Lectura entre los menores
Si los niños ven a los adultos de la casa leer permanentemente, es muy probable que se contagien con tal práctica. Los adultos y los menores de cada casa pueden desarrollar cotidianamente un ejercicio compartido de lectura.
En Chile, sólo el 20% de los adultos se considera un lector habitual, mientras que cerca del 50% declara no leer regularmente o nunca. Este dato es preocupante, sobre todo si se considera que estas personas podrían estar en contacto con niños que están conociendo el mundo y pueden ver en la lectura una puerta que les permite descubrir realidades solo existentes en los libros.
¿Pero cómo fomentar la lectura a temprana edad? ¿Cómo incentivar a los pequeños a leer? Hace algún tiempo, en Magallanes el lema para incentivar la lectura era "La lectura no se enseña, se contagia" (Chile Crece Contigo). Esta premisa tiende a ser cierta. Muchos de los hábitos que adquieren los menores forman parte de las conductas socioculturales de sus padres: por lo tanto, si ven que los adultos leen, podría despertar en ellos interés por la lectura.
Según Arturo Flores, académico de Fonoaudiología de la Universidad Andrés Bello, disponer de libros en los espacios donde conviven es una opción. Deben estar a su alcance, a libre disposición y ojalá con imágenes claras que les permitan desarrollar su imaginación y creatividad.
Por otro lado, plantea el especialista, es importante poder destinar en algún momento del día un tiempo para leer con ellos: la lectura es un acto conjunto. En esta vivencia, se puede descubrir la posibilidad de compartir y fortalecer los lazos. Lo ideal es ubicarse a su altura, utilizar diferentes entonaciones, repetir ideas importantes, señalar las imágenes que representen el relato, hacer preguntas sencillas sobre lo leído y seguir con el dedo la línea de lectura: esto permitirá que comprendan cómo funciona la dinámica de leer.
Una vez que esto se vuelva habitual, los menores esperarán este momento, y con el correr de los días, querrán ser ellos quienes guíen la lectura. Incentivar esta conducta es muy importante: se les debe escucharlos con atención, sorprenderse con lo que cuentan y aportar detalles sobre lo leído. En un inicio, puede que esta lectura sea errática y muchas veces describirán las imágenes por sobre la lectura de lo escrito. Sin embargo, esta rutina fomentará el interés por los libros. Hay que acompañar ese proceso y brindarles la posibilidad de crear mundos imaginarios y fantásticos desde la lectura.