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Viruela 1905 y covid 2020: los años en que vivimos en peligro

Como habitantes de la Provincia de Llanquihue hemos vivido uno de los peores años de la historia contemporánea. Sin embargo, hace poco más de un siglo nuestro territorio también sufrió una pandemia que nos obligó a evaluar por completo la forma en que vivíamos. ¿Qué lecciones podemos obtener desde la historia local?
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El gran historiador francés March Bloch (1866-1944) se preguntaba en su libro 'Introducción a la Historia' (1944) "¿para qué sirve la Historia?" y, como él decía, su objeto es "el estudio del hombre social" (hoy usaríamos un lenguaje más inclusivo) y no del pasado, como muchos creen. La historia solo tiene sentido cuando nos permite tomar consciencia de nuestro lugar en el mundo, para lo que es requisito saber de tu comunidad y de tus antepasados.

En esa perspectiva para evaluar este nefasto 2020 debemos tener en perspectiva otras pandemias que nos hayan azotado en el pasado. La más conocida es la de la Viruela de 1905, en donde las condiciones para enfrentarlas eran muy diferentes: no existía el concepto siquiera de Salud Pública como lo entendemos hoy, solo existían las Juntas de Beneficencia integradas, mayoritariamente, por esposas de la elite que -impulsadas por la caridad cristiana-, hacían lo que podían para poder aliviar el dolor de la generalizada pobreza y falta de higiene.

En Puerto Montt desde la fundación oficial de la ciudad en 1853 sobre el antiguo Melipulli, se contaba con un médico pagado por el Estado, y recién hasta el 15 de enero de 1875, comienza a funcionar precariamente el primer Hospital Público de Puerto Montt, con el nombre de Hospital de la Caridad el que desde 1882 cambia su nombre a Hospital Santa María, el que atendía 2.743 habitantes de la ciudad según el censo de 1885.

Hasta la llegada del ferrocarril en 1912, la única vía de comunicación de la Provincia era por mar, por lo que el primer contagio fue a través de un buque a comienzos de marzo de 1905: "Es público y notorio que este flajelo se declaró a bordo del vapor 'Palena', atacando a uno de los marineros y en cuyo vapor subió a bordo en Calbuco el Capitán del puerto de nuestra ciudad…".

A pesar de que se debería haber declarado la cuarentena a toda la tripulación, el diario El Llanquihue fustigó que "…el vapor estuvo desde su arribo en constante comunicación con todo el mundo y según versión, otros marineros que viajaban en él estuvieron en tierra en casa de esas mujeres infames y degradadas en donde pegaron el contagio a la primera víctima de esta enfermedad en Puerto Montt. Y todavía más, para colmo de desgracia, este primer atacado en lugar de ser aislado fue enviado al Hospital como a media noche sin advertencia de ninguna clase, de donde previno el contagio de varios enfermos y de casi la unanimidad de la servidumbre" (24 de marzo de 1905).

Al comienzo las autoridades y también El Llanquihue le bajaban el perfil a la amenaza: "Esta epidemia ha comenzado a desarrollarse con carácter de cierta benignidad porque hasta la fecha, en diez días, solamente ha habido un caso fatal. En los campos felizmente no ha habido ningún atacado. Es un conocimiento rudimentario que el mejor remedio es procurar recobrar la tranquilidad y no excitar la imaginación para producir el miedo…".

Incluso el Obispo de Ancud, Ramón Ángel Jara, enviaba en un telegrama una propuesta para disminuir los efectos de la viruela, la que era una "bebida sudorífica compuesta de una taza de leche caliente mezclada con dos cucharadas de sumo de perejil, obteniendo así que la peste sea más benigna". Por su parte el cura párroco Pedro Fink, además de elogiar el brebaje anterior, ponía énfasis en lo siguiente: "encarecidamente pido a todos mis amados feligreses la limpieza en sus habitaciones, la moralidad y la sobriedad en la bebida…" Para él "…es un hecho…que la viruela no tiene remedio cuando ataca a personas inmorales o entregadas al vicio de la embriaguez" (24 marzo 1905).

