Centro oncológico en Puerto Montt
Se necesitan más explicaciones de la autoridad sanitaria para entender el cambio de la postura inicial planteada por el ministro Paris. La iniciativa de la Fundación Arturo Pérez López apuntaba a conseguir un paño de terreno en el hospital viejo de la calle Seminario.
En el limbo ha quedado el proyecto de la Fundación Arturo López Pérez (FALP) para construir en Puerto Montt un moderno centro oncológico de naturaleza público-privada, y que permitiría descomprimir la fuerte demanda de atención de salud que hay de parte de los pacientes con cáncer, los que a la fecha deben viajar a otras ciudades (Valdivia, Temuco y Santiago) para continuar con sus tratamientos. El traspié en que quedó la iniciativa fue tan sorpresivo como contradictorio, considerando que hace apenas cuatro meses, el propio ministro de Salud, Enrique Paris, en reunión en Santiago con el equipo directivo de la fundación y autoridades de Los Lagos, se mostró llano a colaborar con el proyecto para la población de la capital regional y las ciudades vecinas, lo que pasaba esencialmente por facilitar parte del terreno del hospital viejo de la calle Seminario.
En concreto, lo que solicitaba la FALP era un paño de terreno, pues ellos se harían cargo de la construcción del centro oncológico. Después de aquella reunión, el ministro Paris aparentemente le dio su bendición, atendido que permitiría apalancar esfuerzos privados para un tema relvante de salud pública como lo es el cáncer. No obstante, esta semana se conoció que el Servicio de Salud del Reloncaví, a contrapelo de lo que públicamente anunció Paris en aquella oportunidad, ofreció a la Fundación Arturo López Pérez un terreno en Alerce y no en el hospital viejo, como se habían comprometido, provocando la molestia de pacientes puertomontinos y del presidente de la Comisión de Salud del Senado, Rabindranath Quinteros.
Con tan poca información emanada desde el Servicio de Salud local hasta ahora, es extraño este cambio de parecer, además de contraproducente para las necesidades de los pacientes oncológicos que veían aquí una pronta posibilidad de realizar acá sus tratamientos. Si detrás de esta negativa está el recelo hacia el rol de los privados, el temor al mal pie en que quedaría un eventual centro oncológico enteramente estatal, o las intenciones de utilizar el hospital viejo para otros fines, sería conveniente la transparencia y una comunicación oportuna.