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electoral. Y es que, acusa Díaz, tuvieron miedo que una nueva Carta Fundamental le quitase poder a los conglomerados políticos.

Y, por eso, agrega, el acuerdo transversal alcanzado por la mayoría de los partidos políticos (el 15 de noviembre del año pasado) tiene que ver con "realizar un proceso que disfrazaba la intención de perpetuarse en el poder".

Sin embargo, sostiene, "desgraciadamente la ciudadanía no se ha dado cuenta de eso y se enamoró del concepto del Apruebo o del Rechazo, ya que ambas son dos caras de una misma moneda, cuyo problema es que esta moneda no tiene ningún valor de legitimidad".

Además, explica que de vencer el Rechazo significa que comienza todo el proceso de nuevo y que la Constitución actual se mantiene vigente, pero el proceso para poder modificarla también.

"Parte todo de nuevo. Hay un acuerdo general de cambiar la Constitución y el Rechazo significa que la gente no está de acuerdo con cambiarla bajo este mecanismo; pero el acuerdo de cambiarla está", sostiene.

En tal sentido, explica, las modificaciones podrían generarse a través de la vía de las reformas constitucionales, lo que obligaría a la clase política a reactivar un nuevo momento constituyente, pero con nuevas normas y reglas, que permitan que la ciudadanía reconfigure el proceso actual, porque lo que está instalado es que la gente quiere participar de una reforma constitucional y no delegarla en la clase política.

Debate

Sergio Galilea cree que ganará el Apruebo por una diferencia sustancial y eso establecerá que hay una mayoría de este país que quiere una nueva Constitución y que querrá también una Convención Constituyente, por lo que a partir de esta jornada se iniciará un proceso de espacio de encuentro y de horizonte democrático, que es lo que se definirá hoy día.

Joaquín Arrieta, en tanto, estima que la actual Constitución es "perfectamente modificable", por lo que estima que para temas relativos a un nuevo sistema de AFP, por ejemplo, no se requiere de una nueva Constitución, sino que de un "simple trato legal".

Eduardo Becker, en tanto, califica la realización de este plebiscito como "un acto de irresponsabilidad, porque se realiza en medio de la pandemia que hoy afecta al país, lo que hace que no toda la gente pueda ejercer su derecho como ciudadano, tal y como lo establece la Constitución".

Independiente de lo que suceda hoy en cuanto a resultados, lo concreto es que el país vivirá un proceso histórico, en el que la ciudadanía tendrá en sus manos el destino de la Constitución.

Plebiscitos y celebraciones cívicas (1988 y 2020)

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Hoy 25 de octubre de 2020 vivimos una jornada histórica con un plebiscito en donde Chile decidirá si queremos o no una nueva Constitución. Se trata del primer plebiscito desde el 5 de octubre de 1988, cuando se evitó una confrontación a través de un primer ejercicio democrático. El 5 de octubre de 2018, los 30 años del triunfo del NO en el plebiscito de 1988 fueron conmemorados no sólo por el centro y la izquierda, sino que también por el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera, de centroderecha. Hoy celebramos -con un nuevo plebiscito- otro hito de cultura cívica que demuestra que los chilenos somos capaces de canalizar nuestras demandas de manera pacífica.

El 6 de octubre de 1988 en Puerto Montt se respiraba alivio por la satisfacción de que prácticamente todos habían cumplido con su deber cívico. El alcalde designado Federico Oelckers Sepúlveda expresaba que "el proceso fue impecable y el comportamiento de los ciudadanos puertomontinos fue ejemplar". A pesar de que para él en la capital regional y a nivel nacional se impuso la opción NO, afirmó que: "Constituye una de las alternativas que estaba en juego dentro de la Constitución" (diario El Llanquihue, 7 de octubre de 1988).

Después de la más larga dictadura cívico-militar (1973-1990) en la historia de Chile, finalmente en 1988 fueron a votar 7.251.933 ciudadanos, representando nada menos que el 97,53% del padrón electoral, lo que dista mucho del 49% que votó en la segunda vuelta electoral presidencial de 2017 o del 34,8% que votó en la última elección municipal (en Puerto Montt sólo votó el 25%). Esto último es una señal clara de la falta de participación cívica que debilitó nuestra democracia en estos últimos 30 años.

El reconocido periodista puertomontino Juan Barrientos Oyarzún (quien comenzó a trabajar en El Llanquihue en 1942 a los 15 años de edad) ha sido un testigo privilegiado de los grandes acontecimientos locales. Recuerda que "el día del plebiscito de 1988 fue tranquilo en Puerto Montt, los comandos ya se habían agredido los días anteriores, pero sin graves consecuencias… hubo muchas colas para votar y la gente estaba entusiasmada por volver a votar, fueron temprano… había mucha intranquilidad porque habíamos pasado tiempos donde había que pedir permiso para informar".

Hasta hoy Juan Barrientos no comparte cuál fue su voto en el plebiscito de 1988, ya que, según él, "en el periodismo la opinión pública es la que vale y la opinión de uno es personal". En su perspectiva, era necesario hacer un plebiscito hoy después de 30 años desde el retorno de la democracia porque "ahora dominan los políticos y ¿ha cambiado algo?, esa es la pregunta que todos se hacen?".

En esa gran jornada ciudadana de 1988 había una entendible incertidumbre en la oposición de entonces en el sentido de que las Fuerzas Armadas y de Orden no respetaran el resultado del plebiscito. Ello contrasta hoy con el amplio acuerdo -de casi todas las posturas políticas- alcanzado el 15 de noviembre de 2019 de someter al ejercicio ciudadano un nuevo "pacto social" (una nueva Constitución) y aceptar el resultado para poder canalizar de manera pacífica la llamada explosión social del 18 de octubre. En nuestra historia de Chile la participación cívica ha sido débil por la incontrarrestable hegemonía de la elite santiaguina, la que ha construido y elaborado el "relato" de nuestro país casi sin contrapesos. Un claro indicador de ello es que en 210 años de vida republicana, ninguna de las constituciones ha tenido un origen democrático, por lo que hoy tenemos la oportunidad de comenzar a construir por primera vez y de manera pacífica el Chile que soñamos. Es probable que en el futuro el ejercicio ciudadano de hoy se transforme en un importante hito más de las fiestas y feriados nacionales, los que nos dan identidad y unidad como chilenos.