Correo
Inmigración y pobreza
Chile se había caracterizado por tener una situación política estable y una economía sobresaliente en la región, lo que naturalmente lo constituía en un lugar atractivo para personas de todo el orbe, que llegaron de forma natural y paulatina en las últimas décadas. Sin embargo, a partir del año 2017 se produjo una explosión en la llegada de extranjeros, principalmente provenientes desde el norte de Sudamérica y el Caribe.
Ya en 2019 existían más de 42 comunas con 10.000 o más personas extranjeras, arrojando un total de casi 1.500.000, por lo que no nos debiese extrañar que actualmente éstas superen el 10% de nuestra población nativa. Dada la falta de voluntad para aplicar la normativa vigente, resulta sorprendentemente sencillo ingresar a nuestro país, permanecer en éste y obtener prácticamente los mismos beneficios y ayudas sociales que nuestros compatriotas.
Por otra parte, a partir de la insurrección de octubre de 2019 y las restricciones adoptadas por el coronavirus, nuestra economía ha entrado en franca decadencia y son cada vez más los chilenos que han visto disminuido su nivel de vida. Entonces, resulta paradojal que, mientras nos quejamos de la cesantía, la falta de apoyo por parte del Estado, la dificultad de tener una vivienda propia, las malas pensiones, una educación cara y una deficiente salud pública, parecemos estar muy bien preparados para recibir y apoyar a una creciente población extranjera y, en la mayoría de los casos, vulnerable.
Pero no todo se trata de economía y cifras, sino de la forma en que esta abultada inmigración va a influir en la identidad nacional que nos enorgullece, forjada por siglos entre los pueblos originarios, los conquistadores hispanos y personas de distintas latitudes que hicieron de esta hermosa tierra su patria, fertilizándola con su sangre, sudor y lágrimas. No es lo mismo un "inmigrante", que llega para comprometerse con el destino de Chile, que un simple "migrante", destinado a errar sin arraigo y a ser simplemente mano de obra barata para algunos y un votante seguro para otros.
No podemos ser indiferentes hacia el ser humano, la pobreza y la vulnerabilidad. Sin embargo, para que nuestro país no caiga en una espiral de pobreza y desintegración cultural, y también por el bienestar de los propios ciudadanos extranjeros, debe ser un imperativo contar con una inmigración efectivamente controlada, elevar los estándares de adquisición de nacionalidad y simplificar los trámites para la deportación de extranjeros infractores de ley. Como reza el antiguo mandato cristiano, "la caridad comienza por casa".
René Fuchslocher Raddatz
El Papa en Puerto Montt
Con mucho agrado leí el extenso relato de lo vivido el 4 de abril de 1987, con motivo de la visita del Papa Juan Pablo II a Puerto Montt, que el periodista Alejandro Gutiérrez tuvo el privilegio de presenciar, para narrarla el domingo reciente en El Llanquihue, desde que llegó el ilustre huésped hasta que se fue de nuestra ciudad.
Realmente, todo lo escrito es una maravillosa pieza poética, nacida del alma de su profunda espiritualidad. Han quedado en el sello de su visita, cuando exclamaba, visiblemente emocionado al tener al frente la urbana policromía de la ciudad de Puerto Montt, "¡Que hermoso, que hermoso!..." palabras que deberían expandirse en el desarrollo turístico de la isla Tenglo, que la tuvo a la mano, y otros símbolos porteños.
Renace de su pluma la gratitud chileno-argentina, a través de un monumento con la efigie del Sumo Pontífice, que por su valiosa intercesión evitó una guerra fratricida entre dos pueblos hermanos, proyecto que hace cuatro años fue presentado al Concejo Municipal por el arzobispo emérito, monseñor Cristian Caro Cordero.
Son innumerables los gestos elevados al Altísimo, para su infinita misericordia, que necesita el pueblo cristiano, especialmente los puertomontinos, para reconocerlo como el "Peregrino de la Paz".
Con el saludo cordial para el Diario El Llanquihue y el autor del artículo.
Archibaldo Toloza Paredes
Impuesto a los súper ricos
Buen momento para reflotar el impuesto a los súper ricos: algo se recaudará mientras haya cierre de fronteras.
José Luis Hernández
Bienes esenciales
Con la torpe delimitación de lo que es un bien esencial y su corrección, el Gobierno confirmó que el Estado opera tal como lo haría un elefante en una cristalería. Son tan diversas las necesidades de los chilenos que ni el más perfecto de los burócratas habría sido capaz de cumplir esta misión de forma satisfactoria.
Las fotos de cintas con la palabra "peligro" rodeando calcetines, juguetes o piluchos, fueron postales que nos deberían recordar el ridículo que pueden hacer las autoridades cuando se empeñan en regular los detalles más mínimos de nuestras vidas.
Juan L. Lagos