Uso de celulares en las cárceles
Un proyecto de ley que se discute en el Senado busca erradicar la facilidad con la que los reclusos se hacen de teléfonos para seguir delinquiendo. Lamentablemente, la experiencia ha demostrado que la carrera delictual de algunos no se extingue con su condena y traslado a un penal.
El incremento de la delincuencia es una queja constante de la población y llama la atención que la gran mayoría de quienes cometen delitos son personas jóvenes y en muchos casos reincidentes. Pero la detención y encarcelamiento de muchos de ellos no garantiza que las bandas no sigan operando desde el interior de los penales, gracias al uso de celulares. Pese a que el reglamento penitenciario lo prohíbe, los teléfonos son de uso frecuente en las cárceles. Son llevados desarmados por piezas hasta que los reclusos están en condiciones de rearmarlo y comenzar a operar.
No hay que olvidar que investigaciones de medios de comunicación han determinado que la mayoría de las estafas telefónicas se cometen con llamados que se efectúan desde las cárceles. Según informes de Gendarmería, entre enero de 2019 y julio de 2020, se decomisaron casi siete mil objetos en los recintos penales del país. La mayor parte correspondía a celulares, e incluso había municiones, armas de fuego y explosivos.
Hace unos días, los integrantes de la Comisión de Seguridad Pública del Senado aprobaron las ideas matrices de un proyecto de ley que sanciona penalmente a quienes ingresen elementos prohibidos a los establecimientos penitenciarios, y que quedó en condiciones de ser visto por la sala. La iniciativa pretende fortalecer la seguridad pública, robustecer el combate del narcotráfico y brindar mejores herramientas de apoyo a la política anti delincuencia.
El proyecto de ley plantea que la persona que con motivo de una visita o a propósito del ejercicio de su función introduzca a un establecimiento penitenciario armas, municiones, partes o componentes, cuyo porte, uso o tenencia se encuentre sancionado por la Ley 17. 798 sobre Control de Armas, será sancionado con la pena asignada al delito que corresponda, aumentada en un grado.
Es evidente el grado de sofisticación que alcanzan los delincuentes en algunas acciones y los recursos de que disponen para emprenderlas. Son claros reflejos de que la organización delictual no se extingue con la reclusión de sus integrantes y que, por el contrario, recurren a las herramientas de la tecnología para seguir delinquiendo desde los penales.