La indolencia en la ruta a Pelluco
El Estado ha permitido por omisión que se consolide la toma en la ex vía férrea, con todos los peligros que aquello conlleva. El último episodio del ataque a una dirigenta que denunció los cobros para la conexión al tendido eléctrico, da cuenta del desborde que se vive.
Lo que está ocurriendo en la ex vía férrea del camino a Pelluco, en Puerto Montt, es tal vez uno de los ejemplos más palmarios de los límites a los que puede llegar la indolencia de los organismos estatales e inacción de las empresas (privadas o del Estado, para el caso da lo mismo). Allí, a vista y paciencia de las autoridades municipales, del Gobierno Regional y de la Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE) -la misma que está evaluando un tren entre Alerce y la capital regional-, se ha ido consolidando rápidamente una toma que a estas alturas pone en peligro tanto a sus propios habitantes como a los usuarios de la ruta que bordea el mar, producto del riesgo de remociones en masa (derrumbes) en el sector por la intervención humana de las laderas.
Si hace tres años había 20 familias que se instalaron en esa zona porque carecían de vivienda, hoy llega al número de 60, y contando, con el añadido de cobros para la conexión irregular al tendido eléctrico, ataques a dirigentes sociales y una ruta a Pelluco que lleva meses sin alumbrado público por los problemas que generan esas mismas conexiones hechas fuera de toda norma. EFE ha mirado para el costado; a la Gobernación de Llanquihue le ha faltado carácter y los organismos encargados de las soluciones habitacionales han brillado por su ausencia, todo en desmedro de quienes realmente necesitan una vivienda y de los vecinos del sector, para quienes ya no es seguro transitar por una ruta que hace poco fue remodelada para un mejor uso de ella.
Como en tantas otras áreas del país, en la toma del camino a Pelluco cada una de las instituciones ha preferido que la otra dé el primer paso, permitiendo por omisión que la ocupación ilegal se normalice, a la espera de cumplir con su período y esperar que el que viene después se haga cargo del problema. De las necesidades de las familias que se instalaron en el lugar, poco interés hay; igual que de los usuarios de la ruta a Pelluco y de los vecinos del sector, que han clamado por todos los vientos los peligros de ese asentamiento.
Cuando debía primar el sentido de urgencia, fue más fácil mirar hacia el mar y no a la ladera.