Adultos mayores olvidados en el hospital
"Escribo estas líneas para invitar a los medios a hacer visible este problema, y llamar a las autoridades a conocer estos casos" Presidente Regional Colegio Periodistas.
Voy a salir de los temas habituales para comentar una situación que dolorosamente me tocó conocer en el Hospital de Puerto Montt, a raíz de visitar a la mamá de queridos amigos y quien está superando problemas de salud. Conversaba con los profesionales y funcionarios del nosocomio, cuando me comentaron que existen adultos mayores, con graves afecciones, que simplemente fueron abandonados en el recinto. Serían poco más de una decena de casos, para quienes el hospital pasó a ser un hospicio y lugar de residencia, ante el abandono de sus familiares. Me referían algunos de estos funcionarios que es común ver a personas del entorno llegar en patota y de manera insistente no para ver el estado de recuperación del paciente, sino para obtener la firma del enfermo para poder cobrar la pensión. Luego, no se les ve más.
Aunque no pude confirmarlo, habría un par de personas que habrían superado el año de estadía como pacientes, debido a que literalmente no tienen dónde ir ni quién los reciba. Consulté cómo opera en este sentido el sistema y para tranquilidad espiritual, me señalaron que básicamente se hacen cargo de sus necesidades y, aparte de cuidar de su salud, se les ofrece el afecto y protección que necesitan, lo que habla muy bien de estos trabajadores públicos, profesionales y directivos del hospital.
Quería escribir estas líneas para invitar a los medios de comunicación a hacer visible este problema, convocar a las autoridades a conocer los casos existentes y perseguir responsabilidades. A medida que avanzamos en la vida, el mundo que alguna vez fue tan emocionante pasa a ser gradualmente un sitio que se vuelve extraño, inentendible en sus códigos y amenazante en sus espacios, en la misma proporción que nuestra fragilidad física se va haciendo patente con el tiempo.
Se habla de derechos en nuestro país. Trabajemos para que estos casos, vergonzosos como sociedad, no sean parte de nuestro paisaje ni nos acostumbremos a convivir con estas realidades que empobrecen nuestro sentido de la democracia.
Por Sergio Velásquez Haros.