Valeria Barahona
Siempre de traje, con la seriedad esperable de un exembajador y exprofesor de Derecho en la Universidad de Chile, la máxima expresión de libertad de Armando Uribe fueron sus cientos de poemas que lo consagraron como Premio Nacional de Literatura, en 2004. Ayer, cuando el día despuntaba, falleció el autor de "Odio lo que odio, rabio como rabio" (1998) y "Las críticas de Chile" (1999), entre otros textos.
El poeta nacido en 1933 creó una suerte de ficción de sí mismo, donde "el personaje de Armando Uribe se traduce en otro personaje sobre el que él escribió, Paul Léautaud: un francés furioso, medio retrógrado, que escribía diarios de vida" y, a su vez, "fue muy buen traductor de (Ezra) Pound", explicó el director de Ediciones Universidad Diego Portales (UDP), Matías Rivas, quien publicó al premio nacional "Te amo y te odio (poesía erótica)" (2005) y "Ya no doy más, prosáicas que me amáis" (2012).
A partir de esta relación de escritores que traspasa épocas y mares, el sello universitario editó a Uribe el ensayo "Pound y Léautaud" (2009), volumen "fundamental porque define, de alguna manera, a (Léautaud como) un escritor que le influyó mucho en lo personal, en su actitud frente a la vida. Y la gracia de Pound, que él también hace, es que recoger la tradición y rearmarla, pero va a la tradición en español: los romanos y el Siglo de Oro. Una poesía muy breve donde el hablante se ríe de sí mismo, de la sociedad y donde está enamorado".
En este punto coincide la académica de la Universidad de Los Andes, Zenaida Suárez, al referirse a Uribe como "un gran cultor de los clásicos españoles, lo que son las bases de la literatura hispánica en el mundo, que el poeta logra vincular con la vanguardia, como con Juan Luis Martínez, ya que fue uno de los mayores impulsores de 'La nueva novela'".
El exembajador de Chile en Estados Unidos y China "logra hacerse el original al agarrarse de la onda latina, con la poesía breve; del Siglo de Oro, también, y le da un giro a la poesía chilena, con eso de ser el rabioso que se ríe de sí mismo", agregó Rivas.
Esto, a juicio de la doctora en literatura y filología, convierte a Uribe en "el último caballero de la literatura chilena, no solo estéticamente o en sus modos" correspondientes a una persona que dictó cátedra a futuros abogados durante más de 30 años en la U. de Chile y en La Sorbonne, Francia.
"En honor a su profesor, (...) la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile ha izado su bandera institucional a media asta y envía sus condolencias", publicó en su cuenta de Twitter el decano, Pablo Ruiz-Tagle.
Permiso para odiar
"No te amo, amo mis celos, esos celosson lo único tuyo que me queda. Cuando desaparezca en esos cielos de odio te ladraré porque no vienes", declara "No te amo...", uno de los poemas de Uribe, quien traspasa su irritación, inclusive a la política, otorgando, de cuando en cuando, afiladas declaraciones sobre la pelea por el poder de siempre y los políticos de turno.
El escritor entrega, quizás a sus lectores más jóvenes -quienes podían verlo entrando a la Iglesia de la Veracruz, en Lastarria, ya que vivía en el ondero Parque Forestal -, el permiso para odiar "absolutamente. De tener rabia, de quejarse, de no estar de acuerdo, de tener el derecho de decir que no están de acuerdo. Ese fue un trabajo importante que hicieron tanto Parra como Uribe desde el arte", afirmó Suárez.
La ministra de las Culturas, Consuelo Valdés, se refirió al fallecido vate como "un poeta telúrico, como Chile", que se vale de las anomalías de la Tierra para sacar su fuerza, porque su naturaleza, dentro del propio gremio, constituye una anomalía: "Es piadoso, es un señor católico en una poesía llena de ateos, es del (colegio) Saint George's, un cuico contra su clase. Esa figura está muy marcada por Vicente Huidobro", sostuvo Rivas, agregando que lo que también une al padre del creacionismo con Uribe y Parra es "el odio contra (Pablo) Neruda".
"Elegir ser poeta te desarraiga, crea conflicto, a menos que seas muy huevón", señaló el poeta y director de Ediciones UDP sobre el autor al que "le gustaba tomar helado de vainilla" y "se confesaba con (el sacerdote y crítico literario) Ignacio Valente".
Esperar la muerte
Uribe murió a los 86 años, por una insuficiencia respiratoria, aunque llevaba a lo menos una década anunciando su deceso y escribiendo sobre "esperar la muerte", dijo Rivas, agregando que hasta la publicación de "Odio lo que odio, rabio lo que rabio" (1998), el autor "era conocido entre los poetas por ser muy bueno, pero que publicaba muy pocos libros. De repente se destapa esta situación, y publica muchos libros pequeños, en editoriales independientes, y todas hablan más menos de lo mismo, de su relación con la muerte, de cómo se encierra a esperar morir. Creo que todos esos libros constituyen una sola obra".
Ayer trascendió que Uribe siguió escribiendo hasta su partida. "No me cabe duda porque, en el fondo, la marca de sus últimas dos décadas fue publicar mucho, porque escribía mucho a mano, poemas, anotaciones, entonces me suena verosímil, aunque no puedo dar fe", dijo el director literario de Penguin Random House, Vicente Undurraga, con quien publicó sus memorias.