Batalla animalista: ¿somos responsables
en el cuidado animal?
"Dios creó a todas las criaturas con amor y bondad; grandes, pequeñas, de forma humana o animal. Todos hijos del Padre y de creación tan perfecta, que dio a cada uno su propio entorno, y a sus animales, un hogar de bellos arroyos, árboles y prados, como el mismo paraíso..." (San Francisco de Asis). Esas palabras del santo patrono de los animales y sentimientos humanitarios personales muy hondos, son los que han motivado en Puerto Montt la generosa y noble entrega a la cada vez más grave causa de auxilio a los animales abandonados y en maltrato, de algunas mujeres puertomontinas que se han dedicado a esa abnegada misión desde hace varios años y otras que recién lo están haciendo. Entre las primeras, sobresalen Alejandra Miranda Mondaca y Andrea Sanz Valenzuela, por su dilatada trayectoria de directivas líderes del movimiento animalista local. Y, por las segundas, la joven Tity Ríos Ríos ha surgido, -con mucho ímpetu y fervor-, contribuyendo a través de una entusiasta gestión en redes como Facebook.
Sacrificado auxilio
Tigre y Duquesa tienen mucho en común. Son perros, fueron abandonados cuando cachorros y llevan 10 años en el Albergue de Puerto Montt, esperando una familia que nunca llegó. Romeo, Estrella y Canela son un poco más jóvenes. Ellos han aprendido a sobrevivir en Angelmó, donde el trato, en algunos casos, suele ser poco amable. "Es más, en ese sector al igual que frente al Terminal, hay quienes los golpean, les tiran agua y hasta les botan los cartones que se consiguen para refugio del frío y la lluvia, solo porque les incomodan los perros en las calles", revelan los animalistas. En la Plaza de Armas, en tanto, está el Negro, un perro desamparado.
A esos animales, cientos de ellos, son los que intentan ayudar las agrupaciones de Puerto Montt. Actualmente, son 9 organizaciones, más una cantidad indeterminada de independientes que hacen lo que pueden para cuidar, esterilizar, rescatar, alimentar y sacar de las calles a los perros y gatos que sobreviven abandonados desde antes de nacer, describió Alejandra Miranda, una de las líderes, y añadió que las limitaciones impuestas por la pandemia entorpecieron las actividades de recaudación de fondos y limitó la esterilización a través de proyectos concursables y por medio del Centro de Esterilización Municipal. En consecuencia, el 2021 sorprendió a los rescatistas con una cantidad impresionante de perras y gatas preñadas, animales abandonados, maltratados, y enfrentó a una lucha por los recursos que se pueden obtener mediante campañas caritativas por redes sociales.
Carencias alarmantes
Por su parte, Priscilla Álvarez, presidenta de la Agrupación Albergando un Amigo, explica que esta necesidad de estar siempre pidiendo apoyo, obedece a que las agrupaciones y rescatistas no solo necesitan comprar alimento en grandes cantidades y pagar transporte, sino que también asumir las atenciones veterinarias, pues los cupos para esterilizar gratis son muy escasos y las clínicas no atienden gratis a los perros abandonados. "Por ejemplo -enfatiza- lo mínimo que pagamos por una esterilización son 25 mil pesos y la atención de un perro o gato atropellado o enfermo fácilmente puede alcanzar los 300 y hasta los 500 mil pesos. Por ello, resulta incomprensible que las personas crean que las agrupaciones pueden resolver solas el problema del abandono, pues no hay dinero que alcance ni lugares donde cuidar a los animales como corresponde". En el caso de esta organización, junto a otras como Gia Animalista, Comisión Animal, Uniendo Huellas, Fundación Saska, Agrupación CanBio, SOS Gatitos Sureños, Comunidad Felina y muchos rescatistas independientes, se hacen cargo de la atención y alimentación diaria de cientos de perros y gatos en la comuna de Puerto Montt, tanto en el ámbito urbano como rural, incluyendo el ex vertedero.
Realidad preocupante
Sobre estas limitaciones, también saben en la Sociedad Protectora a cargo del único albergue de la comuna. El refugio de gatos lo tienen en la casa de la presidenta de la entidad y el de perros es un terreno con ocupación irregular, sin acceso a agua potable ni luz ni manejo de residuos, donde se han realizado construcciones más o menos precarias y donde los perros adultos pueden pasar toda su vida esperando por un adoptante. Cristina Cárcamo, presidenta de esta entidad, advierte: "Se requiere mucho dinero para construir un albergue adecuado y más aún para mantenerlo. Nuestra organización lleva casi 20 años a cargo de perros que nadie adopta y a los que diariamente debemos alimentar y hasta conseguir que nos donen agua, porque ni siquiera tenemos acceso a lo más básico para dar un mínimo de higiene a perros y voluntarios. El albergue de Puerto Montt, del que muchos hablan, funciona sin luz, sin agua, sin baños y sólo con el esfuerzo de voluntarios".
El rol de las autoridades comunales y gubernamentales ha sido, durante los últimos años, bastante más activo en cuanto a prestar apoyo financiero, ya sea a través de subvenciones o de proyectos concursables, comentan las animalistas. Sin embargo, lamentan que este aporte siempre se ha hecho para que las organizaciones se hagan cargo solas de un asunto que debería enfrentarse con criterio de salud pública, puesto que los voluntarios son sólo eso: vecinos y vecinas con buena voluntad, pero sin capacidad alguna de asumir el trabajo que implicaría, por ejemplo, esterilizar a todos los animales con o sin dueño o mantener refugios apropiados, a sabiendas que el 80% de los perros y gatos que se recojan nunca encontrarán una familia y que, por lo tanto, quien asuma su cuidado "temporal" deberá hacerlo por 10 años o más. Por ejemplo, puntualizan que para alimentar los 120 perros del albergue, se necesitan casi dos toneladas de alimento mensuales, las que se deben conseguir mediante donaciones.
Urge aporte estatal
En cuanto a las situaciones de maltrato, simplemente el diagnóstico es funesto: las organizaciones animalistas exponen que "policialmente no se aprecia interés en ayudar al rescate de animales maltratados, hay desconocimiento de la ley y se observa indolencia ante querellas y denuncias". Añaden que "la comunidad tampoco entiende que para rescatar un animal se necesita un lugar donde llevarlo y que la comuna no cuenta con ello, por lo que terminan en casas de los mismos rescatistas, quienes pueden llegar a tener más de 10 perros en sus patios", argumentan.
Por ello, la propuesta es que las autoridades entiendan que están ante un problema que no se solucionará solo y si bien el voluntariado hace su parte, falta que el Estado asuma su responsabilidad.
A su vez, Andrea Sanz Valenzuela, emblemática animalista puertomontina, subraya que las agrupaciones independientes están "colapsadas" por falta de recursos y que no dejan de agradecer el contar con un centro de esterilización y otros avances, pero que "eso no es suficiente", y que "quedó en el tintero el vehículo para salir a esterilizar en terreno", aunque confía "en que el alcalde cumplirá pronto lo planificado".
También, reitera el imperativo de un centro veterinario público o convenio con clínica competente, pues carecen de medios para servicios veterinarios onerosos.
"Los animalistas somos una ayuda para la comunidad y el municipio. Deben considerarlo; sobre todo, en estos tiempos de pandemia de muchos sacrificios. Esperamos ser visibles y nos entreguen los recursos necesarios para seguir funcionando", anhela Andrea Sanz.