Igual que durante 2020 hubo polémicas acerca de las medidas tomada por los diferentes alcaldes de la provincia: "Si las autoridades de Puerto Montt hubieran obrado en el caso actual con la misma energía de las autoridades de Calbuco y Frutillar para impedir por lo menos la propagación del flagelo, ya que cometieron la torpeza de dejarle entrar, a buen seguros que ni hubiéramos visto sucumbir hasta la fecha más de cincuenta personas víctimas de la epidemia, muchas de ellas padres y madres de familia que han dejado hijos en la horfandad…Y no solo se puede lamentar las muertes habidas, sino también la paralización que hay en el comercio y la carestía de todo tipo de alimentos…" (Diario El Llanquihue, 21 de abril de 1905).

También como en este año, hubo elogios a las funcionarias de Salud: "Ahora que la peste está diezmando la población de Puerto Montt, las religiosas…son las únicas que han quedado en pie en el Hospital cuidando los variolosos y hasta sepultando a los muertos por el flagelo porque la mayor parte de la servidumbre de ese establecimiento, enfermeros y enfermeras tuvieron que pagar su tributo con la muerte a la epidemia que por la criminal culpa de un Capitán de Puerto imbécil y un médico inepto e indolente se propagó con una rapidez asombrosa en este pueblo, con todos sus horrores" (Diario El Llanquihue, 21 de abril de 1905).

En ese entonces, el único Médico de la provincia era el Dr. Alberto Burdach (1876-1949) prusiano, quien había arribado el 16 de noviembre de 1904 y que "…ha prestado importantísimos servicios a ésta ciudad durante la epidemia de la viruela, por los cuales el pueblo de Puerto Montt le están enteramente reconocido" por lo que cuando viajó a Santiago para validar sus estudios, le expresaban a través del diario "sinceros votos porque el expresado doctor obtenga un feliz viaje, brillante éxito en su examen y pronto regreso" (Diario El Llanquihue 2 de junio de 1905).

Finalmente, nuestros antepasados también debieron enfrentar rebrotes y entonces -como ahora- la solución era clara: "Aunque algunos creían que la viruela ya tocaba retirada, hoy vemos que empieza con nuevo empuje a hacer de las suyas. No hay pues que hacerse ilusiones: las epidemias son así…y al menor descuido se introduce nuevamente y hace mayores estragos que al principio. Tenemos que mantenernos siempre en guardia con las reglas de higiene y de desinfecciones para rechazarla, pero el remedio más eficaz para librarse de la peste es estar vacunado. De modo que todo el mundo debe vacunarse" (Diario El Llanquihue 28 de abril de 1905).

Si bien la pandemia de 1905 duró menos de 3 meses y hubo rebrotes importantes en septiembre de ese año, fue mucho más agresiva en su mortandad porque no existía un sistema de Salud Público. Pese a que entonces el manejo de la estadística era muy precaria, el Diario El Llanquihue calculaba que solo en abril habrían fallecido unas 50 personas en la ciudad, lo que significa que afectó al 2,1% de la población local: si ello lo proyectamos a hoy, significa que habríamos tenido en un mes el fallecimiento de 5.163 personas considerando que para 2017 la población de Puerto Montt era de 245.902 habitantes (INE), cuando los fallecidos por covid-19 durante 2020 en toda la región han sido 245 personas (https://www.gob.cl/coronavirus/cifrasoficiales/)

Las similitudes son impresionantes a pesar de haber transcurridos 115 años y las lecciones son las mismas: cumplimiento estricto de los protocolos de aislamiento, articulación efectiva entre las diferentes autoridades considerando las particularidades y autonomías locales, prevención manteniendo la higiene personal y de su hogar siguiendo las recomendaciones científicas, especialmente la vacunación. En síntesis, es necesario tomar consciencia que somos parte de una comunidad y como tal debemos cuidarnos unos a otros.