Correo
Convención Constitucional I
Desde niño me han atraído las historias de aventureros que, desafiando lo desconocido, las emprenden en viajes imposibles con la firme convicción de una idea, que suponen correcta, les permitirá arribar a un puerto improbable para la mayoría de sus coterráneos, pero meridianamente ciertos para estos retadores del destino. De tanto en tanto, en las comarcas del poder, surgen estas personalidades capaces de encantar a mecenas y poderosos y embarcarlos en sus carabelas de sueños, bergantines utópicos o naves espaciales curiosas y atiborradas de preguntas sin respuestas.
Hay conciencia que la travesía no será fácil. Sobre todo porque otros emisarios, también a bordo de esa nave, harán lo imposible por arribar a un puerto de destino lo más parecido al punto de partida. A diferencia de las aventuras emprendidas en la edad de oro de las exploraciones, esta expedición que comienza fue promovida por una multitud de soñadores sin poder. Con la única y abstracta idea de vivir en un entorno de bienestar para la mayoría de los que convivimos diariamente en este espacio geográfico que está a punto de caerse al océano.
A veces, los emprendimientos hacia lo desconocido resultan azarosamente exitosos. Si no, pregúntenle al genovés Cristóbal Colombo, al portugués Pedro Álvarez o al escocés Alexander Fleming. Otras veces, los intrépidos se van al carajo. De eso pueden dar cuenta el luso Magallanes, el flemático Scott y los astronautas de los transbordadores Challenger.
El que este viaje, improbable hace menos de dos años, arribe a una costa pródiga en ambrosía, justicia y amorosamente colaborativa, dependerá de la sabiduría y paciencia de esos genuinos soñadores que aspiran a un futuro digno de nuestra condición de homo sapiens. Para ello, contarán con la fuerza y energía de los millones que nos quedamos en la orilla, soñando con el paraíso en la tierra.
Marcelo Saavedra
Convención Constitucional II
El debate que se inicia hoy es clave en el futuro del país, no por el contenido del texto constitucional que resulte de ello, sino por la responsabilidad que tienen los políticos sentados en la Convención Constitucional, de hacer buena política, de dialogar y de concordar grandes mayorías que permitan la construcción de una mejor sociedad.
Si quienes se sientan en el Palacio Pereira en nuestra representación tienen por objetivo imponer su propia visión de sociedad al resto, entonces traicionan al pueblo e incumplen su mandato. La mala política, en cuanto actividad de los que gobiernan, ha sido coadyuvante en el establecimiento de la crisis en que nos encontramos.
Será entonces la buena política, la alta política, la que nos pueda conducir hacia una sociedad próspera, libre, democrática y más igualitaria. Esperemos que al menos dos tercios de los convencionales electos estén a la altura del encargo que les hemos formulado.
Lorenzo Miranda Morales
Convención Constitucional III
No cabe duda que en la previa de la instalación de la Convención Constitucional se ha impuesto hasta ahora la faz agonal de la política caracterizada por la contienda y lucha por el poder.
Dos tensiones se han expresado en estas horas previas. Por una parte, una cierta pulsión impugnadora parece estarse evidenciado en diversas acciones desplegadas por varios convencionales. Desde el cuestionamiento a la injerencia gubernamental o de otros poderes del Estado hasta cuestiones de forma dan cuenta de la energía impugnadora de lo viejo frente a la legitimidad de lo que está por nacer.
De este animo refundacional han estado impregnados los más de 23 comunicados de distintos agrupamientos a la interna de los convencionales tomando posición sobre diversos temas.Este efecto impugnador se enfrenta a una segunda pulsión referida a la gestión de las altas expectativas que la ciudadanía ha depositado en este proceso.
La impugnación tiene un límite, y este está dado por el riesgo de sobregirarse defraudando y amenazando las expectativas sobre los resultados del proceso. Lo positivo es que la energía del proceso constituyente será encauzada más temprano que tarde por el predominio de la faz arquitectónica caracterizada por la construcción de acuerdos para conseguir resultados. Para esto se requiere respetar las reglas del juego
Estas posibilitarán que los convencionales -a pesar de la diversidad y fragmentación- estén condenados a entenderse y obligados a no defraudar los resultados que la gente ilusiona, a pesar de su frustración reiterada con la política y los políticos. Resultados en la palabra que encumbrará o hundirá la Convención Constitucional.
Marco Moreno, académico de la Universidad Central
Convención Constitucional IV
Del tono de hoy en la Convención dependerá si hay esperanza o no. Que los acuerdos primen.
Roberto Núñez