Correo
AFP y retiro de fondos
Mucho se ha comentado estos últimos días respecto al retiro de fondos de los cotizantes. En realidad se ha dicho de todo, pero pocos han reflexionado respecto a las consecuencias futuras en uno u otro caso.
Ejemplo: supongamos que alguien retira sus fondos para pagar una hipoteca como se ha difundido o para sufragar gastos de una enfermedad. Aquí viene la pregunta del millón…Invertida o gastada la plata, como quieran llamarle, qué pasa después con esas personas para su supervivencia, llámese alimentación básica, remedios etc. . Se ha divulgado en todos los medios el paupérrimo alcance de jubilación de los cotizantes en casi todos los casos y que está lejos de ese 70% que se ofreció cuando partió el sistema.
Ahora bien, lo que hay que tener presente es que para lograr una mejor jubilación, hay que cotizar una remuneración promedio permanente, no tener lagunas con mucha frecuencia, haber sido precavido con mini inversiones que ayuden al presupuesto mensual de jubilación y por sobre todo ser ordenado en los gastos.
Al margen de otras muchas consideraciones, hay una cantidad muy importante de personas que sólo han trabajado una parte de una vida laboral con bajas cotizaciones o han pactado con sus empleadores cotizaciones sólo por el salario mínimo, aún ganando bastante más que eso y otros que apenas tienen un par de años de cotizaciones y esperan al final de su vida laboral una justa remuneración por el tiempo trabajado. Aclaro que no es justa la jubilación para miles de ciudadanos que se ha sacrificado toda una vida para lograr al ocaso de sus vidas una cierta tranquilidad económica; pero no hay que alimentar esperanzas populistas con que el dinero puede ser entregado a cada cotizante que lo reclame, porque esa instancia nos conduciría a la debacle económica y que más temprano que tarde todos terminaríamos pagando -a través de los impuestos o servicios- los dineros que el gobierno de turno tendría que entregar a los que hayan retirado sus fondos.
RAÚL VARGAS GUTIÉRREZ.
Y nosotros, ¿cuándo?
Pertenezco a la clase media, esa media que nunca ha recibido beneficios. Ni los del empresariado ni tampoco los que con justicia corresponden a quienes están en el pilar solidario. O sea, soy parte de los verdadera y permanentemente excluidos.
Al cumplir 60 años jubilé, pero al ver el monto de mi jubilación y comprobar que quedaría en una situación muy precaria, decidí volver a trabajar. Tuve suerte que a mi edad pude reincorporarme al mundo laboral. El problema es que, a partir de entonces, cada año, he debido pagar al Servicio de Impuestos Internos el equivalente a más de un mes de lo que obtengo en mi calidad de jubilada. ¿Por qué? Porque al sumarse mi sueldo actual más esa jubilación -que es un dinero que me pertenece y por el que ya pagué imposiciones y tributos- cambio de tramo impositivo y como contribuyente se me hace pagar.
Esto me parece una verdadera injusticia, y quisiera que hoy, que se está evaluando una agenda social que busca disminuir inequidades, se evaluara esta situación. Está bien que apoyemos a los que no pueden, pero les pido también se apoye a los que, como yo, estamos tratando de conseguir mejoras por nuestros propios medios. Estoy segura de que somos muchos los que pertenecemos a la tercera edad, que nos esforzamos por mejorar nuestra realidad de pensionados, que seguimos siendo un aporte para la sociedad y que hoy nos sentimos abusados.
MARÍA SOLEDAD DE LA CERDA E.
Pilar solidario
Las pensiones no contributivas en Chile tienen su origen en 1975, a partir del Programa de Pensiones Asistenciales, -PASIS-, el cual entregaba pensiones a los adultos mayores vulnerables, a personas inválidas, y a personas con deficiencia mental. La cobertura era muy reducida, tanto en montos como en número de beneficiarios.
El gran impulso al pilar solidario fue con la reforma previsional de la Presidenta Bachelet en el año 2007, donde aumentó la cobertura al 60% más vulnerable y con un monto inicial de $65.000.
También, la Presidenta Bachelet, en su segundo mandato, mejoró el pilar solidario en un 10%, luego de las marchas por mejores pensiones en el año 2016. En la actualidad, la pensión básica solidaria llega a $110.201. Las manifestaciones de los últimos días se hicieron sentir, y la mejora inicial al pilar solidario del 10% propuesta por el Presidente Piñera pasó a un 20%, con una mejora adicional para los mayores de 75 años para el año 2020 y 2021.
Pero no hay que caer en populismos, como ofrecer igualar la pensión básica solidaria al sueldo mínimo, pues no sólo no existen los recursos para ello en el corto plazo, si no también complejidades para su pago en el mediano y largo plazo. El pilar solidario debe ser prioridad como política pública, y las pensiones solidarias deben aumentar a medida que mejoran los ingresos del país, con un reajuste calculado de manera técnica.
EDUARDO JEREZ SANHUEZA.
Cuestionable actitud
A raíz de todo lo que hemos visto, todo el descontento, la violencia y la incalculable destrucción de bienes y patrimonio, ¿cómo sectores de la izquierda chilena pueden ser tan miserables? ¿Cómo pueden intentar sacar ventaja política? ¿Cómo pueden desconocer su culpabilidad en todo esto?
MAXIMILIANO URENDA OSSA.
Normalidad
Desde el Gobierno, se insiste en la idea de recobrar la "normalidad" tras los últimos eventos acaecidos en Santiago y en todo Chile. A su pesar, es imposible que eso ocurra, puesto que la ciudadanía se cansó de que sea normal la desigualdad y la injusticia.
Parafraseando al fallecido general Alejandro Bernales, les digo a los políticos y gobernantes: "No se duerman, los vamos a detener".
ENRIQUE CORTÉS AINOL.