Las grandes obras de infraestructura generan desarrollo económico y también aseguran continuidad territorial. Así como el tren lo logró hacia 1890 cuando el presidente José Manuel Balmaceda inaugurara el viaducto Malleco, diseñado por el ingeniero Victorino Lastarria, era de esperar que el puente carretero sobre el canal de Chacao también pudiera pasar a la historia, pero por lo visto no se ha tenido una mirada de estadista.
En el contexto de los desarrollos de infraestructuras es sabido que son pocas las compañías dedicadas a las mega-obras. En el caso del viaducto Malleco, si bien fue de diseño nacional, su construcción se encargó a la experta compañía francesa Schneider & Cie de Le Creusot. De igual manera, el puente Chacao fue encargado a un consorcio liderado por la compañía coreana Hyundai.
Con más de un siglo de diferencia, ambas obras han sido megaproyectos, no obstante, si el viaducto Malleco se hubiese evaluado con las metodologías actuales que emplea el Estado de Chile para medir "rentabilidad social", lo más seguro es que esta obra no se habría levantado si se considera que su sobre dimensión logra soportar locomotoras actuales muy superior en peso a las de hace 100 años.
El Puente Chacao no solo es necesario para asegurar la continuidad del territorio nacional, también genera crecimiento económico en función de lo que se ha entendido como la elasticidad de la infraestructura (inversión en infraestructura incrementa PIB del país).
Este indicador varía entre un 0,16 y 0,26 de impacto en el PIB, según indica un estudio de CEPAL ONU titulado "Desarrollo de infraestructura y crecimiento económico: revisión conceptual" del año 2004 y bajo la autoría de Ricardo Sánchez y Patricio Rozas.
Pero bien, la pregunta que necesitamos responder es ¿a qué costo? Según información de prensa de diciembre de 2013, el Puente Chacao requeriría de una inversión superior a los $360 mil millones y su construcción estaba planificada para el segundo semestre del 2015 con un costo de licitación de US$ 700 millones en ese mismo año y con posteriores aumentos de plazos y recursos alcanzando incluso los US$ 1.000 millones.
Lamentablemente, es conocido que se despilfarran anualmente US$ 1.000 millones en subsidios al transporte público "Transantiago" ahora llamada RED. No obstante, sigue proyectándose como un sistema ineficiente y de bajos estándares de calidad. Lo que es peor, expulsa usuarios debido a sucesivas alzas de precio.
Felipe Ulloa.
Consultor internacional en transporte e infraestructura.