Hacía falta, o lo hace, un complemento valórico patrimonial en derredor de la fuente de aguas danzantes y policolores, erigida en el área aledaña al mar en el sector de la Plaza de Armas de Puerto Montt, que es la nueva obra de modernización urbana integrada a la próxima remodelación céntrica, comenzando por la zona de calle Antonio Varas.
Se acaba de anunciar desde el municipio, la próxima instalación allí de paneles y placas, provistas de importante e ilustrativa información referida, básicamente, a los más relevantes episodios históricos de Puerto Montt, así como a sus principales antecedentes patrimoniales.
Por ejemplo, en esos tótems o afiches comunicadores en perspectiva, los turistas y el público en general conocerán pormenores de sucesos locales acaecidos en ese mismo lugar, con motivo del gran terremoto de 1960, y la ampliación de la costanera (decenio del 30) ganándole terreno al mar, entre la Estación ferroviaria (donde hoy está el mall) y el recinto portuario; además de la habilitación allí de una vía férrea y el funcionamiento de un tren de carga en esa misma explanada (1940-1990), entre otros hitos relevantes del pretérito local.
No hay que olvidar que en la zona de nuestra Plaza, un monolito marcó el Kilómetro Cero de la Carretera Austral y que convendría rescatar. Lo mismo que la idea de instalar una efigie o monumento -destacando que Puerto Montt es la cuna de la civilización americana, a través del sitio arqueológico de Monte Verde-, amerita -con urgencia- reconsiderarse con un sitial especial en el marco de estas aplicaciones ornamentales en el corazón de la capital de la Región de Los Lagos.
Le hace bien a esta ciudad-puerto no sólo el desarrollo material, sino también el fortalecimiento histórico-cultural, que -¡no lo olvidemos!- se inicia en la prehistoria de Monte Verde. Y así capitalizar los ejemplos de heroica superación y visión futurista de nuestros antepasados, que siguen marcando derroteros de progreso en nuestros días.