Dentro de los consensos que se han alcanzado para combatir la propagación del covid-19 entre la población, figura la estrategia del testeo, trazabilidad y aislamiento (TTA) de aquellas personas portadoras del virus y que no tienen donde permanecer durante el período en que pueden contagiar al resto. Aplicar este método apunta a realizar pesquisas masivas en la ciudadanía, para detectar sobre todo a los casos asintomáticos; averiguar con quiénes ha mantenido contacto y que, por lo tanto, pudiesen estar infectados, para efectuar el seguimiento que corresponde; y procurar que se aíslen de su entorno inmediato para cortar la cadena de contagios.

Implementar una estrategia de este tipo, a nivel nacional, supone una inyección importante de recursos, por la cantidad de personal técnico que se requiere y la disposición de residencias sanitarias, muchos de los cuales han sido hoteles que hoy por hoy permanecen con capacidad ociosa por la caída de los flujos turísticos. De hecho, una de las críticas que se ha hecho a la política sanitaria pasa precisamente por las debilidades de la estrategia de TTA, que en otros países ha resultado ser clave para llevar a la baja la curva de infecciones.

Por ello es que ha sido todo un acierto la habilitación, por parte de la Seremi de Salud, del Centro Regional de Trazabilidad en el Colegio San Javier, en la capital regional. En sus instalaciones, 90 funcionarios especialmente capacitados ya comenzaron esta semana a pesquisar los contactos estrechos de quienes han sido diagnosticados de coronavirus, a fin de identificarlos y evitar que eventualmente sigan infectando a más personas. Podría haberse instalado antes, claro está, pero al menos en esta etapa, con una escalada inquietante de contagios nuevos y de casos activos, debiera contribuir a refrenar la transmisibilidad del virus y darle un respiro a la red asistencial regional, que ha estado al límite de sus capacidades desde hace un par de semanas por la gravedad de los pacientes.

En este centro reside ahora la esperanza para monitorear los contactos estrechos y colocarle un muro a la diseminación del coronavirus.

Esta semana hablamos con un estudiante del Colegio Técnico Profesional de Piedra Azul, que luego de participar en la Semana Formativa de la Construcción, organizado por la Cámara Chilena de la Construcción y ONG Canales, realizó su práctica profesional en una empresa local.

El joven estaba muy feliz de poder llevar a cabo todo lo aprendido en clases y, sobre todo, los conocimientos adquiridos en las distintas actividades virtuales realizadas por este gremio. Es más, por su destacado compromiso y desempeño, la empresa le ofreció trabajo por un determinado tiempo.

La práctica profesional ha sido uno de los procesos más complejos para los estudiantes de enseñanza media técnico profesional. Sin lugar a duda, la cuarentena y las medidas sanitarias, y el cierre temporal de centros de prácticas, han dificultado lograr articulación entre los liceos, las empresas y los futuros técnicos.

En esta línea, el Ministerio de Educación emitió en julio de 2020 un decreto que flexibiliza la normativa que regula la práctica profesional y titulación de estudiantes TP (técnico profesional). Entre algunas medidas que se tomaron, estuvieron la reducción de horas de prácticas de 360 a 180 y el reconocimiento de las prácticas online.

En este instrumento se autoriza la supervisión de la práctica en forma remota en cualquier región del país y se incluye en esta flexibilización a los estudiantes que egresaron en años anteriores y que no han hecho su práctica.

Creemos que la práctica profesional es un proceso muy importante para la formación de los futuros técnicos, en primer lugar, porque ponen en práctica lo aprendido durante el recorrido de la educación secundaria, además, les permiten desarrollar habilidades socioemocionales que les servirán el resto de la vida y, por último, porque es un requisito de titulación.

Destacamos el trabajo de varias empresas del sur de Chile por adaptar sus políticas y protocolos internos para no cancelar las prácticas este año. Estamos seguros de que dificultar -aún más- el recorrido formativo de los estudiantes tendrá consecuencias negativas en el desarrollo de las industrias en el futuro. La invitación es a ser creativos y flexibles, pensando en las trayectorias formativas y laborales de quienes serán el futuro de nuestro país.

Eduardo Carmona Jiménez, director ejecutivo de ONG Canales

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