habíamos apoyado su elaboración en un plebiscito, no podíamos dejar de pensar cuando comenzaron los trabajos de la Convención Constitucional que algo estaba naciendo "doblao". Algo estaba mal si una parte de los constituyentes ahí reunidos impedía que unos niños cantaran la versión del himno nacional que habían preparado para ellos. Y que lo impidieran con gritos y abucheos como si esa canción, que nos une como chilenas y chilenos, los ofendiera. Era el rechazo a nuestra historia y a nuestras tradiciones. Era dar la espalda a Chile.

Con ese inicio era de esperar que las cosas siguieran por el rumbo que el gesto marcaba. Un rumbo que una convencional, vestida de mapuche, graficó bien pocos días después al señalar que no había razón de cantar una canción que quizás ya no iba a ser más himno nacional, puesto que "aquí vamos a refundar Chile". Y sí, lo que siguió fue un permanente impulso refundacional que, hasta el final, dominó y condujo los trabajos de la Convención. ¿Son malas las refundaciones? Por supuesto que no. Es un sino de los seres humanos y de las sociedades la renovación constante, el cambio como condición de la supervivencia. Sin embargo, sí pueden llegar a ser negativas si, como es el caso de lo que produjeron los Convencionales en Santiago, lo que se pretende al refundar es crear un país imaginario, totalmente ajeno a nuestra historia y realidad social y que desprecia el esfuerzo de las generaciones que nos precedieron por construir una nación unida y democrática. Una refundación es negativa si, por ello, se entiende destruir Chile para construir en su lugar un país dividido en naciones autónomas y algunas de ellas -las constituidas por pueblos originarios- gozando de inauditos privilegios sobre "los chilenos". Si se pretende, como ha ocurrido, desbaratar los principios más elementales de la democracia al prácticamente eliminar los equilibrios y controles entre los poderes públicos. Si se establece que la ley ya no es igual para todos, sino que habrá cuerpos legales distintos para unos y otros. Si, creyendo que la naturaleza tiene derechos se abruma a pequeños y medianos productores, como los del sur, de normas y reglamentos que terminarán por ahogar sus actividades. Si, para aplicar esas restricciones nos llenamos de una burocracia hoy día innecesaria. Para qué seguir enumerando si con lo ya dicho queda claro que no se quería refundar para tener un mejor país y mayor bienestar para todos los habitantes de Chile, sino buscar hacer realidad las fantasías académicas o ideológicas de algunas personas que buscaron instalar en una Constitución sus propias identidades e ilusiones. Que nunca pensaron en la mayoría de los chilenos y chilenas y mucho menos en su unidad.

Y desde ese palo que nació "doblao" se elaboró la propuesta de una nueva Constitución que, claro, su tronco jamás enderezó. El triste final fue la ceremonia en las Ruinas de Huanchaca, en Antofagasta, un recinto que se pretendió hacer pasar por restos de antiguos pueblos originarios en circunstancias que no eran más que los escombros de una fundición de plata instalada por capitalistas bolivianos en 1873. Una ceremonia en la que la bandera chilena fue reemplazada por una bandera tan fragmentada como fragmentado se quiere que sea Chile con ese texto Constitucional.