Violencia contra las mujeres
A pesar de las campañas desplegadas, lamentablemente persisten conductas de violencia intrafamiliar en el país. El incipiente cambio cultural debe consolidarse todavía más para erradicar de una vez por todas la violencia que se ejerce en el hogar.
Es lamentable que la sociedad no haya sido capaz aún de mitigar o erradicar conductas tan terribles como la violencia física y sicológica contra la mujer. No obstante, se percibe que hoy se identifican con más claridad lo que son los ataques sicológicos, físicos o sexuales, ya sea en el hogar, en el trabajo, en la escuela o en la calle y se atreven a denunciarlos. Esas conductas ya no se consideran "normales", como ocurría hace unas décadas, lo que revela que hay un paulatino cambio cultural.
Las cuarentenas que se aplicaron para que las familias permanecieran en sus casas para evitar contagios también significó, entre otros problemas, el aumento de la violencia intrafamiliar. La crisis sanitaria significó que muchas mujeres tuvieran que convivir las 24 horas con su agresor y en esos momentos críticos se les hizo más difícil denunciar.
La Encuesta Nacional sobre la Desmitificación del Amor Romántico y Violencia Simbólica, de Prodemu, arrojó alarmantes cifras sobre los conflictos ocultos en las relaciones de pareja, ya que un 77% de las consultadas dijo que ha sufrido algún tipo de violencia sicológica. El 16% de las mujeres declaró que su ex pareja la ha amenazado con quitarles los hijos; un 28% se sienten avergonzadas porque su pareja critica su forma de vestir y un 19% ha sido víctima de violencia económica.
Por ello, la institución lanzó una campaña que busca alertar y prevenir sobre estos problemas que no se aprecian a simple vista, pero que pueden ser el paso previo a la violencia física. Otro aspecto que aborda es que las situaciones que se presentan tienden a encubrirse bajo formas de subjetivación del amor romántico, justificadas por considerarse -de forma equivocada- como "expresiones de amor".
Pese a las campañas que se han desarrollado durante los últimos años, los ataques a mujeres por parte de sus maridos, parejas o pololos no han cesado, incluso hasta llegar al femicidio, que es la forma más extrema de violencia y una muestra de que en algunos sectores todavía se cree que los hombres tienen derecho a controlar la vida de las mujeres. Los celos, la incomprensión y la violencia se conjugan en la génesis del problema, primero como una agresión sicológica, para luego dar paso a los golpes y, en situaciones extremas, terminar con una vida.