Desde que comenzó el estallido social, el gobierno quiso que desviáramos la mirada hacia la violencia, el vandalismo y el saqueo, liderado por personas a supermercados, por ejemplo, y no al saqueo de los bancos, las isapres, las AFPs y un largo etcétera de saqueadores de cuello y corbata que han tenido en Chile las condiciones ideales para sus saqueos, evasiones y colusiones.
El gobierno ha conminado a todos a que condenemos la violencia y todos lo hemos hecho, pero ha sido absolutamente timorato para condenar la peor de las violencias: las violaciones a los derechos humanos, que triste y lamentablemente hemos vuelto a vivir en las calles y cuarteles de nuestro país.
Ver nuevamente, a los militares en las calles y armados para matar, nos trajo de vuelta nuestras peores pesadillas, sobre todo cuando al transcurrir los días fuimos constatando -no por un esfuerzo comunicacional del gobierno en todo caso- que el número de muertos aumentaba y que varios habían sido asesinados por agentes del Estado.
Vejámenes, torturas, heridos, detenciones arbitrarias, abusos sexuales, ha constatado el Instituto Nacional de Derechos Humanos (Indh), pero el gobierno ha insistido en que los violentistas son los manifestantes.
Por ello, tras el arribo del nuevo ministro el Interior, Gonzalo Blumel, le solicité que si de verdad les importa la democracia y los derechos de las personas, se querelle y se haga parte en cada una de las causas que están siendo investigadas en las fiscalías, por los muertos, heridos y torturados, de tal forma que no quede duda alguna sobre las circunstancias y responsabilidades que existen en estas violaciones a los derechos humanos.
También, he solicitado que así como se asumieron algunas responsabilidades políticas a niveles ministeriales, se haga lo mismo en las regiones, cambiando a los intendentes, pues son ellos los responsables de lo ocurrido en sus territorios, puesto que el respeto a la vida, a los derechos humanos, debe ser el pilar sobre el cual construyamos una sociedad que vive en paz y con justicia.
Los medios y la crisis social
Con pena, pero no sorpresa, he visto cómo en las distintas manifestaciones ciudadanas los medios de comunicación -especialmente los canales nacionales- han sido rechazados y cuestionados por la gente, que hizo propio el lema "Apaga la tele".
Y es que al hastío de ver programas y noticieros llenos de relleno, falta de análisis y convertidos en cajas de resonancia de autoridades y de la élite, de pronto "descubrieron" el clamor del pueblo. Para ponerse al día, y en un alarde de creatividad, dedicaron los espacios de los matinales para hablar extensamente de la crisis, invitando a verdaderos próceres políticos -presentes en la tele hasta el hastío- significándoles una avalancha de denuncias al CNTV.
Una vergüenza darle tribuna a gente que durante 30 años no hizo nada o muy poco por atender las necesidades de una población abusada. A tal punto causó molestia la cobertura que un grupo de personas decidió manifestarse afuera de Megavisión por su intento de lumpenizar las demandas de la población en favor de jubilaciones dignas, acceso a la salud y educación de calidad. Bastó eso -el miedo a verse a su vez invadidos- para que la línea editorial de ese canal girara 180 grados y de repente "recordaran" que más allá de puntuales vandalismos, existía una explosión de la civilidad legítima y digna.
Los medios escritos también mostraron falencias. La Tercera fue el medio más afectado con una delirante teoría sobre agentes venezolanos y cubanos tras el levantamiento social, mismo que debieron aclarar, desmintiéndola.
Me gustaría puntualizar respecto de la información local sobre supuestos liderazgos de extranjeros en el vandalismo. Si bien hay detenidos de otras nacionalidades, información de ese tipo pienso que polariza y tensiona ambientes que debieran estar siempre abiertos al diálogo, pensando en autoridades y medios.
Ante todo esto, y considerando las redes sociales y sus desviaciones emocionales, la prensa logra una importancia capital para informar como es debido ante la saturación de datos y de teorías conspirativas. Felicito a mis colegas por su entrega y los llamo a estar a la altura del desafío a que nos invitan nuestros vecinos.
Gabriel Ascencio Mansilla.