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Francisco Fernández: "Que el dolor no nos sea indiferente"

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Francisco Fernández es sicólogo y docente de la Universidad Santo Tomás de Puerto Montt: "La pandemia del covid-19 ha cambiado nuestras vidas como nunca hubiésemos imaginado. Lo que vimos en películas de ciencia ficción se hizo realidad. Cambió nuestra forma de relacionarnos, de trabajar, la manera de mostrar el amor, se extinguieron los abrazos, el apretón de manos y como si esto fuese poco, nos ha arrebatado más de 40.000 vidas humanas (en Chile). Con todos estos cambios, aquel que más nos ha conmovido es el rito de despedida deshumanizado y solitario que nos obliga el protocolo sanitario de velorio y sepultación. Dejando en deuda no sólo la despedida cariñosa y acompañada que las familias podían brindar a sus seres queridos, sino también el adiós sentido y agradecido a quienes se marchan para siempre. Los deudos y los que se fueron merecen una compensación de todos los que no pudimos estar".

"Es un acto de justicia y reparación en que podamos acompañar el dolor (condolencia) de quienes sufrieron pérdidas irreparables con un duelo con ataúdes sellados y sepelios en absoluta tristeza y soledad. El rito de despedida ha desaparecido, muchos no han podido acompañar, asistir y despedir a sus seres queridos en los últimos momentos de su vida, como tampoco se ha facilitado el contexto, para hablar de la muerte, del dolor de la pérdida, y permitir transitar por un necesario duelo".

"Los familiares fallecidos no son números para un informe diario. Cada uno de ellos son seres relevantes para sus familias, amigos, vecinos y seres queridos. Son personas que recorrieron una vida sembrando afecto, cosechando cariño y dejando recuerdos imborrables en la memoria de cada uno de nosotros. Los esfuerzos para reconocer esta tragedia y dolor, homenajear a los fallecidos y brindar al país un espacio de duelo colectivo, han existido, pero no en la dimensión que la muerte de un ser amado requiere".

"Este domingo 5 de septiembre, bajo el llamado "Que el dolor no nos sea indiferente"; estamos llamados como ciudadanos a generar un verdadero momento de reflexión solidario que involucre a todo el país, a las comunas, los barrios, que nazca de las personas, las familias, los amigos, los vecinos. Una acción que permita manifestarse en forma libre, colectiva. Estamos invitados a un gesto de duelo, como reconocimiento social y comunitario, que busca solidarizar con el dolor de tantas familias. Crear un alto reflexivo y sereno, un gesto de silencio y recuerdo, como señal de respeto, condolencia, solidaridad y humanidad".

"La forma de llevar a cabo lo anterior es prendiendo una vela, o las linternas de sus celulares a partir de las 20 horas y hasta las 21 horas este domingo 5 de septiembre".

"Las radios y otros medios de comunicación estarán nombrando a quienes fallecieron en todos los lugares del país. Es un abrazo simbólico a todos quienes conocemos y han perdido a alguien en esta pandemia. También podemos aplaudir, el honor y el valor que han tenido estas familias para sobrellevar la tristeza y dolor y decirles en un grito silencioso ¡estamos con ustedes! . #diadelacondolenciayeladios #queeldolornonosseaindiferente".

Nelly Uribe: "Llegamos a tener dos funerales por día"

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Nelly Uribe es la presidenta de la Junta de Vecinos de la población 22 de Mayo de Puerto Montt: "Había que tomar la determinación de quedarse en la casa o de salir a trabajar. Yo tengo un WhatsApp de la población que pude crear cuando ya no nos pudimos juntar de forma presencial. Así la gente comenzó a incorporarse y empecé a saber de los casos. Es complicado para un dirigente, porque tenía que coordinar con Salud cuando los enfermos caían al hospital, tampoco había información y la gente del hospital estaba saturada. Por terceros, por amigos, me conseguía datos de cómo estaban las personas que ingresaban y así podía informarle a las familias. En este tiempo, 17 personas de la polbación fallecieron, de los cuales 14 de covid y 3 de otras causas. La mayoría adultos mayores. Tuvimos otros problemas, como el de la alimentación de quienes estaban en cuarentena. Como no había ayuda, como población nos unimos y recolectamos alimentos para llevarle a las familias que estaban en cuarentena y que no podían salir, por lo que no tenían gas, ni leña, ni pañales en los casos de las familias con niños chicos. Logré coordinarme con una funcionaria municipal para conseguir cajas de alimento y vales de gas. A veces no había ambulancia y por eso cuando aparecían personas con los síntomas, no había cómo sacarlos de la casa porque nadie se atrevía a trasladarlos. Llegamos a tener dos funerales por día. Conseguimos que se pudiera pasar a los vecinos fallecidos por la población para despedirlos. Y así nos despedíamos de uno en la mañana y de otro en la tarde. Hubo familias en que fallecieron los dos y otros casos en que se fue, por ejemplo, la hija con el papá".

Tatiana Mansilla: "Fue fuerte, nadie estaba preparado"

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Tatiana Mansilla trabaja como administrativa del Cementerio General de Puerto Montt: "Fue un tema fuerte, porque nadie estaba preparado para lo que se vino. Lamentablemente, éramos la cara visible en los funerales, por lo que lamentablemente debíamos filtrar a la gente que entraba, porque, como estuvimos en cuarentena, en el caso de los fallecidos por covid, se permitían cinco personas, y para quienes fallecían por otras causas eran 20. Igual súper poca gente y nos pasó, en el caso de jóvenes fallecidos, que venían muchas personas, pero no podíamos dejarlos entrar. Este año han disminuido los funerales, porque la gente se comenzó a cuidar".

"Fue triste ver a los nietos, porque había que priorizar esposo, esposa e hijos. Y los nietos quedaban afuera porque no daba el cupo para tanta gente. Y es triste, porque muchas veces nos encontramos con personas que fueron criadas por sus abuelitos y tenían que quedarse afuera. Era triste y por eso al final optábamos por hacer grupos. Ingresaba uno al funeral y cuando ya se colocaba la tierra, ellos salían para que entrara el otro grupo y así alcanzaran a despedirse todos, porque la ceremonia, además, era muy breve. La urna ingresaba y se sepultaba. No habían palabras y la cantidad de flores eran las mínimas. No hubo momentos para vivir la pena y el dolor. Uno se colocaba en la posición de la familia, de perder un ser querido, como un padre, y tener que entrar yo y dejar a mis hijos fuera... es triste. A los papitos que sepultaban a sus hijitos uno los veía súper mal, necesitaban contención, pero no podíamos dejar entrar a más gente. Más encima sepultaban y luego no podían venir a ver a sus familiares porque estábamos en cuarentena. Mucha gente llegaba y nos rogaba por entrar, pero no se podía, así que nos pasaban sus flores y cositas que traían y nosotros las llevábamos para que así se sintieran tranquilos".