"Vemos con preocupación que la gente se está relajando"
Scarlett Molt, seremi de Salud, y aumento de contagios en la Provincia de Llanquihue.
"Buscamos detectar, con datos duros, los principales problemas y hacer foco en aquello".
José Luis Flández, gerente de la
El país está entrando al período más difícil de la pandemia, con una crisis social latente y una división entre los chilenos que dificulta más la ejecución de cualquier política. El crítico momento nos encuentra con demasiados flancos abiertos, una sociedad atomizada, liderazgos febles, con escasas ideas, una subordinación de las personas a sus propias subjetividades, lo cual se traduce en poco ánimo para conversar y crear comunidad.
Teníamos una sociedad y un ordenamiento en "piloto automático", que funcionó durante años, a pesar de las señales de desgaste; sin embargo, ante las crisis de magnitud, como las que hemos padecido, emergen con toda su fuerza.
Crear comunidad es muy necesario y estos escenarios lo han dejado en claro: las personas requieren y necesitan sentirse parte de algo trascendente que supere al individuo. Chile ha descansado y errado el camino al deslindar ese desarrollo solo en el éxito económico personal y en apenas un par de hitos que dan sentido al concepto de conjunto: el fútbol, con la Selección, las Fiestas Patrias, la Teletón y no muchas cosas más.
Construir comunidad exige respeto por el otro y eso solo será posible si hay conocimiento de aquel que es distinto, lo que también es consecuencia de las conversaciones que deben existir entre quienes participan de ese grupo, en este caso, los chilenos.
Hoy vemos con sorpresa e incredulidad una guerrilla verbal y desencuentros entre los liderazgos políticos, pero también entre las personas, es decir, no se trata solo de un problema de la élite, sino de algo generalizado y amplio, una consecuencia de los malos citados antes, porque no hay esa necesaria complicidad derivada de la confianza que caracteriza a una verdadera comunidad.
No es tarde para enmendar el camino, no es tarde para enfrentar los desafíos nacionales del futuro, pero requerimos un voto de confianza colectivo y comenzar a conversar, a escuchar, a empatizar con los demás, lo que no significa que solo mi visión debe imponerse.
No somos enemigos, extirpemos la violencia del lenguaje. Vamos por algo mejor y distinto que nos una y no que cause más divisiones. Para crear una comunidad con sentido, de la que todos se sientan partícipes, no hay otro camino más que el de la magia de conversar y construir algo posible.
En este tiempo de pandemia, de una u otra forma todos hemos experimentado un verdadero bombardeo de información desde todas partes. La televisión, especialmente los canales de cobertura nacional, casi exclusivamente muestra imágenes de lo que el coronavirus está produciendo en todas partes, lo mismo las radios, periódicos, redes sociales, conversaciones de amigos o familiares.
Pareciera que muchos no logran advertir las consecuencias que producen en otros la manera, el tono y la perspectiva con las que se informa, comunica, anuncia o comenta algo. En efecto, da la impresión de que hubiese una carrera entre múltiples actores compitiendo para ver quién logra describir o mostrar la realidad en términos más trágicos, oscuros o lamentables. Como si la agudeza, perspicacia o inteligencia de una persona se juzgara desde el dramatismo o el nivel de tragedia de sus relatos con los que describe lo que estamos viviendo con la pandemia y de las posibilidades que tenemos hacia el futuro.
En la antigüedad existían los heraldos, quienes entre sus distintas funciones, eran los que anunciaban los edictos del rey. Recorrían campos, poblados y ciudades, dando el mensaje por el que habían sido enviados. Y cada vez que hablaban, la realidad anunciada se hacía presente en esa localidad. El futuro lo condicionaba el heraldo. Así ocurre cuando hablamos, comentamos y describimos solamente desgracias; al final el futuro se convierte en una ciénaga profunda, en un campo oscuro en el que nadie quiere estar.
Pero lo saben bien los campesinos, para tener un sembradío generoso hay que preparar el campo, elegir la semilla, hacer la siembra y cuidarla. Así se obtiene la satisfacción y la alegría de tener un futuro con una cosecha abundante. El futuro se preparó para eso. De igual forma, dependerá de lo que hagamos, digamos o nos comprometamos en nuestra vida presente, lo que permitirá construir un futuro de esperanza.
Cada uno de nosotros con la información que transmite, con el juicio que formula, con el compromiso que asume, va construyendo de alguna forma el futuro que viviremos. Por eso, de nosotros depende si nos transformamos en sembradores de esperanza o simplemente en heraldos de la desgracia.
Fernando Ramos Pérez, arzobispo de Puerto Montt
Dos veladas boxeriles se anuncian para el sábado y lunes próximos en nuestra ciudad. La primera estará a cargo del Club Lintz, que trae a púgiles de "El Chileno" de Osorno y la segunda de Cayenel con elementos del Defensor de Puerto Varas. Como match estelar peleará Bernabé Isla, "El Huaso de Máfil", contra Sergio Laehue.
La Secretaría Regional Ministerial de Obras Públicas no está cerrada a la iniciativa de pavimentar el camino al volcán Osorno, según lo anunció el seremi Miguel Silva, quien dijo que el proyecto será incluido en el estudio de impacto ambiental que se está realizando para iniciar a fin de año el asfalto en el sector de Cascada.
El Servicio de Cooperación Técnica, Sercotec, invita a las micro y pequeñas empresas de la Región de Los Lagos a postular a un subsidio para realizar un estudio de eficiencia energética que les permita utilizar eficientemente la electricidad, combustible, agua, calefacción y vapor en sus sistemas productivos e instalaciones.