Dado las circunstancias por las que hemos atravesado como país estos últimos días, creo importante hablar sobre los distintos aspectos de la libertad humana. En la que quisiera detenerme hoy es en la libertad interior, la que implica conducir la propia vida y tomar las decisiones y opciones independientemente. El medio en el que nos toca desenvolvernos, la educación que tuvimos, la herencia que recibimos de nuestros padres y antepasados, nuestro inconsciente y nuestras normas morales influyen y determinan constantemente nuestras decisiones. Cada persona es un universo, un todo independiente dotado de libre arbitrio, lo que supone que aún existiendo factores internos y externos que actúan en él, sigue siendo libre.
La libertad no es algo que se logra de una vez, es un camino que tiene algo de infinito, lo que supone que uno siempre puede llegar más lejos. Existen grados de libertad, actos de libertad y a medida que la ejercemos logramos avanzar en su camino teniendo siempre presente que el ejercicio de dicha libertad termina en el encuentro con la libertad del otro. El ejercicio de la libertad es la mejor ayuda que tiene la persona para alcanzar su principal objetivo que es un mayor grado de felicidad. Es así como la grandeza y dignidad como también su miseria y su riesgo, está precisamente en su libertad. La capacidad que tenemos los seres humanos en la adultez de optar y decidir por una de entre varias posibilidades es lo que generalmente entendemos por ser libre, sin embargo, dejarnos arrastrar por nuestros impulsos o deseos, no es precisamente el camino que nos lleva a un mayor grado de libertad. El optar por algo que nos causará un mal o el dejarse arrastrar por deseos que nos esclavizan nos van haciendo perder la preciada libertad.
Para lograr mayor libertad, es necesario ir obteniendo un conocimiento de nosotros mismos de modo de poder ir optando y construyendo la propia identidad, que integre las distintas áreas en que nos desempeñamos como adultos, tomando conciencia que la vida es una constante elección. Renunciamos a la libertad cuando eludimos nuestras responsabilidades y entregamos el poder de nuestra vida a otros, pensando que esos otros son los culpables del devenir de nuestro destino.
Represión y vandalismo
El 'Jocker', film con claras reminiscencias a 'Taxi Driver' y 'Tu Ridi', ofrece una interesante metáfora de una sociedad enfadada y una posible rebelión desorganizada que no sabe cómo responder a la opresión y a la desesperanza. Ciudad Gótica parece ser una alegoría del Nueva York de los años 70, un momento crucial de un cambio de timón donde el abandono del estado social fue tristemente compensado con un brutal estado penal y policial. La represión y el encarcelamiento masivo fueron dos de sus más nefastas consecuencias. En el Chile actual el descontento es generalizado: el alza de la luz, un alto desempleo y pensiones de hambre; en este contexto el alza del metro generó enormes movilizaciones y miles de jóvenes, en una protesta que en principio fue pacífica, decidieron evadir el pago del metro. El escenario es claro. No hay que ser muy perspicaz para entender que, ante rabia acumulada, lo mejor y lo más barato es rebajar el precio del metro, o distribuirlo de manera que los ricos subsidien a los pobres (los pobres gastan cerca el 30% de su sueldo en pasajes mientras que los ricos el 1,4%). Para el gobierno, sin embargo, dar razón a los jóvenes evasores es señal de debilidad. La falacia de la pendiente resbaladiza les hizo pensar que tras la rebaja del pasaje podían venir a pedir pensiones y sueldos dignos, igualdad entre hombres y mujeres y así hasta el infinito. Conocedores de que tienen la fuerza, la opción que les pareció más razonable fue militarizar el metro. Como suele ocurrir, a la desproporcionada represión siguieron actos de vandalismo (primero hechos aislados, luego generalizados), y así, no sé bien si de manera improvisada o claramente intencionada, se fue apagando el fuego con bencina. Luego se aplicó la llamada Ley de Seguridad Interior del Estado.
Entonces el vandalismo fue en escalada y el gobierno entendió que sólo la destrucción masiva podría debilitar el gran apoyo ciudadano a la protesta social. El Presidente, como si nada pasara, se fue a celebrar el cumpleaños de su nieto, mientras carabineros abandonó los puntos más conflictivos de Santiago permitiendo la destrucción. La complicidad omisiva por parte de las fuerzas de seguridad resulta indesmentible, sin descartar tampoco que, como otras veces hemos visto, se hayan infiltrado para destruir e incendiar.
Dr. Silvio Cuneo.
Lorena Koppmann,