Chile tiene una de las tasas de prevalencia de diabetes y obesidad más altas del continente y junto con la hipertensión se han convertido en patologías causantes de enfermedades invalidantes, con riesgo de muerte. La obesidad y sobrepeso, especialmente en niños, debido a la alimentación poco sana y falta de actividad física, han conducido a un aumento de los índices de diabetes y el peligro de la enfermedad es cada vez más precoz.

El 14 de noviembre se instauró como el Día Mundial de la Diabetes, para formar conciencia sobre la enfermedad que está en constante alza en el mundo y especialmente en Chile, tomando en consideración que el 12,3% de la población nacional la padece, según la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017.

Los especialistas advierten un incremento de diabetes en la pandemia, por retraso de las atenciones médicas, y a las personas que adoptaron hábitos poco saludables. Los controles han sido irregulares, incluso hay pacientes que los dejaron por las cuarentenas y temor a acercarse a los centros hospitalarios. La falta de control puede traer complicaciones graves en la salud, aumentando el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular, renal, problemas oculares y neuropatía.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el número de personas con diabetes en América se triplicó desde 1980 y se ubicó como la cuarta causa de muerte. Una de cada doce personas -62 millones- viven con diabetes en América del Norte, Centro y Sur, y si no se toman medidas, se estima que casi 110 millones de personas la padecerán el año 2040, por lo que la OMS plantea la urgencia de intensificar los esfuerzos para prevenir y controlarla, con políticas que faciliten un estilo de vida saludable y que los sistemas de salud sean capaces de diagnosticar, tratar y cuidar a los pacientes.

Los expertos señalan que la mejor forma de prevenir es que la población siga una alimentación saludable, evitando sobre todo los alimentos ultraprocesados y las bebidas azucaradas, a la vez que realicen actividad física en forma regular. Si bien leyes como el etiquetado de los alimentos ayudan a reducir los problemas de obesidad en el futuro, todo dependerá de que haya verdaderamente cambios en los hábitos de alimentación de las familias.

Uno de los discursos más conmovedores de la COP 26 fue el del ministro de Justicia, Exteriores y Comunicación del Gobierno de Tuvalu, quien desde el agua, contó a los dignatarios del mundo que su pequeña isla ubicada en Oceanía se hunde irremediablemente en el mar producto del cambio climático. Mucho más cerca, en Chile, un grupo de geólogos de tres universidades nacionales publicaron esta semana un alarmante reporte: tres lagos cordilleranos que han disminuido su caudal entre un 7 y 28 por ciento en los últimos 20 años.

Podríamos enumerar un sinfín de otros hechos que demuestran el impacto de las megasequías y las consecuencias inminentes producto del calentamiento global. En Plades creemos que la urgencia no está en conmocionar, sino poner el acento en la acción coordinada y transversal de toda la sociedad para detener lo que se pueda y luego, canalizar el impacto que de todos modos se nos viene.

Frente a desafíos de este calibre es que las ciudades y más en general la gestión del territorio urbano-rural jugarán un papel protagónico. Son las ciudades y el agro donde se genera la mayor parte de los impactos medioambientales negativos. Por ello, bajar a leyes nacionales efectivas temas como la protección del agua, glaciares, parques nacionales, humedales, flora y fauna resulta tan importante como concentrarnos en poner urgencia a un proceso de ordenamiento territorial capaz de re-armonizar y canalizar el uso indiscriminado del suelo tanto urbano como rural.

Si aspiramos como nación a tener chance de evitar y mitigar cambios como los que ya estamos viendo en el mundo, necesitamos con urgencia dotar a Chile de gobiernos locales reformados, modernizados y más efectivos. Esto no se resolverá actuando comuna por comuna, sino que requiere de un ejercicio político y técnico nacional.

Estamos a escasos días de vivir un proceso eleccionario histórico, tanto por la polarización reinante como por las circunstancias "constituyentes" que actúan como telón de fondo. Los políticos que elegiremos tendrán la tarea titánica de diseñar e implementar políticas públicas capaces de "atinar" en los pocos años que nos quedan, antes de que el cambio climático haga parecer pequeños los problemas que vivimos hoy. No podemos abandonar la acción, pero ahora nos toca ir a votar.

Tomás Cortese, director ejecutivo

de la Fundación Plades

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