Los últimos resultados de la encuesta CEP (Centro de Estudios Públicos) han sido categóricos en términos de desaprobación a las principales instituciones de la república. Mientras los Tribunales de Justicia y el Congreso disminuyeron aún más los ya bajos porcentajes obtenidos anteriormente, el actual gobierno logra los más bajos desde el regreso de la democracia.
De acuerdo a esa Encuesta Nacional de Opinión Pública, marcada por la crisis social a partir del 18 de octubre de 2019, la aprobación del gobierno cayó hasta un 6%, lo que significa un drástico descenso respecto a la anterior medición (de junio pasado), que marcó un 25% de aprobación. A la vez, la desaprobación llegó hasta el 82%, independientemente de la posición política.
Más allá de las razones contingentes que podrían explicar estos resultados, es interesante detenerse en los históricos. Por ejemplo, el informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) del año 1998, en el que los macro-indicadores de desarrollo económico y social del país no están en sintonía con la confianza de las personas hacia las instituciones. En efecto, hace más de veinte años ya se identificó la existencia de un "malestar" de la ciudadanía ante las instituciones, en la medida que no garantizan un acceso igualitario a los beneficios del desarrollo, como empleo, educación y salud. La encuesta CEP no hace más que demostrar una vez más este punto.
En este escenario, más que el diagnóstico sobre la confianza hacia el sistema político, la encuesta CEP permite especular sobre cómo avanzar desde el estallido social. Sus resultados mencionan que, frente a la pregunta sobre cuál de las siguientes frases usted está más de acuerdo, un 64% contesta que la democracia es preferible ante cualquier forma de gobierno, en desmedro de otras alternativas como la inclinación hacia gobiernos autoritarios en algunas circunstancias o la indiferencia.
Entender que la desconfianza hacia las instituciones no implica una desconfianza hacia la democracia, es un punto central para abordar el estallido social como una oportunidad de perfeccionar nuestro país.
Daniel Valenzuela, académico Escuela Trabajo Social UST.