De cumplirse los anuncios hechos por el seremi de Medio Ambiente al Diario El Llanquihue, a fines de año debería darse un paso trascendental en la lucha contra la contaminación atmosférica que está pendiente por darse en las ciudades de Puerto Montt y Puerto Varas, que con los años han ido viendo como se ha intensificado la toxicidad proveniente de la incorrecta combustión de la leña para la calefacción de los hogares. Cuando esto ocurra, reflejado en la declaración de zona saturada de material particulado -que es lo que debiera ocurrir durante el segundo semestre-, las dos urbes de la provincia de Llanquihue seguirán los pasos de otras comunas que ya llevan años en una cruzada sistemática, con el compromiso de aportes estatales, para generar las condiciones que permitan mejorar la calidad del aire que, a la postre, resulta vital para la salud de las personas.

En esa línea se encuentran, por ejemplo, Temuco y Osorno, que ya cuentan con planes de descontaminación atmosférica (PDA) en ejecución y que, con una serie de errores en el camino, sea por la falta de información, sea por el retraso en la entrega de los recursos del Estado vía subsidios, han permitido ir sembrando la semilla para que la población de ambas urbes estén más cerca que la de Puerto Montt y Puerto Varas para recuperar el aire perdido. Cada uno de los PDA en vigencia a lo largo del país, por lo demás, está entregando mucha información sobre las acciones a seguir. En el caso de las dos ciudades de la provincia, sus planes no comenzarán desde cero, sino que podrán ser construidos con la amalgama de experiencias de la aplicación de cada una de las herramientas desde hace más de una década.

La declaración de zona saturada en Puerto Montt y Puerto Varas se podrá concretar gracias a la información diaria que están entregando las estaciones de monitoreo de la calidad del aire, cuyos resultados ya ubican a ambas en el cuarto lugar de las ciudades con el peor aire de Chile. Y con el PDA en curso, vendrá luego la intervención del Estado mediante subsidios de recambio de estufas y de aislación térmica en las viviendas. El camino será largo, pero necesario.

La pandemia ha llevado consigo otras enfermedades que son igual o más nocivas en lo social, económico y cultural. Aceleradamente, se han ido destapando una tras otra las inequidades, injusticias e indiferencias que explican que esta enfermedad se haga carne, en especial, en los sectores mas desposeídos, en los excluidos o en los que son sordos a las necesidades de cuidado colectivo.

Entre todo esto, otro tema encubierto se levanta fuertemente desde Estados Unidos, con el asesinato del afroamericano George Floyd por parte de un policía. El racismo, entendido como el rechazo por diferencias biológicas hacia una persona a quien se le considera de raza inferior, es decir, una ideología de superioridad absolutamente infundada desde la ciencia, vuelve a mostrarnos su cara de desprecio por el otro y la ausencia de valores y derechos humanos.

Pareciera que haber tenido afrodescendientes líderes nacionales, grandes pensadores, científicos, religiosos, artistas, deportistas, todo tipo de profesionales y trabajadores en todas las áreas del saber, no ha sido suficiente para convencer a grupos importantes de las sociedades del valor de la diversidad humana. Ello indica que no se ha educado lo suficiente en estos aspectos sociales y culturales, y que hay mucho que trabajar en esta área con las nuevas generaciones.

¿Existe racismo en Chile? La respuesta es fácil si analizamos sólo las evidencias que todos los días surgen en contra de los pueblos originarios, y últimamente, con los migrantes afrodescendientes. Antecedentes históricos hay muchos de todos los aportes que los afrodescendientes han hecho al país desde que llegaron con Diego de Almagro. Pero parece que nada es suficiente para cambiar esta actitud en general y en los que tienen dosis importantes de poder. Si sólo conocieran los estudios de ADN de los chilenos, descubrirían lo que no queremos ver, que somos un crisol de aportes biológicos y, por tanto, culturales que nos deberían enorgullecer.

Tenemos una gran tarea social y educativa. Sólo el año pasado los afrodescendientes chilenos fueron reconocidos legalmente y con ello, el estudio en los diversos niveles educativos del sistema educativo de su cultura que en realidad es "nuestra cultura". Hemos tenido casos de muertes de afrodescendientes en Chile por negligencia de diversos servicios, y eso no sólo no debe seguir, sino que debe cambiar. En esa apertura, los niños y niñas son más generosos que nosotros los adultos con sus compañeros de estudio en las escuelas y jardines infantiles, pero dependen del modelamiento de sus mayores. Tengamos cuidado y ocupémonos de estos aspectos; saquemos una lección más de esta horrible pandemia.

Dra. María Victoria Peralta E., Premio Nacional de Ciencias

de la Educación 2019 y académica de la Universidad Central

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