Crecientemente, la población mundial ha ido expresando su preocupación acerca del cuidado del medio ambiente. Conferencias como la COP 25 o los acuerdos internacionales que buscan preservar la sustentabilidad, han copado la opinión pública, que asiste alarmada a fenómenos como el cambio climático, el avance de la desertificación y la pérdida de nieve en la Antártida, que se ha reportado con inquietud desde el continente blanco. A nivel nacional, temáticas como las zonas de sacrificio, la necesidad de combinar la generación de energía con la sostenibilidad y la crisis que hay en la zona central por la falta de agua, por nombrar algunos casos, han acercado las urgencias medioambientales a los entornos locales, haciéndose cada vez más patente la obligación de incluir esta variable en cualquier iniciativa de desarrollo.

En el plano regional se palpa con claridad la necesidad de tener un mayor cuidado con el medio ambiente, pues diariamente se aprecia que las playas de mares o lagos están exhibiendo escandalosos niveles de basura de origen familiar o industrial. Sólo la Armada recolectó el año pasado, desde las playas de la región, un total de 6.855 colillas de cigarro, lo que demuestra con creces la falta de educación que hay en torno a la preservación de estos lugares, que se supone deberían mantenerse limpios, tanto para la fauna que habita esas zonas, como para la propia tranquilidad de los turistas que vienen desde distintas latitudes en busca de tranquilidad y un medio ambiente libre de contaminación.

Tal como se advierte desde los municipios de Puerto Montt, Puerto Varas y Frutillar, la acumulación de desechos en las playas es un problema crónico que exige un cambio de mentalidad de las personas. De nada sirve enarbolar discursos ambientalistas si en las pequeñas acciones del día a día se insiste en botar colillas de cigarro a la arena (cada una de ellas puede llegar a contaminar a entre 8 y 10 litros de agua), si las bolsas de plástico quedan desperdigadas en la arena, o si los procesos industriales de la zona descuidan el destino del plumavit.

La consolidación del turismo como actividad económica en la región demanda un uso responsable de las playas de lagos y del mar. Limpiar las playas es una obligación.

Estos últimos meses hemos visto con preocupación la ocurrencia de accidentes graves y fatales en nuestra región. Hundimiento de barcazas, colisiones en el mar, accidentes fatales en el buceo, que enlutan a una región completa y que son una voz de alerta para quienes convivimos en el mar. A nuestro entender, esto no tiene que ser en vano, y nos obliga a todos los que trabajamos en el mar a sacar lecciones y enseñanzas, para avanzar en una cultura de seguridad en el trabajo en el mar que sea transversal. Como gremio llevamos años de trabajo en materias de seguridad laboral, y este último tiempo con un énfasis especial en el buceo, una de las actividades más riesgosas en nuestra industria. Hemos contado con la activa participación de agrupaciones de trabajadores de la industria y buzos, quienes han levantado las principales brechas existentes, que nos han permitido avanzar en la elaboración de mejores estándares y protocolos.

Fruto de esto se ha ido avanzando en determinar y detectar las responsabilidades de las empresas contratistas y cómo mejoran sus estándares, el de las empresas mandantes en la selección y control de sus prestadores de servicio, el rol de las mutualidades en la prevención y prestación de servicios a los trabajadores y empresas, el rol de las autoridades en el control, fiscalización y elaboración de políticas públicas, y el rol de los propios buzos en materia de descansos, buenos hábitos y autocuidado. Además, se han constituido mesas con servicios públicos, mutualidades, empresas y trabajadores, para ir abordando temas de seguridad y salud.

En paralelo, nos hemos reunido con sindicatos de buzos de la pesca artesanal y buzos de la industria, donde nos han señalado la necesidad de contar con capacitación, información y conocimientos, para generar una mayor conciencia respecto de los riesgos y resguardos para trabajar en el mar, entendiendo que muchos de ellos son autodidactas, con mucha experiencia práctica, pero sin contar con una herramienta formal de capacitación y herramientas que reconozcan sus competencias laborales previas.

Empatizando y entendiendo la urgencia de avanzar en estos temas, como industria estamos disponibles y dispuestos para participar en mesas e instancias, públicas o privadas que abordan estos temas. El generar y potenciar una cultura de trabajo seguro en el mar nos tiene que desafiar y convocar a todos los que convivimos en el mar, es decir, federaciones, sindicatos, trabajadores, prestadores de servicio, agrupaciones, empresas y gremios.

Tomás Monge, director

territorial de SalmonChile