Escuelas en mal estado
Lamentablemente, ya hay varias comunas de la región en las que se han verificado problemas de infraestructura a poco andar de la presencialidad. Los sostenedores eran los primeros responsables en planificar la vuelta al colegio, sobre todo cautelando que los inmuebles funcionaran.
Ha sido desconcertante que desde varias comunas de la zona, a poco más de un mes del retorno a las clases presenciales, se estén reportando colegios con evidentes problemas de infraestructura, que en algunos casos incluso ha provocado la suspensión de las actividades escolares. Ha ocurrido en Puerto Montt, donde una escuela en la isla Maillen debió ser clausurada por parte de la autoridad sanitaria por la presencia de larvas en el agua; en Fresia, donde un grupo de apoderados realizó una protesta en un establecimiento por las deficientes condiciones del inmueble; y en Calbuco, desde donde tibiamente ya empieza a asomarse el malestar de la comunidad educativa.
Es desconcertante porque lo que menos se puede alegar es que los sostenedores, ya sea los municipios, a través de los departamentos de administración educacional; o el Servicio Local de Educación Llanquihue (para el caso del colegio de Fresia), hayan tenido poco tiempo para preparar los establecimientos en vistas del retorno a la presencialidad. Mal que mal, los colegios de todo el país, cual más cual menos, permanecieron cerrados prácticamente dos años por culpa de las restricciones que impuso la pandemia. Tiempo se supone hubo para que los sostenedores habilitaran cada detalle, sobre todo teniendo en cuenta el interés para recibir como correspondía a menores que estuvieron dos años confinados en sus casas y enfrentados a pantallas para los procesos educativos.
En el caso del Servicio Local de Educación, pudiese entenderse que el debut del nuevo organismo, que se hizo cargo de las escuelas que estaban a cargo de cinco municipios de la zona, está todavía afinando los detalles de su operación. Para la situación de Puerto Montt, en cambio, es inevitable apuntar hacia la extraña condición del DAEM, que lleva siete años con un jefe subrogante y no uno titular, una condición que es muy probable haya conspirado para una gestión eficiente y con visión de futuro.
Una ciudad de la magnitud de Puerto Montt, con un amplio abanico de liceos y escuelas municipales, debiese contar hace rato con una dirección titular que cuente con las suficientes herramientas y recursos para fungir como sostenedor. Siete años de espera claramente es mucho.