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"Escucharon de la muerte"

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Paulina Torres coloca el acento en que "los niños, por primera vez, escucharon de la muerte, como nunca antes se había hablado. Creo que en la humanidad, en estos dos años se ha hablado de la muerte como jamás nadie lo había abordado y, obviamente, desde una arista muy negativa", expone. Es por ello que en su reflexión, destaque que los menores de esta edad crecerán con la visión de que es una enfermedad que genera un gran volumen de muertes, situación con la que, por ejemplo, los adultos no crecieron, puesto que piensan que la gente fallece de "viejita" o de alguna enfermedad; pero no en estos "volúmenes". Por lo mismo, estima que "cada colegio debiera implementar un protocolo de acción con respecto a cómo será el ingreso o la adaptabilidad de estos niños, de esta nueva generación, a este espacio". También recomienda a los padres ir saliendo un rato a la plaza con ellos, como una forma de ir generando una transición para cuando vuelvan a clases. Junto con ello advierte que la vuelta no será fácil, por cuanto asistirán a un curso, con una miss o tía y cumpliendo órdenes cuando no las han recibido de esta manera en todo este tiempo. "Aquí hay una temática psicosocial, de cómo se comportarán estos niños en la sociedad, cuando no han tenido una estructura de este tipo desde pequeños, como el resto de los otros niños. Se levantaban a cualquier hora o se conectaban a Internet, pero no veían las clases. No seguían las clases porque no sabían cómo hacerlo solos".

"Ponerle nombre a las emociones"

Para Evelin Pichinao, más que realizar un enfoque en las consecuencias adversas, se tiene que analizar la forma en la que se potencia y se ayuda a los niños. "No hay políticas públicas que los protejan. Se cerró todo y dónde está el lugar de nuestros infantes... Es tiempo de buscar soluciones, estrategias. Así como es relevante indagar sobre la realización de actividades al aire libre, puesto que es importante el contacto físico que se pueda ir teniendo con el respecto de las medidas sanitarias. Con familiares, como primos o primas, se tiene que incentivar dicha acción, lo que permitirá que el tránsito no sea tan difícil para volver a clases". Además, identifica que el juego constituye una buena forma de interactuar, resolviendo y validando las emociones de los niños, ya que a través de la sociabilización ello es lo que se logra, puesto que adquieran nuevas normas. "Hay que darles espacio a nuestros hijos para que pinten o manipulen plasticina. ..Se tiene que estimular lo sensorial ya que ello permitirá la evolución y su desarrollo". Otro aspecto que destaca es el buen trato de las familias. "Si bien se sabe que la situación ha sido estresante en el contexto de la pandemia, no se puede olvidar que el buen trato es una de las formas que permite sembrar de manera positiva. Relevante es una buena convivencia porque será lo que ellos replicarán después. Y permitirá modelar conductas positivas para el encuentro que tendrán los niños en marzo". Su acento es no olvidar las emociones. "Hay que ponerle nombre a lo que les pasa para que el encuentro con los otros sea más empático". Para este retorno, sostiene que la familia debiese preparar a los menores desde el punto de vista psicológico. "Hay que ir hablando con ellos ya. Consultarles cómo se sienten, cuáles son sus temores y, reitero, las familias tienen que ponerle nombre a las emociones de sus hijos. Conversar de estas temáticas. No debemos caer en conducta dictatorial: mañana a clases y punto. Es un cambio que genera estrés".

"Realizar actividades" y "respaldo de los padres"

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Para Carmen Birke, la vuelta a la presencialidad será fundamental para el desarrollo de lo menores. En este sentido, reconoce que habrá niños a los que les faltará un desarrollo socioemocional, sobre todo social durante los últimos dos años. De ahí que el relacionarse con sus pares, manteniendo los resguardos, sea importante. Es por ello, que al igual que Paulina Torres, recomiende, por ejemplo, que durante este tiempo, los padres acudan junto a sus hijos a los parques, para que se encuentren con otros menores, lo que será "súper bueno, porque los niños tienen que recuperar la relación con otros. Es parte de su sano desarrollo". Evelin Pichinao, en tanto, expresa que entre los 4 a 5 años, los niños empiezan a crear amistades, entonces no es un hecho positivo el no contar con esta experiencia. "Hubo un bloqueo. Se cerró todo. Se aisló todo y entonces los niños comenzaron a aislarse y esta no vinculación, este no contacto, pudiese generar una especie de retroceso en lo que ya habían obtenido en algún momento". Más aún si se considera que no se sabe si la participación de los menores en las clases online fue pasiva o activa. "Desde ahí vamos a encontrar un retroceso en la dimensión social que impactará en el regreso". Ello, porque al no tener desarrollada esta habilidad es probable que se produzca ansiedad, temor, desconfianza y frustración, producto del tiempo que estuvieron en una escenario de aislamiento y viviendo su metro cuadrado. Entonces, retornar esta normalidad impactará de manera negativa. Tomará un tiempo de adaptación". Por lo mismo también recomienda que el tránsito de aquí a marzo podría ser "un poco menos terrible si es que se pudieran realizar algunas tareas desde el hogar y los padres respaldar a sus hijos en este proceso, por medio de juegos, conversaciones y validando sus emociones. Incorporarse, dependiendo de las condiciones sanitarias, de algunas actividades, aunque sean breves. Avanzar de a poco, porque si enviamos a nuestros hijos, de lleno, a clases en marzo, puede transformarse en una situación muy traumática para ellos, a revés de los adultos que pudiese ser fácil de regular. Ellos son niños". Junto con ello, lamenta lo que considera el contexto "adulto céntrico que nos encontramos. Esperamos que los niños puedan funcionar igual que nosotros, en circunstancias que hay que ir de a poco, de compartir de a poco. Podemos ir al parque e incentivar que nuestros hijos le pregunten a otros menores cómo se llaman, porque ni eso se hace ahora por temor o desconfianza. Si motivamos de poco este comportamiento, estas conductas, que eran tan normales antes, pudiera ser menos complejo el regreso. A pasos sencillos y con tareas pequeñas aportaríamos a que este retorno no sea tan difícil".

