Cerca de 27 mil serán los beneficiarios del sistema privado de salud que verán aumentados los precios de sus planes de salud en la Región de Los Lagos. De las 13 isapres existentes en el país, cinco aumentarán sus precios; mientras que ocho los mantendrán sin variaciones. Las isapres que aumentarán son Colmena y Cruz Blanca.
"Solicitamos una barrera seria, para dar tranquilidad a la gente de la isla".
Cristian Arenas, líder de pescadores y mitilicultores de Cochamó, por expansión del coronavirus hasta esa zona.
"El daño económico va a ser enorme".
Francisco Muñoz, seremi de Economía y los negativos escenarios que se proyectan por la crisis sanitaria.
La humanidad en su totalidad vive hoy días clave para su futuro. Una microscópica partícula que los científicos han denominado SARS-CoV-2 y cuya enfermedad es el covid-19 tiene contra las cuerdas no sólo la salud de todos los habitantes de este planeta, sino que también a los Estados y las alianzas entre ellos, las economías y los sistemas políticos, sólo por nombrar algunos de los aspectos en juego. Los números del avance de la enfermedad son horrorosos e impensados hace un par de meses: los muertos superaban ayer los 80 mil en el mundo, entre un universo de más de un millón 400 mil contagiados. A nivel regional, la seremi de Salud informó ayer que fueron detectados 13 contagios nuevos en el lapso de 24 horas, acumulando 299 personas infectadas con el virus en la región. Entre ellos se lamentan tres decesos, todos con domicilio en Osorno, ciudad que a la fecha se mantiene en cuarentena total.
Mientras aún no exista una vacuna desarrollada, testeada y disponible para ser inoculada, la única forma de enfrentar esta pandemia en curso es respetar el aislamiento social de la mejor manera posible. Aquel método no tiene nada de nuevo y obedece a un aprendizaje de pretéritas epidemias que han amenazado la salud de los seres humanos. Por ejemplo, en el caso de la peste negra durante el siglo XIV, las tripulaciones de viajeros eran confinadas durante cuarenta días con la idea de garantizar el buen estado de salud de los foráneos.
Varios siglos después la humanidad necesita esta vez encerrarse en sus hogares con tal de evitar la expansión del mortal coronavirus. Y acá aparecen dos desafíos: quienes tienen el privilegio de realizar sus actividades normales a distancia, el llamado es a tomar esta oportunidad. Y por otro lado, es clave atender el llamado de la autoridad, en cuanto a no salir si es estrictamente necesario, cancelando viajes a la playa, servicios religiosos u otro tipo de actividades que sólo ayudan a extender las consecuencias de esta enfermedad que amenaza nuestro futuro como seres humanos, sin distinción de banderas, género, clase económica o pensamiento político.
Proyectos por un valor que supera los 700 millones de pesos en la comuna de Puerto Octay, que no fueron priorizados por el FNDR, serán repostulados este año por las autoridades municipales debido a los requerimientos de la población de la ciudad. Esta situación mantiene preocupados a autoridades como a pobladores.
Vecinos de la Población Santa Teresa nos han solicitado comunicar a quien corresponda que en varias calles hay luces de alumbrado eléctrico público que se encuentran apagadas desde hace algunos días, lo que constituye un peligro para las personas que transitan de noche por el sector exponiéndose a ser asaltadas.
En tiempo de Coronavirus, el lector sabe que estamos viviendo el experimento social más descabellado que jamás nunca habríamos imaginado y los conejillos de indias somos nosotros mismos. Las respuestas que han emergido para "mitigar" y "adaptar" nuestros territorios y costumbres nos han abierto preguntas sobre la privacidad de nuestros datos, la densidad y salubridad de los espacios urbanos o la capacidad del territorio de sostener a miles de personas cuando restringimos la movilidad de individuos.
Las restricciones exigidas también nos han sacado como sociedad al pizarrón con temas como la solidaridad intergeneracional y los desiguales impactos que genera en distintos grupos socioeconómicos. La aparición de cielos limpios, peces y animales salvajes en la ciudad nos recuerda que estamos comenzando la década con un experimento social y económico inédito, el mismo decenio que nos queda para frenar y mitigar un cambio climático que amenaza con enfermar gravemente el planeta que nos sostiene a todos.
El Gobierno anunció un plan para rescatar la economía equivalente al 4.7 por ciento del PIB nacional. ¿Qué porcentaje del PIB debemos invertir para acelerar la modernización de nuestras instituciones públicas y privadas para ponerlas en condiciones de responder efectivamente a los desafíos actuales y por venir?
En Fundación Ciudad Emergente trabajamos en Chile y Latinoamérica utilizando el espacio público como un laboratorio donde se prueban acciones rápidas de implementar, pero con capacidad de generar efectos en el largo plazo. Hoy estamos retomando la colaboración con Fundación Plades, organización regional que trabaja hace años junto a vecinos, instituciones y autoridades promoviendo el desarrollo territorial sostenible para la cuenca del Llanquihue.
Mientras decenas de laboratorios científicos trabajan para producir una vacuna contra el covid, podría ser un buen momento para que instituciones públicas y privadas nos pongamos a colaborar intensamente para convertir esta crisis en un gran laboratorio para desarrollar otro tipo de "vacunas", esta vez que nos ayuden a ganar la pelea contra enfermedades territoriales, sociales y medioambientales tal vez más silenciosas pero no por ello menos letales.
Javier Vergara, director ejecutivo Fundación Ciudad Emergente.