Tan pronto llega septiembre y se acercan las Fiestas Patrias, surge la necesidad de comenzar a tomar conciencia sobre los riesgos que generan ciertos excesos en una tradicional fecha donde aumenta el consumo de productos que traen consigo nefastas consecuencias, especialmente si aquello se hace de manera irresponsable. El país sabe de sobra de estos episodios desde hace décadas.

Si bien las celebraciones estarán mediadas por la pandemia de covid-19, lo cierto es que el avance de las comunas de la Región de Los Lagos a las fases 3 y 4 del Plan Paso a Paso, además de la baja notificación de nuevos contagios de la infección, posibilitarán unos festejos con más libertades que el año pasado, lo que, por cierto, podría traer algunas consecuencias de no mediar la responsabilidad en la toma de decisiones.

De ahí que surja la necesidad de generar los espacios tendientes a difundir un mensaje claro que propenda a incentivar el autocuidado. Es imprescindible tener siempre presente que la pandemia continúa y que ahora hay nuevos desafíos, como lo son las últimas variantes que ya tienen diseminación comunitaria en la zona, como lo ha reconocido la autoridad sanitaria. A esto hay que añadir la recomendación de siempre, en cuanto al consumo consciente y moderado de alcohol, en particular por los efectos que trae el exceso en el comportamiento de los automovilistas en la vía pública.

Se deben asumir ciertos compromisos con el cuidado individual y colectivo, en el entendido de que acciones irresponsables incentivadas por la ingesta del alcohol o bien por la irresponsabilidad, deben ser erradicadas de plano. De ello dependerá que estas fiestas sean ese punto de inflexión tan necesitado para recargar energías y compartir en familia, y no el detonante de un accidente o bien el recrudecimiento de los contagios de covid-19.

Por ello, por más acciones que desplieguen los organismos encargados de la salud y la seguridad, en orden a asegurar unas celebraciones en calma, si no media una decisión personal por parte de la ciudadanía apegada a la responsabilidad, cualquier esfuerzo que se haga será en vano.

Lamentablemente, nuestro sistema educativo se segmenta en escuelas públicas, subvencionadas y privadas, lo que en la práctica construye tres Chiles que no se cruzan, que no logran trenzar identidad, que cuando las cosas se ponen feas, se desconocen y se cobran culpas que trascienden generaciones. Hace unos meses en Frutillar nos preguntamos: y… ¿en qué están hoy nuestros jóvenes?

Nos quedamos con la memoria de un grupo de activos ciudadanos que durante el estallido social fue protagonista del llamado a construir un nuevo Chile, superando aquellas odiosas distinciones. Hoy pareciera que, dos años después, la mordaza de la pandemia les arrebató esa energía propia de la adolescencia.

Con esta impronta se logró reunir un grupo de comprometidas personas en todos los recintos educacionales y organizaciones locales que trabajan con educación media de la comuna: pobres y ricos, de arriba y de abajo, grandes y pequeños. Este grupo, llamado Red J, se ha comprometido con abrir y articular espacios de encuentro y participación para jóvenes que permitan promover su desarrollo integral y la cohesión social en Frutillar. Soñamos con ofrecerles un espacio para que vuelvan a tener incidencia, que sus preocupaciones y sueños sean ladrillos claves en el desarrollo de la ciudad.

Con todo, es una iniciativa de adultos. Grandes que miran a chicos preocupados de qué van a ser cuando sean grandes. Nuestro primer aprendizaje: evitar el adultocentrismo. Con esta preocupación se acaba de realizar una encuesta que tiene como propósito conocerlos: sus intereses, motivaciones y prácticas.

Los resultados son diversos: hay un 40% que dice no estar seguros si están felices; las motivaciones e intereses hoy giran fuertemente en torno al desarrollo personal e individual, y el voluntariado que más hace sentido hoy es el cuidado de animales, son algunos de los resultados qué más llaman la atención.

Mirar el desarrollo de los territorios nos saca de nuestras parcelas; niveles socioeconómicos, orígenes, edades, son atributos que inevitablemente determinan nuestra manera de pensar y actuar. El hacernos cargo del entorno nos moviliza a superar las diferencias propias de las ciudades, de las personas; ello es parte de la vocación de la Red J, ¡larga vida para la Red!

José Feuereisen, sociólogo,

Fundación Plades

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