Discriminación cultural
Toda la evidencia indica que todavía hay mucho terreno que recorrer para garantizar una plena igualdad entre hombres y mujeres. Además de las mayores dificultades de las mujeres para acceder al empleo, persiste una inentendible brecha salarial.
Hay una serie de inequidades que afectan a la población femenina. El 21% de ellas ha sufrido violencia física o sexual a manos de sus parejas en los últimos cuatro años. Según ONU Mujeres, América Latina y el Caribe es una de las regiones con más desigualdad entre hombres y mujeres. Es cierto que la mujer es un agente de cambio, pero hasta que el hombre no modifique su modo de pensar, será muy difícil que la sociedad deje el machismo arraigado y la violencia intrafamiliar.
Por otra parte, de acuerdo a datos de 2017, el promedio de mujeres sin ingresos propios en Latinoamérica y el Caribe era 30%, mientras que para los hombres era el 10%. Fuera de casa, nueve de cada diez mujeres dicen ser víctimas de acoso callejero. El femicidio es el principal desafío y el exponente más grave de esta desigualdad, si se considera que cada año mueren en el continente alrededor de 3.500 víctimas de ataques a manos de sus parejas.
En Chile, la participación de las mujeres en el mercado laboral ha ido en aumento, si se considera que en 1990 la fuerza laboral femenina alcanzaba un 31% y hoy promedia el 48%, aunque estos años de pandemia han afectado en especial el empleo femenino. Sin embargo, a pesar del crecimiento económico y los factores condicionantes que podrían posibilitar su incremento, es todavía una de las participaciones más bajas en América Latina y entre los países de la Ocde. No obstante el aumento de participación, a igualdad de condiciones con el hombre hay una brecha laboral que perjudica a la mujer, lo que se ha analizado con profusión, pero no se ha logrado resolver. Y además, las mujeres acceden a trabajos más precarios y peor pagados respecto de los hombres.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), las mujeres en Chile percibieron menores ingresos que los hombres en todos los años analizados entre 2010 y 2016. Las diferencias más altas se registraron en el año 2011, cuando la brecha de género se situó en un -34,5% en el ingreso medio.
En los últimos años la queja ha estado casi circunscrita a la violencia y la agresión sexual, pero es palpable que el tema es más de fondo y complejo. Hay una discriminación cultural que es necesario cambiar y que sin duda será una tarea de largo aliento.