Lanchas chilotas: símbolo que no olvidar y proteger
Es un día cualquiera de pretéritos veranos en Puerto Montt. Ha bajado la marea y un frondoso bosque de albos velámenes, -flameando al rudo viento sur, que arrea rebaños de nubes-, se agita desde decenas de mástiles de ventrudas y apacibles lanchas chilotas, que, con sus sachos (anclas) sobre la arena pronto harán siesta reposando de costado sobre la playa de una histórica caleta puertomontina -Angelmó-. Mientras sus tripulaciones van exhibiendo sobre las cubiertas una colorida variedad de hortalizas, frutas, pescados y mariscos secos; donde no faltan las manzanas dulces y las tradicionales camuestas amargas, además de los apetecidos bocados insulares del chapalele azucarado o mella... La siempre cautivante productividad propia de las islas cercanas Tenglo (la gran protectora de la bahía), Maillen, Huar y la mayor Calbuco, que en el cercano archipiélago destaca...Hasta leña, extraída desde la foresta insular asoma desde las escotillas de los veleros, mientras los lancheros, damas y varones, realizan su comercio en las mismas embarcaciones; en tanto, van compartiendo sabrosos mates junto a braseros crepitantes y la remembranza de apasionantes aventuras mar adentro...
Veleras y carretones
A las inmediaciones de las barcas, han llegado también los típicos carretones, ya sea tirados por caballos o bueyes... En los cuales se efectúa el transporte de lo comercializado, en especial de elementos combustibles como leña y carbón...
Ese era el ambiente y la imagen característica del Angelmó de los decenios del 50, 60, 70 y hasta del 80...Donde resplandecían las inconfundibles siluetas de las eternas lanchas veleras, acariciadas por el surazo y el típico graznido de gaviotas impertinentes y traviesas.
La popular caleta habitualmente -sobre todo, los fines de semana- registraba un gran gentío...Era un hervidero de visitantes...En su mayoría, turistas que arribaban a Puerto Montt atraídos por la fama y el embrujo de Angelmó...
Pinceles más versos
Y en medio de todo ese ajetreo -tan marítimo, insular, folclórico y porteño-, sobresalía algo también genuinamente propio de nuestro puerto: la presencia de los artistas pintores de Puerto Montt... Sobre todo, en sus tiempos de apogeo, con Pacheco Altamirano, Manoly, Gastón Gómez y tantos más... Legado que se mantiene hasta nuestros días, con las nuevas generaciones de artistas plásticos de Angelmó, donde fácilmente se puede identificar a Gabriel Valerio, Fernando Kuschel, Lorenzo Stuardo y varios más. Ellos -en medio de toda esa masiva dinámica-, dibujaban el policolor paisaje circundante -tan excepcionalmente único-, del cual al mismo tiempo -los pintores- se habían convertido, involuntariamente, en atracciones símbólicas de la legendaria bahía. Sin olvidar que, también, ese mágico rincón marítimo era inigualable musa de los versos inmortales de emocionados poetas y escritores, -como Mónica Jensen, Antonieta Rodríguez, Nelson Navarro, incluido el propio Neruda y otros- que también habían sucumbido a los encantos de ese Angelmó, cuyo emblema siempre fue la Lancha Chilota. El mismo velero y la misma caleta, que se niegan a morir, porque son parte señera de una honda tradición que se lleva en el corazón marinero del sur de Chile y de Puerto Montt en especial.
Libro y monumento
El libro "Lanchas Chilotas: Un Patrimonio Histórico y Cultural de Chile", escrito por José Antonio Garnham, hizo honor a ese gran patrimonio marítimo. Fue lanzado oficialmente por la Municipalidad de Calbuco, en abril de 2010. Mientras que en Puerto Montt, en noviembre de 1977, se inauguraba -frente al Terminal de Buses- el imponente monumento a la Lancha Chilota -"El Camahueto-, creado por el reconocido escultor Pedro Bustamante, en tributo a las tradiciones marinas de la zona.
Motores por velas
La modernidad y con ella sus embarcaciones a motor, terminaron por reemplazar a las llamativas lanchas de aquel entonces, siendo hoy mínimos los vestigios de ellas en su tradicional lugar de recalada entre Tenglo y Puerto Montt e incluso en la misma Cuenca del Reloncaví. En la década del 70´, había cerca de un centenar de estas naves veleras que zurcaban las aguas de la zona de Llanquihue, Chiloé y Palena. Las que con el tiempo acabaron por reducirse a la decena que de ellas se observaba aún competir en reñidas regatas una vez al año,
Carpinteros de ribera
La mayoría de estas naves chilotas fueron construidas por hábiles y oficiosos carpinteros de ribera, como los mañihueiquinos Percy Mautor, Jaime Gallardo, Artemio Soto y otros. Maestros de Hualaihué, a los cuales se confirió la distinción de Tesoros Humanos Vivos en 2014, por mantener en el tiempo la técnica de la construcción artesanal de las lanchas veleras chilotas. Dichas barcas estaban hechas a base de madera de ciprés, medían 9 metros de eslora (largo), 4 metros de ancho (manga) y 1 metro 60 centímetros de puntal (profundidad). Sus velámenes, las "menor" y "chica", eran cosidas a mano. Y la lancha, con viento propicio, llegaba a desarrollar un andar de hasta 10 nudos. Durante su apogeo, en aquellos bajeles, los lugareños de la zona, que eran leñadores, llevaban la madera hasta Angelmó, el principal puerto de comercialización de ese tipo de productos. Lo que con el tiempo se fue transformando por el advenimiento de la actividad pesquera, que obligó a modificar las embarcaciones con características más apropiadas para esas faenas.
Regatas salvadoras
Si no fuera, también, por la aplaudida Regata de Lanchas Chilotas "Velas del Sur", que en el verano cubría el tramo marítimo entre Calbuco y Puerto Montt, incluyendo la Laguna San Rafael, nadie las recordaría, en circunstancias que ellas son parte primordial de nuestra identidad genuina y marítima. Y que en virtud de lo cual, por algo, su figura resalta en los pliegues de la bandera de Puerto Montt. El vecino archipiélago de las Aguas Azules, por fortuna, es cuna de muy noble gente que ama a su pretérito y que cada vez que puede reflota a las lanchas veleras a través de ingeniosas iniciativas. Entre ellas, la misma regata veraniega e ideas como la periódica exposición de maquetas de estas embarcaciones en la sede del Club de Leones, certeramente organizada por la Agrupación de Maquetistas Mañihueico, la Municipalidad calbucana y la Armada de Chile. El objetivo fue siempre mantener latente esa inolvidable y rica tradición navegante.
Por haber sido escenario por años de las Lanchas Chilotas, Puerto Montt, como nadie, tiene la ineludible responsabilidad de hacer un importante esfuerzo en la reconquista de éste que es uno de sus más preciados e históricos símbolos. No ya como medio de transporte, pero sí para resucitar esas veleras mediante eventos, recursos turísticos y preservar algunas al ancla en el mismo Angelmó, donde otrora fueron reinas, y mostrarlas con orgullo al visitante y al artista que anhele retratarlas en sus lienzos o en sus cámaras.
Y así nunca dejar de navegar por el recuerdo -velas al viento- en esas inolvidables embarcaciones, que sólo quieren renacer y hacerse a la mar desde el alma misma del sureño.