(viene de la página anterior)

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en la que les fue complejo, en muchos momentos, ejercer un control parental, lo que hizo que los niños quedasen en una situación de mayor permisibilidad producto de que sus progenitores debían realizar varias tareas a la vez, como las labores de la casa, cuidar a sus hijos y trabajar.

Y es producto de dicho escenario, según reconoce, que se han producido más problemas de comportamiento entre quienes forman parte de este segmento etario.

"En las consultas me ha tocado ver estos problemas, de niños que presentan menor tolerancia a la frustración porque han estado menos acompañados en su desarrollo conductual, socioemocional o afectivo", remarca.

Sobre esta materia, Evelin Pichinao, quien es académica de la carrera de Psicología y directora del Centro de Atención Psicológica Santo Tomás, de la Universidad Santo Tomás de Puerto Montt, agrega que la sociabilización es un aspecto que "necesitamos todos".

Por lo mismo, coloca el acento en que un niño que se esta desarrollando requiere de la interacción y de una vinculación con sus pares.

En su relato, expone que durante los primeros años de vida, la mayor necesidad que tienen los menores lo constituye el afecto y la cercanía con sus padres.

De ahí, dice, que el aspecto social se podría pensar como un requerimiento a partir de los tres años.

"Creencia errada"

Para Pichinao existe la creencia "errada" respecto de que en los dos primeros años de vida es fundamental contar con la sociabilización.

"La verdad que sí; pero lo relevante es, a esta edad, la vinculación con los familiares y la exploración. Por lo tanto, a los tres años podemos decir que sí es importante", comenta.

Entonces, describe, que en el caso de estos menores, es probable que no participaron de las salas cunas o de centros infantiles, por lo que, a lo mejor, desarrollaron algunas habilidades en casa, a pesar de que son estos recintos los que constituyen un espacio para que se encuentren con sus pares.

En por ello y considerando que cuando estos establecimientos abrieron sus dependencias no todos los menores retornaron la presencialidad, es que solicita que en marzo, cuando vuelvan las clases presenciales, las comunidades educativas consideren que no todos los menores se encuentran en idéntica posición.

En este sentido, identifica que hay unos niños "más favorecidos que otros" en cuanto a la sociabilidad con otras personas y, porque además, en el caso de los "desfavorecidos" , "sus padres o familiares a cargo de ellos, debieron retomar la presencialidad, por lo que quedaron a la deriva del teléfono o de la televisión".

"No se puede generalizar que todos los niños estarán en un inconveniente y es probable que quienes no lo estén sean quienes tuvieron a sus padres o hermanos en casa y con ellos se vincularon, interactuaron y respondieron sobre sus conflictos, por lo que no es tan desfavorable el panorama", analiza.

Por lo mismo, para Pichinao, el escenario actual depende del contexto, de la situación en la que se encuentren los menores. Si es que están más bien solos o aislados.

Ahora, comenta, si es que no tienen la opción de interactuar con primos o hermanos, no tendrán esta experiencia, por lo que es probable que estén mucho más irritados o temerosos.

"Esfuerzo adicional"

Carmen Birke plantea una situación similar a la que expone Evelin Pichinao, respecto a lo sucedido con los menores que se integraron durante el segundo semestre, por ejemplo, a kínder, luego de cursar los niveles anteriores de manera online, por lo que no tuvieron la oportunidad, en el inicio de su vida escolar, de estar en grupos de niños o de conocer las rutinas, las normas.

"Esta parte también les ha costado, por lo que tuvieron que hacer un esfuerzo adicional las educadoras para enseñar estas rutinas básicas de funcionamiento de las actividades grupales, puesto que ellos, en la casa, estaban acostumbrados a pararse cuando querían y en las clases online no prestaron toda la atención requerida", describe.

Sin embargo, distinta es la situación que vivieron en el colegio, puesto que se sumaron a un sistema en el que todo tiene que funcionar.

De partida, deben saludar y cumplir con los programas establecidos, como la hora de ir al baño o diferenciar el horario de los juegos con el de trabajo, lo que estaba mucho menos establecido o sistematizado en la casa.

Y ello, recalca, ha

el respaldo de los padres en las actividades que los menores desarrollan, como los juegos, figura como un eje central para su desarrollo.