Hace 12 años quienes vivimos en Chaitén y sus alrededores fuimos testigos de la erupción del volcán Chaitén. Una fecha que no olvidaremos por la fuerza con que afectó a todo un pueblo y la naturaleza de su entorno.

Se estima que una superficie de 30.000 hectáreas de bosques aledaños al volcán Chaitén, el cual se encuentra al interior del Parque Nacional Pumalín Douglas Tompkins, fueron afectados por la erupción. Por varios años, quienes transitamos por el parque vimos esos bosques arrasados por el flujo piroclástico, el paso de lahares y los sucesivos derrumbes, lo que generó un silencio nunca antes visto en estos bosques. Con posterioridad reaparecieron las aves, como el chucao, la voz característica de estos bosques lluviosos, y algunas especies pioneras como nalcas, chilcos, notros, coihues, tiacas y tineos.

Este proceso de recuperación es parte de su dinámica natural, que está gatillada por eventos catastróficos que determinan la existencia de los bosques de alerces y siempreverdes en sus diferentes tipos, donde habita una gran diversidad de especies. Con la estructura social de Chaitén sucedió algo parecido, muchas familias volvieron, y también llegaron nuevas. Así como la naturaleza y el parque nos mostraron su resiliencia, asimismo lo hizo Chaitén.

Este hito también nos demostró la importancia del vínculo entre un parque y las comunidades aledañas. Después de la erupción, el parque estuvo cerrado por más de un año y tuvimos que trabajar duro por restaurar las áreas de acceso público afectadas. Durante todo este proceso fuimos testigos de la estrecha relación entre las comunidades y el área protegida, quienes veían con esperanza la posibilidad de una pronta reapertura.

En momentos en que la naturaleza nos está diciendo algo sobre nuestro actuar, se vuelve más importante que nunca que cada uno de nosotros asuma su rol como parte integrante del ecosistema. Así como se reforzó la relación entre Pumalín y las comunidades luego de la erupción, el llamado es a que nos vinculemos más profundamente con nuestros parques nacionales y la protección de la naturaleza, ya que cuando esta se ve afectada, impacta la vida de todos.

Ingrid Espinoza León, directora de Conservación de Tompkins Conservation y consejera de Amigos de los Parques de la Patagonia

Está resultando de tal magnitud la crisis económica derivada de la crisis sanitaria que prácticamente no habrá ninguna esfera de interés para el quehacer público que no quede afectada por la urgencia financiera. La necesidad del Gobierno por generar paquetes de ayuda para las familias más golpeadas por el incremento del desempleo y por apalancar a las medianas y pequeñas empresas que están en graves complicaciones desde el estallido social, han obligado a Hacienda a redireccionar recursos desde áreas que pudiesen esperar más tiempo para su ejecución. Se trata del mismo ejercicio que se ha llevado a cabo en Los Lagos con el Fondo Nacional de Desarrollo Regional y, en lo específico, con el ítem que financia regularmente a iniciativas de las áreas deportiva y cultural.

El capítulo más reciente que refleja la urgencia por las nuevas prioridades se dio con Bomberos, institución que tuvo que enfrentarse al anuncio de un recorte, a nivel nacional, de $3.755 millones. Tal cifra bajó luego a $1.400 millones, una vez que la presión de la opinión pública y de la propia jefatura de Bomberos se hiciera sentir con fuerza.

Por cierto, cualquier reducción presupuestaria, en cualquier ámbito, termina por impactar negativamente a los afectados. Hay que realizar adecuaciones, redefinir prioridades, cambiar de carpeta los planes que podían esperar y efectuar un programa de gastos con lo que se puede pagar. Es más o menos lo que miles de hogares chilenos están efectuando por estos días producto del desempleo, de la rebaja de remuneraciones o del menor flujo de caja en el caso de los emprendedores.

Con todo, en este complejo escenario no se puede perder de vista la labor fundamental que da Bomberos en una infinidad de áreas que muchas veces pareciera escapar de lo que corresponde en rigor. La reducción presupuestaria les afectará, en el caso de la Región de Los Lagos, por ejemplo, para atender las emergencias de aquellos cuerpos de localidades alejadas que suelen enfrentarse a contingencias de última hora que requieren una solución rápida.

Aquí, tanto el Gobierno como los propios municipios, e incluso la comunidad, tendrán que estar atentos para que la institución no vea disminuida a niveles riesgosos su capacidad operativa.