Cuarentena y centralismo
Bastó que la Región Metropolitana saliera del confinamiento para que el tono del nivel central cambiara, olvidando a quienes siguen con amplias restricciones. Las políticas públicas se diseñan e implementan también desde lo simbólico. De ahí la relevancia de tener extremo cuidado con los discursos.
Es creciente el malestar que se ha ido incubando en la población puertomontina por la prolongada cuarentena a la que ha sido sometida desde el 29 de julio, con el agregado de nuevas medidas restrictivas para su libre circulación en los espacios públicos, como la ampliación del toque de queda desde las 20 horas, a partir del jueves pasado, y la obligación de portar los contratos laborales para quienes usan los permisos especiales, cuya vigencia comenzó ayer. Lamentablemente, todos quienes han respetado el extenso confinamiento, con limitaciones semanales de circulación e incluso para aprovechar las escasas horas de iluminación solar en el sur (debido al mayor toque de queda), paralelamente han asistido a periódicos balances de la autoridad sanitaria en que el covid-19, en lugar de aminorar su tasa de contagio, se sigue propagando en la capital regional y otras comunas de Los Lagos.
Quienes más se han visto afectados con la cuarentena son los comerciantes de Puerto Montt, que a las tribulaciones del estallido social que restringió su actividad desde octubre del año pasado, sumaron la imposibilidad de operar con normalidad apenas se instaló la pandemia, limitadas todavía más cuando el confinamiento de fines de julio permitió únicamente el funcionamiento de las actividades esenciales. A ello se agrega la pasmosa indiferencia de las autoridades del nivel central, que desde que la Región Metropolitana pudo iniciar su desescalada, parecieron olvidar que hay ciudades y regiones todavía confinadas y entregadas a su suerte, debido a la ausencia de programas efectivos y oportunos de ayuda estatal.
En el discurso de las autoridades nacionales predomina la situación santiaguina, incluso, uno de ellos afirmó que si había que volver a cuarentena, se activaría nuevamente la asistencia financiera de emergencia. ¿Y por qué aquella prestación no se le ha dado a ciudades que ya llevan más de tres meses de cuarentena, como Puerto Montt? ¿O sólo importa el Chile de la Región Metropolitana?
El centralismo, hasta en tiempos de pandemia, deja traslucir toda su impronta que desmerece a las regiones.