Resulta triste ver a ciudades como Osorno y Puerto Montt, de entre las grandes urbes del sur de Chile, las más tranquilas, siendo presa de barricadas, saqueos y violencia, situaciones reprochables que van mucho más allá de las manifestaciones pacíficas.
Sin duda, la violencia no puede ser justificada bajo ningún punto de vista. ¿Qué culpa tienen los monumentos de una plaza o los locales comerciales de gente de esfuerzo que lleva una vida entera dedicada a ese rubro? Si tan pacífica es la marcha, ¿por qué termina de una forma tan destructiva para la ciudad? Evidentemente, estas situaciones no forman parte del espíritu de quienes se manifiestan pacíficamente para expresar un descontento social que se ha ido forjando con el paso del tiempo.
Lo que ocurre requiere una mirada en profundidad. Es tiempo de escuchar a la ciudadanía, porque lo que hay de fondo es el malestar de muchos. Y el mundo político debe hacer un mea culpa y replantearse varios puntos de su accionar, ya que estamos ante una sociedad más sensible que nunca, que requiere que sus demandas se atiendan y se solucionen en el menor tiempo posible. Volcar la mirada a pensiones dignas, transporte público, salud de calidad, mayores oportunidades en la educación, medicamentos más baratos y, en general, trabajar en todas aquellas medidas que estén orientadas a disminuir el alto costo de la vida que actualmente afecta a miles de chilenos y chilenas. Estas son las verdaderas prioridades de la ciudadanía.
No seamos presa del morbo, no avalemos la delincuencia. Las personas estamos para vivir en un mundo social, donde el diálogo debe imperar. Chile debe superar este momento doloroso, nadie quiere que el país retroceda en su desarrollo y una vez expresado el malestar es hora de que todos impulsemos un cambio en favor de todos, sin seguir jugando a la jungla, porque los más dañados son los pequeños comerciantes, los estudiantes que sí quieren estudiar, los servicios de atención pública y la gente de esfuerzo que no busca subvenciones, ni regalías, sino un Chile digno, con oportunidades y una justicia social que debemos fortalecer en un clima de convivencia democrática, con unidad y sin banderas de ningún color en particular.
Una educación basada en respeto y empatía
El movimiento social que vivimos hoy en día en nuestro país, es el resultado de un descontento generalizado que ha estado subyacente por muchos años y en este despertar la comunidad se manifiesta en las calles por la justicia y equidad, siendo estas proclamaciones legítimas en busca de un horizonte para un Chile con menos desigualdad.
Miles de personas marchan por las calles en forma pacífica, expresando su malestar por un bien común. Hay unos pocos que buscan la violencia y los destrozos para expresar su descontento o más bien se aprovechan de esta coyuntura para causar desmanes, situación que como corporación de educación superior rechazamos profundamente.
Por otra parte, la era digital se ha tomado este movimiento.
Existen día a día miles de interacciones a través de los dispositivos tecnológicos, siendo las redes sociales el canal más habitual; ahora qué información trasmitimos, somos responsables en verificar la información que compartimos, cuál debe ser la entonación de nuestros comentarios.
Se nos ha olvidado las palabras respeto y empatía; palabras que cumplen una labor fundamental para contribuir al desarrollo de una sociedad donde todos podamos emitir una opinión sin sentir miedo ni tampoco ser bombardeado de insultos por pensar diferente.
Es aquí donde la educación cumple un gran papel, donde profesores, docentes y académicos deben velar por enseñar en sus aulas el pensamiento crítico, la capacidad de escuchar, la comprensión, el ponerse en el lugar de otro.
Sin estas orientaciones a nuestros estudiantes nos volveremos una sociedad poco tolerante sin respeto por el otro y que no nos permitirá generar cambios positivos en nuestra vida y entorno.
Debemos aprovechar este momento y transformarlo en una gran oportunidad para reflexionar y dialogar junto a nuestros estudiantes, académicos y comunidad educativa respecto de este momento histórico que estamos viviendo y seamos capaces, como instituciones de educación superior, de ser actores activos en la construcción de un país más justo y fraterno.
Eugenio Larraín Hernández.
Presidente Puerto Montt Superior. Rector Instituciones Santo Tomás Puerto Montt.
Javier Hernández H.