La resiliencia es un concepto que ha adquirido gran relevancia en los últimos años, sea para una comunidad o nación, como para las personas individualmente consideradas. Sobre todo desde una visión positiva de la vida, tomando en cuenta aquellas fortalezas que nos ayudan a superar la adversidad.
Cuando se menciona a la resiliencia, solemos pensar en hechos traumáticos, como la pérdida de un ser querido, sobrevivir a un accidente u otras situaciones sumamente complejas: los terremotos en Chile. Pero en nuestro día a día también se dan situaciones difíciles que tenemos que enfrentar. No hace falta que suceda una catástrofe; superar cualquier dificultad cotidiana, como hacer frente a las críticas, conseguir sobreponerse a un problema sentimental, o simplemente llegar al lugar de trabajo con una sonrisa tras un tropiezo, también es ser resiliente.
Hay personas que son resilientes porque han tenido un ejemplo de resiliencia a seguir, como sus padres o un hermano, pero otras han aprendido a lidiar y sortear los obstáculos del camino por sí solas: han aprendido a partir del ensayo y error, se han hecho fuertes a partir de sus propias caídas. Es fácil para muchos hacer escarnio, sobre todo tratándose de un oponente, cuando éste se equivoca y comete errores que son públicos y notorios. El caso que está en boca de todos -el de la ministra del Interior-, es un buen ejemplo de aquello. Pero si ella es resiliente, habiendo adquirido esa característica luego de mil batallas contra la discriminación por ser mujer y exitosa, no me cabe ninguna duda que va a superar el mal momento, y que se impondrá. Y conste que yo no soy partidario del actual gobierno, sólo que nobleza obliga.
Lo anterior se basa en mi propia experiencia y conocimientos adquiridos a través de largos años, en los que he debido lidiar con cientos de problemas, algunos complicados en extremo. Lo cual estaría indicando que la resiliencia es una habilidad que todos podemos desarrollar y, por lo tanto, practicar. Para ello, es necesario trabajar adecuadamente nuestros pensamientos, emociones y fortaleza espiritual. Esto último logré vivirlo y potenciarlo durante una larga estadía en India, una situación fortuita por la cual estoy eternamente agradecido a mi padre.
Las personas resilientes tienen, como los juncos, la capacidad de ser flexibles cuando el viento sopla con fuerza en su contra. Saben que enfrentarse a ciertas circunstancias aciagas les hará perder energía y optan por tener una mente abierta. Se desprenden de sus viejas creencias, prejuicios e inseguridades, para vestirse con nuevos trajes que les acompañen en los momentos más difíciles, donde se requiere un cambio esencial. Pero no se adaptan por resignación, sino porque entienden que existen otros mundos diferentes, y que no por ser distintos son erróneos o desfavorables. Esta es la esencia de la resiliencia mental.