Correo
Desarrollo de Llanquihue
Comienza el cierre de este particular año, y nuestras mentes esperan recibir con esperanza este 2021. Es de esperar que tantas horas en casa hayan servido para generar algún impacto positivo en nosotros, por ejemplo, proyectar en las distintas ciudades de nuestra región un crecimiento armónico y sostenido.
Según registros, recién en el año 1886 existía un balsero chileno, en lo que se conocía como el "Desagüe" en el río Maullín (actual Llanquihue), sin mayores intenciones y pretensiones. Recién el año 1893 se inicia la venta de terrenos para quienes buscaban establecerse en estas nuevas tierras, comenzando las construcciones de las primeras casas a orillas del lago Llanquihue.
El próximo hito sería la llegada del tren en 1913, lo que generaría un polo de desarrollo alrededor de la estación de ferrocarril. Con el paso de los años la ciudad tendría un crecimiento importante en línea con la industria y el comercio, pero no fue hasta el año 1968, con 6.316 habitantes, que Llanquihue pasa a convertirse oficialmente en una comuna, dejando de lado el apadrinamiento de Puerto Varas. Su primer alcalde fue Ewaldo Mödinger y luego serían ocho los alcaldes que han sido responsables de la administración de esta nueva comuna.
No deja de ser interesante cómo comunas con el mismo emplazamiento geográfico han logrado un desarrollo más atractivo, digno de la actual inmigración a nuestro sur. Es cierto reconocer que en los últimos años ha habido un crecimiento e importantes hitos, por ejemplo, hoy se proyectan y encumbran dos edificios de departamentos con altura controlada.
Estamos a tiempo perfecto de planificar y sentar las bases urbanísticas de una ciudad amigable con su entorno y crecimiento sostenido para nuestra región. Ejemplos de mal urbanismo tenemos de sobra, por lo mismo, es responsabilidad de los ciudadanos fiscalizar a quienes serán los responsables de tomar las decisiones del futuro, para esta emergente y próspera comuna, donde es innegable reconocer su inmediata potencialidad en el mediano plazo.
Alejandro Wahl Herrera
Debate sobre salario mínimo
En una Carta al Director publicada en El Llanquihue de este miércoles, el lector Remigio Muñoz expone un ejercicio realizado con el fin de "medir la preocupación de los gobiernos por lo que gana su gente", consistente en dividir el PIB per cápita por el salario mínimo. Amén de las observaciones que se podrían formular al ejercicio realizado, quisiera aportar a la conversación alguna ideas.
El salario mínimo fijado centralizadamente por ley es una de las respuestas para proteger el ingreso de los trabajadores, pero no es la única y tampoco necesariamente la mejor. Países como Suiza, Suecia, Finlandia, Noruega, Austria e Islandia no tienen salario mínimo fijado en su legislación, y resulta que tienen los salarios medios más altos de Europa, medidos conforme a paridad de poder adquisitivo, y además, las menores tasas de desempleo.
A contramano, España (uno de los casos citados por el lector) tiene unas de las mayores tasas de desempleo y a la vez, un salario medio que es prácticamente la mitad que sus pares europeos.
Si bien cada caso y país es distinto, tratar problemas complejos, como es la productividad y el empleo, o la desigualdad en la distribución del ingreso, simplificándolos, no ayuda a la construcción de un diálogo colaborativo, menos cuando el resultado de dicha simplificación es apuntar con el dedo a un supuesto culpable específico.
Lejos de preocuparnos por la acción de nuestros parlamentarios -o por la falta de ella- me preguntaría: ¿Qué debemos hacer para que nuestra economía sea más productiva, nuestro mercado laboral más dinámico, nuestros trabajadores mejor calificados y que, como consecuencia de ello, seamos capaces como país de generar más empleos y que estos sean mejor remunerados?
Le aseguro al lector que la respuesta no será, en caso alguno, aumentar el sueldo mínimo.
Lorenzo Miranda Morales
Interacción con clases online
Escribo esta carta para contar que estoy muy agradecido por todo el esfuerzo que están haciendo para que sigamos teniendo nuestras clases. Algunos alumnos como yo disfrutamos mucho de ese espacio, porque como ya no podemos salir o juntarnos con otras personas y tenemos que estar sin salir, nos estresamos y en las clases online, al interactuar con otras personas, nos sentimos más aliviados.
Aparte que las clases siempre son interesantes y muy divertidas, sirven mucho para distraerse porque no podemos hacer muchas cosas entretenidas en nuestras casas.
Jonathan Castro, alumno del Instituto Técnico Forjadores de Alerce
Vacunación para el covid-19
A no engañarse con la vacuna. No habrá aplicación masiva hasta un buen rato más.
Esteban Meza