Contingencia social y exportaciones
Ricardo Arriagada. , Director Regional de ProChile Los Lagos.
Hace algunos días ProChile cumplió 45 años al servicio del sector exportador, especialmente de las pequeñas y medianas empresas, que con gran esfuerzo han logrado salir con sus productos y servicios al mundo. En este período las exportaciones de Chile se han multiplicado 35 veces. En 1974 el 85% de los envíos chilenos a mercados internacionales correspondía a minería, principalmente de cobre. Apenas el 2,5% del total de las exportaciones correspondía a productos del sector agrícola, silvícola y pesca. El año pasado las exportaciones chilenas superaron los US$ 75 mil millones, siendo el 49% minería y el 51% otros productos, incluyendo agrícola, silvícola y pesca. Sin embargo, este aniversario nos ha encontrado con grandes desafíos, producto de las demandas sociales, que como país no podemos desconocer. La crisis social ha desestabilizado a numerosos sectores, en particular el comercio y la economía, y las grandes manifestaciones y los hechos de violencia han afectado en particular a las Pymes exportadoras, que son el foco del trabajo de ProChile. Para la Región de Los Lagos, se trata de una situación que ha afectado a las empresas que exportan productos del mar, especialmente salmón y choritos, así como también madera y productos agropecuarios. Es necesario considerar que ya en el período enero-septiembre las exportaciones nacionales habían mostrado una caída del 5%, con respecto al mismo período del año anterior, debido al menor dinamismo del comercio mundial, motivado entre otras razones, por la guerra comercial Estados Unidos-China. En el caso de la región, en el período mencionado habían mostrado un crecimiento del 5%. Por esta razón, en ProChile hemos realizado un rápido levantamiento de información entre las Pymes exportadoras, a través de reuniones y encuestas, y hemos levantado una batería de medidas de apoyo concreto a las Pymes exportadoras, que son acciones con ejecución en el corto y mediano plazo, para ir en su apoyo, así como la reorientación del presupuesto y reagendar actividades para los exportadores.Las medidas se agrupan en seis grandes temas: simplificación de trámites, monitoreo, convenios logísticos, inteligencia comercial, conexión de la oferta con la demanda y medidas especiales para empresarios de pueblos originarios y mujeres.
El muro de Berlín y los muros invisibles
Este año se cumplieron 30 años desde la caída del Muro de Berlín, un acontecimiento histórico de grandes proporciones; un evento que marcó el fin de un conflicto real, aunque no declarado formalmente. La contienda era entre las dos grandes potencias de la época (EE.UU y la URSS). Ambas buscaron con vigor la defensa de la propia idea de un mundo mejor, cuyo trasfondo fue la Guerra Fría, saturada de una competencia asfixiante. Si bien es cierto, esta caída es un hecho puntual de un lugar geográfico y de unas circunstancias políticas determinadas, su significado como sus consecuencias geopolíticas superan por mucho el lugar en el que ocurrió aquel acontecimiento.
De hecho, los fantasmas de muros en construcción nos siguen hasta el día de hoy. La sentencia latina Historia Magistra Vitae (la historia es maestra de la vida) tiene especial significado en esta conmemoración. No sólo porque en aquella sentencia la palabra vida nos alude como protagonistas y hacedores de historia, sino también porque con ella se muestra la importancia de sacar lecciones de vida de aquellos hechos del pasado. A pesar de todo continuamos levantando muros ideológicos, individualistas, apáticos, violentos y de otros muchos tipos más. En ellos suele imperar más la competencia que el apoyo, el monólogo que el diálogo, la envidia que el aprecio, el odio que el amor. Pensar distinto es un valor humano que expresa muchas cualidades de nuestro ser persona, por lo pronto manifiesta autoestima y confianza en uno mismo; aporta ideas nuevas y construye los pilares de la sociedad democrática.
Por lo mismo, preocupan los hechos de violencia física y verbal que lamentablemente se advierten en plazas y calles; en edificios públicos y privados; en casa y fuera de ella. Pero, no nos engañemos; hemos perdido la paz social porque antes descuidamos la paz interior. La violencia y el caos callejero son síntomas de una cultura falta de verdadera esperanza, conformada con logros y distracciones momentáneas y superfluas; logros y placeres egoístas que aseguran pavimentar el camino de la felicidad, sin advertir que al final del día se transforman en innumerables senderos que no van a ninguna parte. Encerrados en un laberinto caemos presa de la desesperación y el sin sentido.
Guillermo Tobar Loyola.
Académico Instituto de Filosofía. Universidad San Sebastián, Sede De la Patagonia.