Maruja Torres, toda una vida junto a la danza
Con 50 años de trayectoria, esta destacada figura de la cultura de la zona cuenta pasajes de su carrera y de su escuela.
Sin lugar a dudas que Maruja Torres es una de las figuras más destacadas de la cultura de Puerto Varas. De hecho, como ella misma relata, hasta una calle lleva su nombre en la ciudad lacustre.
Claro que como ella cuenta, muy pocas personas saben que es la calle "María Mercedez" (sin apellido y con "Z" final, como ella lamenta) la que lleva su nombre, ya que durante toda su vida ha sido conocida como Maruja Torres y no como lo señala su certificado de nacimiento.
Pero más allá de eso, quien también se desempeñó como soprano y formó parte del Coro Polifónico de Puerto Varas por más de 40 años, fue la artífice de la Escuela de Danza Maruja Torres de esta ciudad. Un proyecto que lideró durante 50 años y que dejó el año pasado, cuando jubiló.
Con múltiples premios, quien se describe como una fanática de la cueca durante años se dedicó a enseñar folclor y asegura que la mejor de todas las distinciones es el cariño que sigue recibiendo de parte de la comunidad, pero de forma muy especial de sus alumnas, a quienes siempre recuerda con un cariño especial. "El último reconocimiento fue cuando cumplí 50 años de mi academia (en 2018). Recibí una distinción especial de parte del municipio y del Concejo por mi trayectoria".
Otro saludo que recuerda con cariño es el que le brindaron de la Academia Motus cuando cumplió 45 años de carrera.
Pero la vida no ha sido nada de fácil para Torres. El fallecimiento de su hija Maruja Ximena es su más grande dolor.
Pero están sus nietos, Richard Eduardo y Esteban Bastián, quienes se han transformado en los pilares de su vida.
Con mucho esfuerzo, además, logró cumplir sus sueños y llegar con la danza a todos los sectores de la población.
Con su escuela realizó presentaciones en distintos lugares. Un sitio frecuente, según cuenta, fue el Teatro Diego Rivera de Puerto Montt.
Además, evoca que todos los años realizaba una gala. Y si bien el contar con un espacio fue un desafío constante, recuerda y agradece el haberla podido realizar, entre otros lugares, en el Club Alemán, el Hotel Bellavista, el Colegio Inmaculada Concepción, el Gimnasio Fiscal, el Coliseo y el Dreams.
Y si de galas se trata, agradece a todos quienes colaboraron en la realización de estos eventos, así como en el funcionamiento de su escuela. Mención especial, dice, a todas las administraciones municipales que, desde 1998, la respaldaron en el desarrollo de su escuela.
Es así como destaca también el aporte realizado a su academia por Inés Pérez de Tampe, quien tuvo a su cargo la confección del vestuario con el que se presentaban las niñas a las galas; Aurora Maldonado, presidenta del directorio del centro de padres; y Elena Charath.
Junto con ellas se encuentra Félix Altamirano, Hardy Schaefer (tomó las fotos durante los 50 años de galas), el fallecido Fernando Rosas y Valentina Reidenbach, quien fue su asistente ejecutora en danza contemporánea. Pero su gran agradecimiento es a su maestra, con quien estudió esta disciplina, como lo fue María Elena Scheuch.
Destaca también el trabajo realizado por el centro de padres, sobre todo a la hora de financiar el vestuario con que las niñas se presentaban en sus galas. Orgullo para ella es ver a quienes fueron sus alumnas convertidas en grandes bailarinas y profesoras.
Trayectoria
Su trayectoria es extensa. Y sus éxitos también. Maruja Torres llegó a Puerto Varas en 1967. Un año más tarde creó su escuela de danza, la que en 1998, tras ganarse un Fondart, pudo extender a todos los sectores, ya que se convirtió en municipal.
Pero no es lo único, ya que también trabajó, en paralelo a su escuela, en otros puntos de la zona y formó parte de algunas importantes entidades. Fue así como presidió el Canal Recreativo de la Digeder y formó parte del grupo de teatro José Vilar y trabajó en la Escuela Diferencial Aspadep.
También fue profesora de Danza de la Escuela de Cultura y Difusión Artística de Puerto Montt, institución en la que estuvo 22 años.
Junto con ello, durante un año estuvo viajando todos los fines de semana a Ancud para realizar clases de danza. Un año también estuvo viajando a Fresia, en tiempos en los que no había pavimento.
Estuvo también en Llanquihue, ya que cuando estaba la empresa Iansa "me llamaron si es que podía dar clases. En ese tiempo mi hija era chiquitita. Tenía como siete meses y yo viajaba, como se usaba en aquel tiempo, con mi tocadiscos a un lado y con mi bebé al otro. Así viajaba a realizar a dar clases".
-Bastante sacrificio para llevar la cultura a distintas zonas de la región...
-En los años en que yo daba clases tenía que llevar estos discos grandes y tocadiscos, ya que no habían adelantos como ahora que la tecnología ha avanzado mucho. Para mí, el camino fue bien duro. También trabajé en el Colegio Germania como 17 años, donde también me acogieron con mi academia. Después me contrataron para actividades extraprogramáticas, así que hice ballet hasta en patines.
-¿La danza ha sido su vida para usted?
-Para mí la danza fue mi vida. Yo estudié en el campo, donde se practicaba mucho lo que tenía relación con las costumbres de nuestro país, como por ejemplo, bailar cueca para Fiestas Patrias. Yo creo que venía con el pañuelito en la mano. Por esos años bailaba en las pampas. Una tía me decía que yo andaba siempre saltando. Yo agradezco a Dios que me hubiese dado este talento y la posibilidad de haber podido desarrollarlo en tiempos en que no se conocía la palabra ballet y la televisión no existía acá.
maruja torres es una agradecida de dios por todo lo que le ha dado.
"Cuando cumplí 50 años recibí un reconocimiento del municipio y del Concejo"
"A Llanquihue viajaba con mi tocadiscos a un lado y con mi bebé al otro"